Ojos.

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Matar, podría sonar sencillo pero no lo es.
El siempre ha buscado sacar una sonrisa de los pálidos rostros de aquellos hombres y mujeres que llegan a casa sintiéndose miserables por no haber podido cumplir sus metas o ser lo que querían ser en esta vida.

Todo se tornaba cada vez más borroso, apenas comprendía que hacía en ese lugar. El frío piso de la habitación lo acobijaba, y solo escuchaba y veía a la lluvia caer para luego chocar contra la ventana haciendo un eco más profundo.

Siente como lo toman de los hombros, mira hacia arriba y puede verla. Ella mantenía aquella sonrisa en su rostro que tanto le encantaba ver y ella solo acariciaba de él. Su cabello rubio brillaba incluso en las frías y negras noches. Pero había algo raro entre todo esto, no era la realidad.

Probablemente era un recuerdo.

Escucha el sonido de la ciudad detrás de él, se estaba quedando dormido. Tenía que llegar a la casa lo antes posible para descansar de una vez por todas. Había sido un día duro, extrañaba a Batman...hace mucho tiempo que no veía a su diversión por las noches.

Abre la puerta y camina por la gran mansión una vez más. La madrugada se colaba por los grandes ventanales de la casa, todo se encontraba en orden al menos. Menos el mismo...el si que no se encontraba en orden.

Escucha un ruido a lo lejos, venia de la cocina. Se quita su saco y prepara su pistola por si acaso, no tenía ganas de matar a nadie hoy pero tenía que responder en cualquier momento si lo intentaran atacar.

La cocina estaba apagada, pero la luz del gran refrigerador no. Puede ver como uno de los cartones de leche estaba tirando sobre la barra, la leche se había derramado. Y creo que sabía quien lo hacía hecho...

Estaba sobre una silla tratando de alcanzar su cereal favorito, lo ve con pena y deja de intentar alzarlo para luego bajar la mirada avergonzada.

—¿Qué haces comiendo tan tarde? Apenas son las 3:00 am, no es hora del desayuno aún.—Se acerca a ella y la baja de la silla.—Vete a dormir ya, no quiero verte por aquí. Necesitas descansar para que Johnny te lleve a la escuela mañana.

—Perdón Papi, es que tenía mucha hambre.—Lo mira con aquellos ojos que lo enamoraban cada vez que los veía, eran los ojos de él, solo que los de él tenían furia y dolor y los de su pequeña brillaban y eran risueños.

—¿Acaso no cenaste?—La niña solo niega.—¿Y Alice? ¿No te dio de comer?

—Mi nana se tuvo que ir de urgencia, ¿te acuerdas? Se sentía muy mal, tenía fiebre como cuando a mi me da.—Ríe.

—¿Bueno y las otras muchachas?

—Se quedaron con los muchachos fumando y tomando esas cosas que tú tomas papi.—Vuelve a reír. El Joker no reía solo la miraba, lo cual hizo que ella parara de reír también.—Oye Papito.

—Dime.

—¿Tu me quieres?—La niña le pregunta con aquella ilusión en sus ojos. Deseando poder escuchar a su padre responder su pregunta, nunca se lo decía. Por eso quería que el se lo dijera ya, para poder ser feliz.

—Lucy, sabes que no me gusta hablar de esas cosas del amor, yo detesto el amor y lo sabes bien.—La niña se desanima y ve como cae su mirada.—Ahora, hay que ir a dormir. Ni modo, mañana comerás.

—No papá, mejor, cántame una canción en tu piano.

—No claro que no señorita Lucia, usted tiene que irse a dormir ya es muy tarde.—La carga y comienza a salir de la cocina. La niña pataleaba de la furia.—No es tiempo para cantar, ni para piano, ni para comer. Vámonos.

—¡Pues déjeme decirle que usted es un aguafiestas!—La niña le responde.

—¡No me hable de esa forma, porque soy su padre y me va a respetar!—Grita.

—Ándale papito, toca una canción en tu piano...y también cántala. Por favor.—La niña le suplicaba con aquellos ojos.—No seas malo, y te prometo que me dormiré súper rápido y ya no te molestaré nunca más.

—¡Ha! Eso es imposible...pero bueno.—Suspira.—Vamos al despacho, a donde está el piano.

Lucy corre hasta el piano y lo abre, se sube a la silla de este y para luego sentarse encima del piano. Ríe mientas ve a su padre acercándose a ella, el Joker se sienta y posa sus manos en el piano.

La mira y le sonríe un poco.

—Conste que nada más lo haré, porque no me puedo resistir a esos ojos tuyos, así que hablando de ojos...déjame empezar.—La niña sonríe emocionada.

La canción comienza a sonar en el piano, el Joker inhala el aire suficiente para poder comenzar a cantar.

Te quiero
Mas que a mis ojos.
Mas que a mis ojos te quiero.
Pero quiero más a mis ojos,
Pero quiero más a mis ojos,
Porque mis ojos te vieron.

Y si tu los quieres,
Te los entrego niña.
Pues ya sabes quieres tu,
Para quien quiero mis ojos.

Lucy sonreía al escucharlo cantar así, hace mucho que no lo hacía. Pues es que para ella su papá era el mejor cantante del mundo, y amaba escucharlo cantarle desde que tenía memoria.

Te quiero más a que a mis ojos,
Más que a mis ojos te quiero,
Pero quiero mas a mis ojos.
Pero quiero mas a mis ojos.
Porque mis ojos te vieron.

El Joker termina y mira a Lucy. Se levanta de pronto, y asusta a Lucy tomándola entre sus brazos. Ella ríe mientras sentía como le estaba haciendo cosquillas.

—Ahora si, se me va ir derecho a dormir. Y no despertará hasta mañana señorita.—Ambos salen del despacho.

—Papá, ¿Por qué me quieres más que a tus ojos?—J ríe al escucharla decir eso.

—Porque mis ojos te vieron, y desde ese momento, te empece a querer mucho.—Le da un beso en la mejilla.

Father and Daughter | Joker. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora