Suena el timbre de salida al receso. Jeongyeon guarda sus cosas y se dispone a salir, sin embargo antes de poder hacer algo, la pelinegra llega subidamente y la jala del brazo hacia el exterior del aula.– Ven, hay que hacer algo divertido —Momo le dice picaresca. Jeongyeon se deja llevar y la sigue.
Salen de los edificios de la escuela y caminan. Duran por lo menos 20 minutos caminando hasta que llegan a una parada de autobús.
— ¿Que estamos haciendo? — le pregunta la rubia a la japonesa expectante.
— Estamos yendo de excursión, ¿Qué no ves tontita? —termina de pronunciar Momo entre risas. Jeongyeon nada más asiente con una sonrisa.
Pasan por lo menos 10 minutos hasta que el respectivo camión llega a la parada. Suben, pagan el ticket y se sientan en los asientos traseros del vehículo. Momo la toma de la mano en todo el viaje. Jeongyeon no puede evitar sonrojarse, pero trata de esconderse en su bufanda para aparentar. Su corazón late desbocado y no puede concentrarse en otra cosa.
El viaje parece eterno. No sabe que es lo que la espontánea de Momo planea. Empieza a arrullarse, pero despierta inesperadamente al sentir como Momo le acaricia la mejilla. Se incorpora inmediatamente, para pera trae que estaba recargada sobre el hombro de la pelinegra.
— Hemos llegado, despierta —le susurra risueña en el oído haciendo que a la rubia se le erice la piel. — Te veías muy tierna y no te quería despertar, pero sino el viaje habría sido en vano. — Jeongyeon asiente levantándose del asiento y tomando la delantera al salir del autobús.
Esperaba que la japonesa no hubiera notado, una vez más, su sonrojo.
Bajaron los escalones del transporte y caminaron a la parada de dicha estación. El frío empaña las ventanas del camión y la niebla inunda el lugar. Inmediatamente el vehículo retoma su curso dejándolas detrás.
— Hay que esperar al siguiente — Jeongyeon asiente con curiosidad.
Van a tomar asiento en las bancas que se encuentran en la parada, pero Jeongyeon nota la presencia de un muchacho sentado en el lugar.
Se le alumbran los ojos a la pelinegra al irse acercando al lugar. Jeongyeon siente un nudo en el pecho, pero se sienta en el lugar más alejado.
Observa por el rabillo del ojo como Momo se acerca al muchacho y se sienta a su lado. Empiezan a platicar muy animadamente, pero Jeongyeon no puede seguir viendo aquello. Le causa tanto dolor.
A los pocos minutos vuelve a observar disimuladamente hacia aquella dirección, pero las lágrimas parecen a punto de salir de sus lagrimales. Momo se encuentra abrazando al muchacho, escondidos tras los pilares que son tienen el techo de la parada, mientras los dos se encuentran compartiendo un beso.
Jeongyeon retira inmediatamente la mirada, apretando sus puños, tratando de contener las lágrimas.
Es tan cruel amar a alguien a quién no deberías.