11|Lealtad.

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Beteleur siempre fué confiada, nunca tuvo un motivo fuerte para llegar a ser quisquillosa con las cosas que hacía, pero la aparente perfección que la agencia manejaba poco a poco se vería perturbada por los mismos que juraron fidelidad a Riso-Teki

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Beteleur siempre fué confiada, nunca tuvo un motivo fuerte para llegar a ser quisquillosa con las cosas que hacía, pero la aparente perfección que la agencia manejaba poco a poco se vería perturbada por los mismos que juraron fidelidad a Riso-Teki.

Los perros hambrientos nunca son leales.

El olor dulce de los postres combinado con el olor fuerte del café estaban por todas partes inundando aquel lugar a las afueras de la ciudad.

No hacía mucho Asami había dejado el lugar, era toda una señorita ahora y Beteleur estaba segura de que su madre estaría orgullosa de ella, aún recordaba cuando la había conocido, era tan pequeña que apenas alcanzaba la silla y sus pequeños cabellos alborotados eran lo único que sobresalía cuando se escondía detrás de su madre.

Los recuerdos eran valiosos para Beteleur, porque eran los únicos que siempre estarían con ella.

Bebió un poco de café con leche directo de su taza, el cálido líquido le brindaba una sensación reconfortante en el estómago.

Un sonido sordo hizo que el líder de Riso-Teki elevara la vista. Un hombre sudoroso se sentó justo al frente, parecía sereno aunque la frente aperlada y la respiración irregular dijeran lo contrario.

—Llegas tarde—

—Lo lamento Beteleur-san, no pude tomar el tren a tiempo— se excusó.

—Esta bien, no te preocupes por eso— dejó su taza de café en la mesa— Vamos al asunto principal, ¿Qué ha pasado Roue?—

El chico rascó su nuca con nerviosismo.

—Ellos me encontraron, no sé cómo—

—Me parece increíble de creer, después se todo tu quirk te convertiría en uno de los miembros más escurridizos—

—Le juro que no se cómo pasó, ellos me pidieron información y yo...—

—Se las diste...—

—¡Claro que no! Yo jamás la traicionaria, no después de lo que ha hecho por mí— sollozo.

—Roue no pierdas la compostura y dime qué pasó, necesito saber que es lo que vamos a enfrentar—

—Lo siento— cubrió su rostro— Lo siento— repitió.

—No te disculpes, nada de esto es tu culpa, es mía por no prevenirlo—

—Yo no sé que hacer—

—Tienes que decirlo, si lo escucho una vez sabré que mis suposiciones son ciertas— metió sus manos debajo de la mesa— Tienes que decirlo, dilo...—

—Nos traicionó...— sus ojos azules bañados en lágrimas miraron a su jefa.

Beteleur frunció el ceño mientras el sentimiento de desesperación y enojo la invadía y creaban una presión dolorosa en su pecho.

—Roue debes irte— advirtió— Cuando tome mi último sorbo de café debes desaparecer, vé con Leil—

El chico asintió antes de limpiar su rostro.

—¿Qué hará usted?—

—Yo debo enfrentar mi destino y a los enemigos que se atrevieron a dañar mi agencia— sonrió levemente antes de tomar un sorbo de su café.

Roue esperó atento, su corazón iba a salirse de su pecho al seguía latiendo de esa forma. Debía confiar en Lao Feng (Beteleur) no podía simplemente hechar toda esa confianza a la basura, él mejor que nadie debía estar conciente de lo que esa chica de menos de 1.60 podía lograr.

Era una noche helada en las montañas de Japón, Roue era apenas un niño, pero estaba siendo subastado en alguna reunión de gente asquerosa.

Estaba asustado y sucio, rogaba porque sus padres llegarán a rescatarlo, pero era poco realista, después de todo sus padres fueron engañados por las palabras dulces de un hombre americano, quién pagó quinientos dólares por él prometiendo que lo vendería a alguna familia que quisiera adoptar a un niño. Sí claro, no era más que otra red de trata de personas, pero sus padres eran demasiado pobres e ignorantes para darle algo más que una muerte por inanición a su hijo menor.

En esos momentos Roue deseaba haber muerto hace mucho.

Algunos jalones, un pinchazo en el brazo para drogarle y estaba listo para ser subastado. Las luces eran intensas y no le dejaban ver más allá de sus manos, frente a él, la oscuridad cargada de susurros y risas era abundante, sentía asco y mucho cansancio a la vez.

No lograba entender todo lo que decían, pero el tipo que manejaba la subasta parecía enardecido por las ofertas.

Lo próximo que escuchó fué un ruido fuerte y gran cantidad de humo, el suelo se cimbró haciendo que Yuu (Roue) cayera al piso. Los brazos cálidos, la sonrisa amena y las palabras cariñosas, eso era lo primero que recordaba de Lao Feng.

Lo salvó.

Él fué recibido en un buen orfanato, fué cuidado y alimentado como era debido, pero desafortunadamente no fué adoptado, así que cuando cumplió 18 se unió a Riso-Teki.

Beteleur tomó Finalmente el último trago, estaba poco ansiosa de dejar a toda la agencia por si suerte, pero por el momento era lo mejor y confiaba en que ellos sabían salir adelante.

Roue por su parte se preparó para irse rápidamente del lugar, ya había pensado dónde se escondería mientras el caos comenzaba.

Yo haré todo para salvarla— se dijo a sí mismo y entonces se marchó.

Antihéroe [BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora