🌺Veintiséis🌺

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A la noche siguiente, una noche cualquiera, pero para otros era el camino de la libertad, y en este caso era para Irupé, que estaba haciendo la maleta.

Irupé había aprovechado una vez más que su padre estaba dormido por sus borracheras, y empezó a hacer la maleta para por fin irse de aquel infierno que vivió cautiva desde su niñez.

La maleta era pequeña, y rosada pero era suficiente para que entraran algunas ropas y libros de la joven. Que iba y venía en la habitación caminado con rapidez pero manteniendo el más posible silencio, porque un pequeño error o ruido y todo terminaría por la borda.

Por otro lado, en el camping Laito espero pacientemente que todos empezarán a guardar y levantar el campamento para irse de vuelta a sus vidas normales.

Pero especialmente, espero que sus veamos estuvieran distraídos, ya que en algunas ocasiones no le quitaban los ojos de encima, pero con tanto movimiento y cosas que hacer para irse del lugar, le dieron la oportunidad perfecto al castaño para que logré escapar, e ir al lago una vez más.

El de sombrero cuando llegó al lago se sentó en la orilla, para admirar las pequeñas olas que reflejaban la luna menguante, y que se rompían chocando entre sí, mostrando una imagen borrosa del astro.

Mientras tanto, Irupé empezó a salir de la cabaña con cautela, y con la maleta deslizándola sigilosamente por el piso, para salir hacia afuera y levantar la maleta que pesaba un poco, y caminar con rapidez hasta donde estaba el castaño.

— ¡Laito-kun! — habló Irupé, llamando la atención del joven mencionado.

Él volteó, saliendo se sus pensamientos para observarla y sonreír.

— Al fin bitch~chan. — Exclamó él, para levantarse del césped con agilidad y acercarse a la rubia, para abrazarla por la cintura —. ¿Estás lista bitch~chan para sumergirte conmigo en el infierno?

— Siempre estuve lista. — Respondió Irupé, con voz aterciopelada y suave, casi como si fuera un susurro del viento.

— ¡Ay bitch~chan como me encanta cuando hablas así, me excita tanto que te fornicaria ahora mismo! — dijo el joven, entre suspiros, con un leve sonrojo en sus mejillas.

— ¡Laito-kun! No digas eso.... — Pidió la chica, sonrojándose levemente —. Pero no lo puedes hacer aquí..... — Agregó desviando la mirada.

— No bitch~chan, pero si un besito. ¿o No? — exclamó el castaño, observándola con picardía.

— Bueno en ese caso creo que no puedo decir nada. — Susurró la rubia, mirando un punto fijo del césped.

— ¡Ay bitch~chan si que eres una pequeña zorrita! — habló Laito, riendo para besarla, agarrando su labio inferior y lamerlo para introducir su lengua y jugar con la de ella.

Ella lo abrazo por el cuello, cerrando los ojos para disfrutar del beso apasionado que renacía de sus bocas uniéndose a la perfección.

La luna se despejó de las nubes, para mostrar su verdadera forma y dejar ver la luna llena, que era el único testigo de aquel amor que había renacido entre dos especies diferentes en todo tipo de circunstancias, pero con algo en común y era el fuerte amor que sentían sus subconscientes.

Un amor que unió a dos personas de diferentes mundos, pero que de entendían, que se ayudaban mutuamente y eso era suficiente para que perdure para toda la eternidad.

Pero no siempre la luna es testigo de historias de amor con finales felices, si no de tragedias y tal vez está no sea la diferencia entre dos amores prohibidos.

Flor Cautiva ||Laito Sakamaki - Diabolik Lovers|| Libro №1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora