Capítulo 3

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Capítulo 3

Sasuke

Los bordes de mi visión se tornaron rojos y como una cobra enojada lista para atacar salí corriendo al otro lado de la habitación, de lo que cuando el Luxen sintió mi presencia y se enderezó. Se giró cambiando a la forma humana que había adoptado, un hombre cerca de los veinte años. Creo que se llamaba Quincy. No lo sé, no me importaba una mierda su nombre americano.

—No deberías...

Mi puño se estrelló en el espacio justo debajo de las costillas, doblándolo. Antes de que pudiera caer nuevamente en la cama, lo agarré por los hombros y lo arrojé a un lado.

Quincy rebotó en la pared, el impacto haciendo temblar los cuadros enmarcados y colgados en esta. Sus ojos azules destellaron blanco, pero exploté hacia delante, dando puñetazos en sus hombros, azotándolo de vuelta a la pared otra vez.

Me acerqué amenazadoramente a su cara. —¿Qué estabas haciendo aquí?

Quincy pasó los labios sobre sus dientes. —No tengo que responderte.

—Si no quieres saber lo que se siente que te arranquen tu piel humana pedazo por pedazo —contesté, mis dedos hurgando en la camisa que vestía—, lo harás.

Se echó a reír. —No me asustas.

La ira se arremolinó a través de mí, mezclándose con frustración y una puta tormenta de otras mil cosas. No quería nada más que darle una paliza al idiota. —Deberías estarlo. Y si vas a él de nuevo, si siquiera miras en su dirección o respiras cerca de él, te mataré.

—¿Por qué? —Su mirada fija comenzó a moverse por encima de mi hombro, hacia la cama, hacia él. Agarré bruscamente su barbilla, forzando sus ojos a los míos. Su forma titilaba—. ¿Lo estás protegiendo? Puedo sentir que él no es sólo un ser humano, pero no es uno de nosotros.

—Nada de eso es realmente importante. —Su piel y hueso enterrados bajo mi agarre sobre su barbilla.

Se liberó de mi agarre. Riéndose, inclinó su cabeza contra la pared.

—Tú has estado con los seres humanos por mucho tiempo. Eso es todo. Eres demasiado humano. ¿Y crees que no lo veo? ¿Que los demás no han notado esto?

Mis labios se curvaron en una fría sonrisa. —Tienes que ser un tipo especial de estúpido si crees que haber sido criado en la Tierra me impedirá matarte. Aléjate de él y de mi familia.

Quincy tragó duro cuando se encontró con mi mirada. Lo que vio en mi mirada lo hizo retroceder. Mi sonrisa se extendió y el resplandor blanco salió de sus ojos. —Le contaré a Jigen —dijo entre dientes.

Alejándome de él, palmeé su mejilla con brusquedad. —Haz eso.

Dudó un momento y luego se apartó de la pared. Acechando a través del cuarto, se fue y no miró atrás hacia esa cama, ni una sola vez, el hermano sabía lo que era mejor ahora. Agitando mi mano hice que la puerta cerrarse lentamente. El chasquido de la cerradura tronó a través de mis venas.

Bloquear la puerta no tenía sentido en una casa llena de Luxen, pero era una cosa tan humana de hacer.

Cerrando los ojos, me pasé las manos por el rostro repentinamente exhausto a un nivel hasta los huesos. Venir aquí no podría haber sido la más inteligente de todas mis ideas, pero no había manera de que no pudiera hacerlo. Desde el momento en que había dado un paso dentro de esta casa, me imaginé esta habitación porque la tentación era tan poderosa como el tirón de mi propia especie.

ResistenciaWhere stories live. Discover now