Acto I: HALLAZGO FORZADO.

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En el nuevo centro cultural "Carlos Rottemberg", se realizó una feria de ciencias en la que se presentaron los últimos avances médicos y tecnológicos conseguidos hasta el momento. Camila Barrientos: una destacada bióloga de la universidad de Ciencia exacta de la ciudad de Córdoba, paseaba por los largos pasillos del salón en busca de algo prometedor. Ahí presenciaba de todo; desde sistemas anti gravitatorios experimentales, hasta prótesis clonadas y listas para ser implementadas en el acto.

Atravesando los pequeños puestos, se encontraba el Salón teatro; en donde se realizó en su momento, arduos y picantes debates por parte de las mentes más brillantes que se encontraban en el lugar. Con sorprendente sigilo, se adentró atravesando las butacas hasta sentarse en un lugar que le prometía una buena vista del escenario. Ahí pudo presenciar a Tomas Almonacid: Maestro de biología marina. Alberto Saucedo; técnico e ingeniero especializado en maquinaria microscópica. Y Daniela Rivas; una médica cirujana famosa por sus infalibles operaciones en situaciones inesperadas. Una vez le operó la vesícula a Pepe, el verdulero de Lago puelo con dos tenedores y un hilo. Desde entonces la conocen como "La mcgiver" de Florencio Varela.

El debate que se llevó a cabo parecía ser simple, algo trillado, pero al mismo tiempo tentador: las ventajas de implementar diversas habilidades de ciertos animales en el ser humano. La discusión duró horas, entre gritos y fórmulas matemáticas que desembocaban en un notable error, fueron resolviendo y, al mismo tiempo, generando nuevas dudas que incrementaban por cada opinión que surgía. Cada tanto un estudiante aparecía de manera espontánea con alguna teoría que al principio parecía tentadora, o simplemente para darles la razón suficiente para echarlos a patadas del lugar. Hasta peleas clandestinas que se llevaban a cabo en el estacionamiento.


Pasó el tiempo y el enigma que, en un momento parecía revelarse ante todos, terminaba sumiendo en la rabia más brusca al más relajado del grupo. Camila solo se limitó a escuchar y ver el entorno, mientras anotaba todo en su cuaderno de tapa dura. Hasta que de pronto, Tomás decidió cerrar el tema con una mateada acompañada de bizcochuelos:


- Bueno gente; muy linda la charla, pero hasta acá llegamos. – Contestó algo extenuado.

- La verdad que te luciste con eso de alterar el diseño de las manos para mejorar la capacidad de buceo. – Le dijo Alberto - Puede que haga un diseño de guantes con eso.

- Pero acordate que para que eso pase, necesitas muchos años de investigación y evolución forzada. – Interpeló Daniela - Sin contar las consecuencias que puedan llevar esto.

- Cierto, seria perder el tiempo. – Simpatizó Alberto - Además, es obvio que no es posible que algo así llegue a pasar en esta época.

- ¿Y si les dijera que eso es muy posible? ¿y a corto plazo? – Se escuchó desde una distancia lejana a todos ellos. Todas las miradas se volcaron hacia un viejo que se encontraba sentado al frente del salón: Llevaba unas botas gastadas, un saco azul obscuro que disimulaba su camisa negra rasgada en un costado, y una llamativa corbata purpura distraía a todos, evitando que se enfocaran en su cicatriz con forma de siete en la mejilla izquierda. Cabello largo y desordenado y un palo tallado por un cuchillo mal afilado, que usaba como bastón.

- Si; es posible. Pero no a corto plazo. – Le contestó Tomás.

- Eso es porque todavía no lo llevaron a cabo. – Le respondió el anciano. – O al menos nada de manera exitosa.

- ¡Claro genio! – Intervino Alberto – Sin evidencia, ni plata es imposible hacerlo.

- Perdón. ¿Nos podría decir quién es? – Preguntó Daniela, muy intrigada por la intervención del anciano.

El arte de la psicología animal.Where stories live. Discover now