Capítulo 20

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El transcurso de regreso a casa fue tranquilo y silencioso. Quería llegar lo antes posible para poder abrazarla fuerte contra mi pecho. No sabía cómo haría sin que Jan se diera cuenta, pero iba a dormir con Sam en la misma cama. Solo eso, dormir; como hacíamos siempre. Respetaba sus valores y creencias; no iba a presionarla para nada más, además... Bueno, no me agradaba la idea de que pudiera ver mi cuerpo lleno de cicatrices y mi pierna destrozada. No encontraba otra palabra que la describiera mejor. En ese aspecto seguía siendo inseguro.

Cuando llegamos a casa varios minutos después, Sam ya me había contado la mayor parte de lo que hizo mientras estuvo de vacaciones con sus abuelos.

—... y luego fuimos a llevarle comida a la gente del asilo. Me encariñé con ellos, todos eran muy amables y atentos y... —Ella siguió parloteando sin percatarse de que ya había estacionado el auto. Movía las manos en el aire con emoción y los ojos le brillaban.

—Sam —la interrumpí riendo—. Lo siento, niña, pero ya llegamos.

Sam giró su cabeza hacia la ventana y soltó una risita al ver la casa.

—Perdón, no me había dado cuenta.

—No te preocupes —dije abriendo la puerta y bajando del auto. En el trayecto de vuelta el clima se había vuelto un poco más frío y un escalofrió me recorrió cuando el aire helado golpeó mi rostro.

Antes de cerrar la puerta le pedí a Sam que no se bajara. Corrí rápidamente a su lado para abrir la puerta y tomar su mano.

—Vaya, que caballeroso. —Salió del auto y se estremeció por lo que abrí mi abrigo y la hice enrollar sus brazos alrededor de mi cintura.

Intentamos caminar pero como ella tenía que ir de espaldas nuestros pies empezaron a enrollarse y le dije que se parara sobre mis zapatos, por lo que parecía que caminaba como pingüino. Sam se estaba riendo por la cara de concentración que ponía para no caernos.

—¿No sería más fácil si corriéramos a la entrada? —preguntó divertida. Detuve nuestros pasos y la miré.

—Tienes razón. A la cuenta de tres. Uno... —Pero Sam ya había salido corriendo a la entrada, por lo que la seguí. Abrí la puerta y entramos al cálido interior de la casa.

Se quitó su abrigo y el gorro, quedándose solo con una ajustada blusa termal negra que llevaba debajo. Acomodé sus prendas en el perchero y la tomé de la mano para dirigirnos a la cocina.

—¿Quieres un chocolate caliente? —le pregunté. Ella hizo una mueca con y sacudió la cabeza.

«Oh, cierto.»

Había olvidado que no le gustaba el chocolate.

—Si tienes café sería perfecto. —Asentí y empecé a rebuscar en los gabinetes por el café. Cuando lo encontré coloqué un poco en la cafetera junto con el agua y la encendí. Me di la vuelta y encontré a Sam mirándome sonriente así que le sonreí de vuelta.

—¿Por qué me miras así? —inquirí. Desvió su mirada a las escaleras y luego me miró nuevamente alejándose de la barra para caminar hacia mí.

—Te extrañé mucho —dijo.

—Y yo a ti como loco.

Al oírme decir aquello, envolvió sus delgados brazos alrededor de mi cintura pegando su cabeza a mi pecho y yo la rodeé por los hombros con mis brazos al tiempo que besaba su coronilla. Suspiré agradeciendo en silencio que ella estuviera conmigo y nos quedamos un tiempo así, sin decir nada pero al mismo tiempo diciéndonos tanto, hasta que el café estuvo listo.

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora