Lección 4

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28 de marzo.

Todos mis amigos habían venido a cenar a casa para celebrar mi cumpleaños, incluso Naruto había enviado un clon de sombra, todos estaban presentes menos él...no vino, al igual que el año pasado y el año anterior a ese durante los últimos seis años.

Después de limpiar todo y asegurarme de que Sarada estuviera durmiendo me di un baño caliente con el fin de lavar mis penas y frustración. Mientras buscaba mi pijama en el closet, el libro "Icha icha Takutikusu" cayó junto a mi pie, abierto, recogí el libro y me fijé en título de ese capítulo "Cuando ellas toman la iniciativa", mordí mis labios como respuesta, todo mi cuerpo tembló ante la imagen mental de mi sensei.

Me puse un conjunto de seda en color champagne, que había estado guardando para una ocasión especial, metí entre mis pechos el juguetillo del tamaño que seguía, me enfundé en un vestido sencillo y salí con una dirección en mente. Corrí con sigilo por los techos hasta que llegué a la casa del Rokudaime, desde la ventana podía verlo, recostado sobre su cama, leyendo ese libro que había iniciado todo...

. — ¿Cuánto tiempo piensas quedarte ahí Sakura?

Su voz me distrajo y mi pie falseo por un segundo. Kakashi-sensei se recargó en el marco de la ventana, llevaba el torso, los pies y la cara desnuda, me relamí los labios ante la expectativa de tener su cuerpo sobre el mío, o debajo.... Mi sensei abrió la ventana y me ayudo a entrar.

. — ¿Qué haces aquí?

Coloqué mis manos sobre sus pectorales y lo besé. Mi boca transmitía la desesperación de sentir un cuerpo masculino, mi lengua se enredó con la suya; camine hasta dejarlo caer sobre la cama.

Retiré los tirantes de mi vestido y lo dejé resbalar por mi cuerpo, mostrando el conjunto de seda.

. —Vine por mi siguiente lección—mi voz sonaba cargada y mi respiración era errática.

Tome las manos de mi sensei y lo invite a tocar mi piel, a sentirme...su respiración comenzó a delatar su excitación. Deje que sus manos se pasearan sobre mis curvas y su lengua recorriera mi cuello mientras metía mis dedos en sus plateados cabellos.

Sacó el juguete de entre mis pechos y me invitó a ponerlo en mi boca, yo obedecí.

Sus labios bajaron por entre mis pechos, pasando por mi abdomen y bajando hasta mi monte, retirando mis bragas, sus dedos se abrieron paso en mi interior, separando mis labios mayores; mi humedad era evidente, sus dedos comenzaron a recorrerme de arriba abajo.

Me aferre a sus hombros y deje que esparciera mis fluidos hacía mi entrada trasera; su boca busco la mía y nuestras lenguas volvieron a juntarse hasta que el juguete acabo en su boca, lo sacó y coloco la punta sobre mi clítoris, moviéndolo en pequeños círculos mientras sus dedos, empapados por mi humedad, trabajaban mi entrada trasera.

Cuando el juguete estuvo empapado por mis propios fluidos, me hizo girar y agacharme frente a él. Sentí el frío metal irrumpir, un pequeño dolor dio paso a un gran placer. Sentí un beso en mi glúteo derecho seguido por una nalgada que me hizo enderezarme. Giré y pude ver una enorme erección que amenazaba con romper los pantalones de mi sensei.

Lo empujé sobre la cama y retiré el pantalón que descansaba en sus caderas, no había nada debajo, solo una erección grande y dura que me saludaba.

Sin dudarlo me acerqué y recorrí el glande con la punta de mi lengua, un gemido de Kakashi-sensei me hizo saber lo placentero que había sido mi movimiento, así que lo repetí; esta vez dejé que entrara un poco en mi boca y al retirarla mi lengua volvía a rozar toda su rosada circunferencia.

Repetí el proceso, de forma lenta, engullendo un poco más cada vez.

Subí a la cama me coloqué sobre las caderas de mi sensei, descubrí mis pechos, tome la cabeza de mi sensei y lo acerque a estos—lámelos sensei—le pedí.

