– SeungYeon ya despertó y al parecer su condición es estable, solo tiene que pasar unos días más en el hospital para reposar.Momo escucha a su madre decirle mientras prepara el desayuno. La japonesa no presta demasiada atención a lo que dice su madre, su mente estando en un estado confundido y turbio. Tenía muchas cosas en la cabeza que no se había planteado que probablemente tendrían que visitar a la amiga de su madre. Pero no podía. No podía pensar siquiera en Jeonyeon, mucho menos verla.
Sin embargo, estaba decidida a cambiar las cosas y hacerlas bien. Se disculparía con la mamá de Jeonyeon y cortaría la relación con el padre de la misma. Ya no podía permitirse cometer el mismo error.
Tan inmersa estaba en sus pensamientos que no fue hasta la enésima vez que su madre la llamaba, que reaccionó a lo que su madre decia.
– ¿Ya volviste? Necesito que recojas el correo –su madre le pidió, a lo que Momo asintió.
Después de unos diez minutos, salió de su casa arropada con ropa suficiente para resistir el frío que aumentaba al pasar de los meses.
Camino por las calles húmedas de Londres, esperando que no lloviera. Aún era temprano por lo que muchos lugares aún se encontraban cerrados. Y mientras caminaba, se volvió a perder en sus pensamientos.
Después de unos diez minutos más, llegó a la oficina de correos para recoger la correspondencia dirigida a la familia. Se acercó al mostrador, realizó los procedimientos necesarios para que le entregaran lo que su madre le pidió y se lo entregaron.
Salió de la oficina con unas cinco cartas. Dos eran de la escuela de sus demás hermanos, otra era de una amiga de su madre, otra era del trabajo de la misma. Y había una última.
La tomo y la analizó, sin poder reconocer a simple vista quien la había enviado. El sobre era de un color azul claro y estaba cerrado con una estampilla en forma de flor. Decidió esperar hasta llegar a su casa para revisar el remitente de la bonita pero misteriosa carta.
En el camino de regreso, pensamientos confusos sobré Jeonyeon le llegaron ya la mente. En el momento en el que entró al hogar de su amiga, el día en que SeungYeon descubrío todo, odio ver la cara de tristeza dé Jeonyeon. Deseo poder borrar todas aquellas estupideces que cometió en frente de Jeonyeon; ignorar sus sentimientos respecto a lo suyo con Jinwoo, poner su propia diversión por encima de la de ella, traicionar su amistad, y lo peor de todo, haberla hecho llorar y sufrir tanto.
Había muchas más cosas de las que se arrepentía pero no podía pensar más en ellos, el corazón el pesaría aún más y la culpa la carcomería toda. Porque después de todo ella arruinó aún más la fragmentada familia de Jeonyeon.
Llego a su hogar y en silencio, se descalzó y se dirigió a la mesa de la cocina. Al parecer su madre ya se había marchado al trabajo, por lo que se sentó con calma en una de las sillas de la mesa. Entre sus manos colocó más cinco cartas y sacó de estas la del sobre azul. Las demás las dejo en la mesa.
Al momento de girar la carta para leer el autor de esta, sus ojos se abrieron en demasía, estupefacta. El remitente de la carta era Jeonyeon.
Al leer el nombre por milésima vez, sintió como su ritmo cardiaco aumentó y como su rostro se acaloraba.
– ¿Q- Que me pasa? – se dijo a sí misma carraspeando ante su titubeo.
Se decidió mejor a leer la carta en la privacidad de su cuarto.
Subió las escaleras con pasos lentos y pesados y las manos le temblaban de los nervios, mientras el papel de la carta se pegaba a sus manos. Entró rápidamente a su cuarto y se sentó en la cama.