Capítulo 4

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Capítulo 4

Naruto

Todavía observaba a Sasuke, completamente consciente de que todos los demás, excepto él, me miraban de cerca. Pero, ¿por qué no me veía? Un pánico extremadamente intenso me arañaba las entrañas. No. Esto no podía estar sucediendo de ninguna manera.

Mi cuerpo se movió hacia él incluso antes de que supiera lo que hacía. Desde el costado de mi ojo, vi a Sai sacudir la cabeza y uno de los hombres Luxen dio un paso hacia adelante, pero fui impulsado por una necesidad inherente de probar que mis peores temores no se hacían realidad.

Después de todo, él me sanó, pero luego recordé lo que Sai dijo y cómo se comportó conmigo. ¿Qué sucedería si el azabache era como su hermano menor? ¿Convirtiéndose en algo tan extraño y frío? Podría haberme sanado sólo para asegurarse de que él estaría bien.

Aun así, no me detuve.

Por favor, pensaba una y otra vez. Por favor. Por favor. Por favor.

Con las piernas temblorosas, crucé la larga habitación y a pesar de que el pelinegro no parecía ni siquiera reconocer mi existencia, me acerqué hasta él colocándole mis manos temblorosas en el pecho.

—¿Sasuke? —susurré con voz espesa.

Su cabeza giró, de repente me observaba. Nuestras miradas chocaron una vez más y por un segundo vi algo demasiado crudo, demasiado doloroso en esos hermosos ojos negros. Luego sus grandes manos se encontraban alrededor de mis brazos. El contacto quemaba a través de mi camisa marcándome la piel, y pensé esperanzado que me atraería hacia sí, que me abrazaría, un acto que a pesar de que nada iba bien, sabía que mejoraría mi día. Pero cuando las manos del ojinegro se contrajeron alrededor de mis brazos mientras yo inhalaba una respiración inestable, él procedió a alejarme de su cuerpo, dejándome al menos a un metro de distancia.

Sorprendido lo miré fijamente, al mismo tiempo que algo profundo en mi pecho se agrietaba. —¿Teme?

No dijo nada en lo que me soltaba un dedo a la vez, o al menos así se sentía cuando sus manos se deslizaban de mis brazos. Dio un paso hacia atrás, volviendo su atención al hombre detrás del escritorio.

—Tan... incómodo —murmuró la rubia, sonriendo.

Me encontraba clavado en el lugar, mientras el dolor del rechazo quemaba a través de mi piel triturando mi interior como si no fuera nada más que papel maché.

—Creo que alguien esperaba más que una reunión —dijo el Luxen detrás del mostrador, su voz resonando con diversión—. ¿Qué piensas, Sasuke?

Uno de sus hombros se elevó en un encogimiento descuidado. —No pienso nada.

Mi boca se abrió, pero las palabras no salieron. Su voz, su tono, no era como el de su hermano menor, pero era igual a cuando nos conocimos. Como cuando solía hablarme con un fastidio apenas contenido en donde un fino velo de tolerancia goteaba de cada palabra.

La grieta en mi pecho se intensificó, y por enésima vez desde que llegaron los Luxen, la advertencia del sargento Danzo regresó a mí:

¿De qué lado estará el Uchiha y su familia?

Un estremecimiento se abrió camino por mi espina dorsal. Envolví los brazos a mi alrededor, sin poder procesar realmente lo que acababa de suceder.

—¿Y tú? —preguntó el hombre. Cuando nadie respondió, lo intentó de nuevo—. ¿Naruto?

Me vi obligado a verlo y quise retroceder ante su mirada.

—¿Qué?—Andaba más allá de preocupado cuando mi voz rompió en esa única palabra.

ResistenciaWhere stories live. Discover now