Su lengua rodeo mi pezón izquierdo mientras sus manos masajeaban el otro; mi pecho llenaba su boca y yo me abracé a él y comencé a restregar, sin penetrar, nuestras intimidades. Mis gemidos desagarraban mi garganta, quería que todos escucharan el placer que estaba sintiendo.

Tomé sus cabellos y moví su boca hacia mi otro pecho, sentí el rozar de sus dientes en mi pezón, enterré mis uñas en sus hombros y me restregué con más fuerza. Su boca subió por mi cuello, recorrió mi mandíbula hasta mi oído—déjame sentirte—susurró.

Me separé un poco, con la respiración agitada, me di vuelta y me dejé caer sobre su erección, comencé a moverme de arriba abajo mientras contraía mis paredes, acunando su erección, sus manos se aferraron a mis caderas y su pelvis empujaba junto a la mía, llegando más profundo.

Las oleadas de un orgasmo comenzaron a llegar hasta a mí, sentía como si tocara el cielo, mis sentidos se agudizaron y sentí como me corría, literalmente, a chorros.

Empape todo, mis piernas, las de mi sensei, las sabanas, la cama, todo.

Con las piernas temblando me dejé caer sobre el pecho de mi sensei, este me colocó despacio sobre la cama, lo vi bajar y posicionarse entre mis piernas. Beso la cara interna de mis muslos, subiendo de a poco.

Soplo sobre mi entrada, haciéndome estremecer, su lengua recorrió toda mi entrada, volvió a soplar; instintivamente levante mis caderas hacía su boca, sus manos se aferraron a mis caderas, su lengua me penetraba, con mis manos separaba mis labios para darle un mejor acceso y masajeaba mi clítoris.

Mi sensei levanto su cabeza y me sonrió desde entre mis piernas. Lo tome por los hombros, lo atraje hacia mí y lo bese, enrede mis piernas en sus caderas, Kakashi-sensei comenzó a abrirse paso, una vez más, de forma lenta y pausada, dejándome sentirlo.

Pego su frente a la mía, sus ojos clavados en los míos. Arrancándonos gemidos con cada estocada.

Mis manos recorrían su espalda, mi boca besaba su mandíbula, su cuello, sus pómulos y viajaba hasta su boca. Nuestros besos seguían siendo húmedos, pero esta vez se sentían más cálidos, más íntimos, más tiernos.

Sus manos acariciaban mis piernas y no había ni una ráfaga de aire que pudiera filtrarse entre nuestros cuerpos, estábamos tan juntos como dos cuerpos podían estarlo.

El miembro de mi sensei comenzó a sentirse más grande y sus estocadas se hicieron más profundas; un nudo se formó en mi estómago y se liberó en la forma de un orgasmo, cuando mis paredes se contrajeron, sentí la semilla caliente de mi sensei llenándome.

Se dejó caer sobre mi cuerpo, cuando nuestras respiraciones se normalizaron, sentí un rastro de besos que iban desde mis hombros hasta mi oreja—necesito cambiar las sábanas—dijo antes de morder el lóbulo de mi oreja.

Nos levantamos de la cama, mientras Kakashi-sensei recogía todo, comencé a vestirme, no podía dejar a Sarada sola toda la noche. Mientras terminaba de acomodar mi vestido sentí una fuerte nalgada—No vuelvas a venir por una lección a menos que yo lo diga—mordió mi hombro y deposito otra nalgada.

Su rostro estaba igual de serio que siempre, busqué un ápice de travesura en sus ojos o algo que me indicara que estaba bromeando, pero no lo encontré. Su frialdad me hizo recordar que, al final, él solo era mi sensei y no mi pareja. Asentí y me dirigí hacia la ventana. De alguna forma, esto se sentía como un error, uno muy placentero.

. —Sakura—gire mi rostro para verle—feliz cumpleaños.

. —Gracias sensei y por la lección también.

Cuando llegué a la puerta de mi casa vi un sobre, dentro solo tenía una nota. Al parecer construirán un museo de historia Shinobi, Naruto quería saber si estaba bien incluir TODA la historia de los Uchiha.

Una esperanza se instaló en mi corazón, si construían un museo, Sasuke tendría que venir a aprobar lo que se escribiera sobre su clan, eso significaba verlo.

Sonreí ante la posibilidad.

Esa noche me quede dormida con una sonrisa.

Aprendiendo De Mi SenseiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora