Capítulo 1. Cruces de mirada

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Miharu Kagaku y Shizuku Michiko llevan siendo vecinas desde hace más de siete años, y gracias a eso, se han convertido en las mejores amigas.

Viven en el distrito 13 casi a las afueras de Kyoto.

Miharu tiene 14 años. Es alegre, muy espontánea, y demasiado nerviosa, nunca para quieta. También, tiene muy mal genio, como todas las chicas. Y muy pocas veces, pero las hay, es una muchacha romántica.

Su amiga Shizuku, por el contrario, tiene 15 años. Es muy inteligente, guapa, alegre y simpática. Según Miharu, ella es demasiado romántica. Sería una chica perfecta, de no ser por su gran timidez.

Ambas destacan en muchas cosas, y son muy conocidas en su barrio. En el instituto si no sabes quiénes son, será porque eres nuevo. Es imposible no saber de ellas. Pero sin duda, tienen un grave problema por el cual es posible reconocerlas: siempre llegan tarde.

- ¡Miharu! ¡Date prisa! Son las 8:10 a.m., faltan 5 minutos para empezar las clases. Si no sales ya, vamos a llegar tarde -grita Shizuku situada justo debajo del balcón de su amiga.

- Pues para variar, ¿no? Jajajaja -ríe Miharu en tono sarcástico.

- Yo no le veo la gracia -resopló la mayor.

- No discutas y corre, anda.

Miharu sale por la puerta de su casa a toda velocidad, la cierra tras de sí, y coge la mano de su amiga para correr hacia el instituto <<Really Power>>.

Really Power, bonito nombre, ¿no? Pues esto se debe a que es un instituto privado al que no puede entrar cualquiera que se precie. Para asistir a él, debes tener algún tipo de superpoder. Podéis pensar que dos niñas como ellas, tan jóvenes y despreocupadas, nunca podrían ir a un sitio como ese. Pero es que las dos tienen unos poderes increíbles, e incluso han salvado a la ciudad de malhechores en varias ocasiones.

Por fin llegan a la escuela. Hoy no tan tarde como otras veces, pero aun así, casi les vuelven a llamar la atención.

- Shizuku, te veo luego -dice Kagaku-. Ahora me toca francés.

- Vale, hasta luego -responde su amiga.

Mientras Kagaku pasea por el pasillo de camino a su aula ve como se acerca el Director Moriyama con un alumno.

- ¡Eh! Kagaku. ¿Qué haces por aquí a estas horas? -pregunta el director.

- No... yo... es que llegaba un poco tarde y...

- Pues claro, ya lo había supuesto.

La chica dirige su mirada al acompañante del viejales. Es un muchacho mucho más alto que ella, bastante fuerte, de ojos verde esmeralda y cabello azulado. Está tan concentrada admirando esa belleza que no se percata de que el director está hablándola.

- ¡Eh, chica! ¿Estás ahí? Puff... Bueno, pues como te decía, este es Akira Ryu y desde hoy es alumno de esta escuela, en concreto, de tu clase -el director hace una pausa, como si se estuviera pensando lo que va a decir- ¿Podrás acompañarlo?

- ¡Claro que sí! Llegaremos enseguida -dice ella a la vez que agarra de la mano al nuevo.

Cuando están lo suficientemente alejados, Kagaku vuelve su mirada hacia Ryu y le dice, algo divertida:

- Tú pasa del viejales ese. Nos tiene manía a todos los alumnos.

- Jajaja Ya me he dado cuenta, gracias. ¿Por dónde está la clase?

- Lo cierto es que aún nos queda un ratito, está en el otro módulo. Por eso, ¿qué tal si...?

¡TELETRANSPORTACIÓN!

Al instante, ambos aparecieron en medio del aula.

- Con que teletransportación, ¿eh? Mola -dice Ryu esbozando una media sonrisa.

- Gracias -Kagaku también sonríe-. Por cierto, ¿qué hay de tu poder?

- Ejem ejem -les interrumpen.

Se vuelven hacia la voz. Es la profesora.

- ¡Ah! Hola, profe -saluda tuteando Kagaku-. El dire me ha dicho que presente al nuevo.

- Kagaku vaya usted a sentarse, creo que este muchacho no necesita su ayuda para decirnos su nombre -ordena la maestra.

La chica se sienta, mientras todas sus compañeras la miran con cara de envidia.

- Buenos días a todos -comienza Ryu-. Mi nombre es Ryu Akira. Tengo 14 años. Vengo de un instituto de Nara. Y mi afición es el baloncesto, sin duda.

Se escuchan algunos suspiros y gritos de dulzura de las chicas. Todas están embobadas mirándole, incluso algunas hasta babean. Pero el chico se limita a mirar a Kagaku exclusivamente.

- Es un placer tenerte en mi clase, Ryu -dice la profesora-. Por favor, ahora, precede a sentarte con Kagaku. Espero que no sea una mala influencia para usted.

- Gracias, le aseguro que no lo será -contesta él. Y en ese instante todas las chicas le dirigen una mirada de odio a Kagaku.

Como Ryu aún no tiene los libros, durante esta clase deciden compartirlo ambos. Kagaku coloca el libro de matemáticas en el centro de ambas mesas. Y él acerca su silla a la de ella. Están tan pegados que seguro que pueden sentir sus respiraciones. Se pasan la clase riéndose, desde luego han hecho buenas migas.

Llegó la hora del recreo. Shizuku está esperando a su amiga en una esquina del patio, cerca de los árboles, como siempre. De repente los ve. Su mejor amiga va cogida de la mano de un muchacho al que no había visto nunca. Ella no se lo piensa dos veces y pregunta:

- ¿Quién es tu amigo, Miharu? Y ¿por qué vais cogidos de la mano?

Kagaku se sonroja un poco.

- Se llama Ryu Akira, es nuevo en mi clase. Juega al baloncesto.

Shizuku sigue perpleja por todo este asunto.

- Vale, perfecto. Pero, de nuevo, ¿por qué vais cogidos de la mano?

La parejita se siente intimidada y sueltan rápidos sus manos.

- Esto... nada en particular... lo de siempre... -prueba a excusarse Kagaku.

- Por cierto, encantado de conocerte -dice Ryu, algo sonrojado también.

- ¡No me cambies de tema! -Exclama Shizuku-. Disculpa, es que me preocupo bastante por la vida de mi amiga.

Después de las presentaciones y demás, deciden sentarse en una mesa debajo de un gran cerezo. Dejan sus cosas y se disponen a comer.

- ¿Qué tienes de desayuno, Ryu? -pregunta Kagaku.

- Emm, creo que son bolitas de arroz.

- ¡Me encantan!

- ¿Quieres una?

- Sí, por favor.

La chica estira el brazo para alcanzar la bola, pero, sin querer, le da un codazo a un vaso de agua y este se derrama sobre la falda de Shizuku.

- ¡Mierda! -Dice Shizuku.

- Perdona, Michiko. No era mi intención -se disculpa su amiga.

- No, si da igual. Voy a cambiarme de uniforme al vestuario, siempre tienen de repuesto.

Kagaku y Ryu se quedan a solas, y comienzan a reír de nuevo.

Shizuku se está cambiando de ropa, cuando oye que abren la puerta. Piensa que es otra chica, así que no le da importancia. Entonces, no escucha cómo se cierra la puerta y vuelve su mirada hacia allí. ¡Es un chico! Un chico de cabello castaño y ojos azules, un poco más alto que ella, está parado frente a la puerta del vestuario, con una expresión de sorpresa.

CONTINUARÁ...

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