Capítulo 8. Demasiado chapeada

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—Hola Solange, ¿cómo estás? —dijo Matianita sosteniendo un candelabro con velas encendidas.

—Ah Matianita es usted... ¿Cómo está?

—Pues parece que no tan bien como tú... ¡Ay niña! ¿pues qué andabas haciendo?, ¡andas demasiado chapeada y hasta con la piel caliente!— dijo Matianita mientras posaba el anverso de su mano sobre la mejilla de Solange

—Nada Matianita, aquí en la casa... ¿qué se supone que debería de estar haciendo?

—No, nada, nada... Yo nada más preguntaba...

—¿En qué la puedo ayudar? —dijo Solange en tono serio rayando casi en lo molesto

—Pues vengo a ver si tienes luz, porque en mi casa se fue hace rato y no ha vuelto... No, no tenemos, al parecer el apagón fue general en toda la colonia.

—Y... ¿El Dr. Ferrec está?

—Sí, ¿quiere que lo llame?

—No, no, simple curiosidad... ¿Estás solita con él? —preguntó Matianita arqueando las cejas con un gesto claro que trataba de que pareciera cómplice

—Matianita, mmhh... No es que *esté solita con él* es que aquí es su casa, aquí vive, él es mi primo...

—¡Ay Solange! es que está muy guapo, ¿a poco no te lo parece?

—Bueno, sí, mi primo es bien parecido

—Y... ¿no?, ¿nada de nada? Tú sabes lo que dicen los dichos... *Pues que a la prima... se le... *quiere*? porque *El hombre es fuego y la mujer estopa y pues... viene el diablo y sopla*— comentó de nuevo Matianita con una lujuria que casi se le salía por los ojos.

—No sé qué está tratando de insinuar Matianita... Ya se lo dije, el Dr. Ferrec y yo solo somos primos.

—Ay niña, me quitas un peso de encima, es que la gente murmura, tú sabes... Bueno, pero me tranquiliza saber que ustedes respetan su parentesco, eso sin duda abre una posibilidad para mi Oralia...

—¿Una posibilidad para Oralia?

—Sí, a poco no te has dado cuenta que ella le echa tremendos ojos a tu primo, es que lo que sea de cada quien, ¡qué hombre tan atractivo!, ¡tan bien formado, tiene todo en su lugar y muy bien puesto! ¡Señor, perdóname por estos pensamientos tan lujuriosos! —decía Matianita, juntando las manos mientras veía al cielo y la cara se le encendía— Ay, pero la verdad es que ¡ni parece tu primo!... sin ofender, pero tú medio flacucha y descolorida y él con ese color trópico que tiene, ese porte y ese fuego que se le sale por los ojos...

Para ese momento la seriedad y la molestia en el rostro de Solange, eran demasiado evidentes, solo que Matianita era incapaz de percibirlos...

—Ayyy vieras que las vecinas nos asomamos a la ventana para verlo cuando pasa con su bata blanca de doctor, ¡quién fuera su paciente!, ¡yo estaría impaciente por que me revisara!, por eso todas comentamos... ¿Cómo es posible que ustedes dos vivan solos en la casa, mientras Jesusita allá postrada en la cama de la clínica?, pero como te dije, sin duda me tranquiliza saber que solo hay una relación de primos entre ustedes

—Pues sí Matianita, puede dormir tranquila — respondió Solange completamente molesta

—Bueno, no te quito más el tiempo, iré a decirle a mi Oralia la buena noticia, que el Doctor está libre, para que *ni tarda ni perezosa, le eche los perros encima* —Marianita se fue envolviéndose de nuevo en su chal y con una sonrisa de triunfo.

...

—¿Quién era preciosa? —preguntó Fernando acercándose por atrás y abrazando a Solange desde su espalda cuando ella entró a la cocina.

—Era Matianita...

—¿Qué quería?

—Quería saber si también estábamos sin luz... —dijo ella mientras respondía al abrazo, acariciando los vellos del brazo de él que estaba rodeando a su cuello, todavía con cierta timidez del contacto físico recién estrenado entre ellos, tratando de acostumbrase a su calor y a su cercanía.

—¿Solo eso?

—Sí, solo eso...

—Fernando, dime una cosa... ¿Te parece que estoy flacucha y descolorida?

—Para mí, eres la mujer más hermosa del mundo, me gustas exactamente como estás, no te cambiaría nada.

—¿Por qué me lo preguntas?

—No sé, curiosidad...

—Que nadie te haga dudar de ti misma Solange, yo te amo por todo lo que eres, incluyendo tu físico, pero quiero aclarar que no te amo sólo por tu físico...

—Fernando, estoy inquieta, no es correcto esto que está pasando entre nosotros, ¡por Dios, somos primos hermanos!

—Somos más que eso, somos un par de seres humanos que se aman, que se apoyan, que se quieren sin importar nada más.

—Pero es que afuera nadie verá bien nuestra relación.

—No me interesa el mundo de afuera, me interesa solo nuestro mundo de dos, solo lo que estemos sintiendo tú y yo. Además, te amo tanto, que no descarto que nos podamos ir a vivir a un lugar diferente, a una ciudad en donde nadie nos conozca...

—Pero... mi madre, Fernando, mi madre está aquí en este pueblo, postrada en la cama de una clínica... imagino si de repente despertara, la vergüenza y el dolor tan grande que le provocaría el saber que estoy actuando en contra de todos los principios que ella me enseñó.

—Estoy seguro que si eso pasara, ella sabría entender el amor qué hay entre nosotros.

—No estoy segura de eso...

—No te agobies, es muy probable que nunca lo podamos saber...

Ella acarició sus antebrazos, mientras él cerró los ojos al contacto de esa caricia tan dulce que los recorría a todo lo largo...

—Sabes, a veces desde el escritorio te observaba mientras dormías, y veía tus brazos e imaginaba que los acariciaba y hasta me sonrojaba de solo pensarlo...

—¿Te gustan?

—Mucho, me parecen tan varoniles, tan protectores, tan fuer... —y él no la dejó acabar la frase, porque la besó y la tomó en brazos para llevarla de nuevo a la cama, así totalmente vestidos, para seguir descubriendo la magia de besarse por primera vez, por segunda vez, por sexagésima vez...

...

—Habían pasado varios días más, la terapia continuaba, él tenía que contenerse para no llevar sus manos más allá, la confianza entre ellos iba en aumento, aunque hasta ese momento solo había besos entre ellos.

Ella ya empezaba a dar algunos pasos, apoyada solo en un bastón, todavía insegura de caminar sin apoyo, pero la medicina y la fisioterapia estaban dando buenos resultados.

Fernando & Solange. Una pasión prohibidaWhere stories live. Discover now