Capítulo 2.

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Pasamos un buen rato hablando en el parque. Hablábamos sobre lo importante que sería esté año para toda la generación, todo lo que se vendría era genial, la graduación era la más esperada.

Madison me comentó sobre lo que sería su vida al salir de la secundaria, pero dijo que todo podría acabar en un abrir y cerrar de ojos.
Sus palabras me confundían un poco pero rápidamente volvía en "mi", yo aún no tenía muy claro lo que sería de mi vida al acabar la secundaria, lo que si tenía claro es que tendría que buscar trabajo para poder sobrevivir y más adelante pagar la universidad, aún así sin saber que querría ejercer. Pero en ese momento lo que contaba era darle ganas al estudio y dar lo mejor en las pruebas para así poder graduarse.

La insistencia de los profesores nunca faltaba cada año, pero ese preciso año nos tenían más claro el esfuerzo que debíamos dar. Siendo casi medio día, me despedí de Madison, ella se quedo sentada en la banca mirando a unos niños jugando en el parque.
Mientras hiba de camino a mi casa, hiba pensando en lo divertida que era Madison, le alegraba hablar con migo y yo igual me alegraba, no había sentido algo así en mi vida, quizás era justo para mí hacer amigos siendo el primer día de la secundaria.
Ese había sido el 3er deseo que le pedí a la luna el primer día del año 2018, los otros dos habían sido cumplidos, pero después de un tiempo de haberse cumplido 3er pedido por mi.
Exactamente había pedido poder hacer amigos más fácil y ser un poco sociable con los demás, no sólo con 2 o 3 personas de la clase. Ahora si creo que los deseos se hacen realidad cuando los pides desde el corazón.

Llegando a mi casa me tope con la típica vecina chismosa, de seguro me había visto con Madison y no tarda en contarle a mi madre de que me vio con una muchacha. Pero claramente yo porque le mentiría a mi madre, verdaderamente le diría la verdad.
Entonces entrando a mi casa, mi madre como era de costumbre me recibía en la puerta con un gran abrazó, mientras me daba el abrazó dijo.
— ¡Ya la vecina me contó! —.
Con cara de tranquilidad y con respeto hacia mi madre le conté de Madison, mi madre al oir lo buena que era Madison ya hasta la consideraba la chica perfecta para mi, es cierto tarde o temprano me hiba a sorprender el amor, pero no será ese año creía yo.

Uno nunca sabe cuando te enamoraras de alguien, pero siempre hay que procurar nunca ilusionarse con esa persona y mucho menos estar perdidamente enamorado, el amor es calidez, paciencia y confianza. El amor es como subir a una montaña rusa, llena de sentimientos y emociones que rápidamente invaden tu corazón.
Ya era de noche, ya había cenado la rica lasaña que había preparado mi madre, me había cepillado los dientes y me había puesto mi "pijama" para dormir.

En mi habitación habían dos ventanas de un tamaño mediado, se podía ver la luz de la luna. Dichosamente esas ventanas quedaban muy cerca de mi cama, para entonces me levanté, fui hasta la ventana. Me senté en el pequeño sillón que estaba junto a la pared donde se encontraba ventana, mientras tanto me quedaba mirando su bella luz, iluminaba todo, los bosques se veían mas claros para aquellos que pasaban entre muchos árboles. Me quedé un buen rato mirando la belleza de la luna, para ese entonces Madison pasa al frente de mi casa.
Pregunté.
— ¿Que haces fuera de casa a está hora Madison? —.
Respondió.
— Quería dar un paseo, no tengo sueño. ¡Además la luna está muy hermosa! —.
Sinceramente no sabía si era cierto o no que no tenía sueño, además aún portaba su uniforme de la secundaria.
Pregunta Madison.
— ¿Quieres acompañarme a un lugar espectacular? —.
Respondí.
— No se si sea correcto salir tan tarde de casa —.
Insistió.
— ¡Vamos! Será rápido, te lo prometo —.
Para no ser tan mal amigo, salí por la ventana de mi habitación, estilo Rapunsel, pero está vez, era el chico quién salía por la ventana sin que lo descubrieran.

Entonces baje, no sabía como iría a ingresar nuevamente a mi habitación, ya que mi casa era de dos plantas, pero de seguro me las ingeniería.
Llegué hasta donde se encontraba Madison, ella me tomó de la mano y con una voz suave y dulce dijo.
— No te preocupes —.
Me sujeto muy duro de la mano y me llevó corriendo hasta una colina muy alta, empezaba a cansarme cuando ella dijo.
— No falta mucho —.
Y claramente fue así, llegamos a la punta de la colina en un par de segundos o quizás minutos.
La vista del pueblo era hermosa, se lograba ver las luces de los postes de luz, además la luna le agregaba ese toque especial al pueblo. Sacando rápidamente mi teléfono celular tome una foto de la espectacular visión que veían mis dos ojos.
Madison tomando mi celular pregunto.
— ¿Quieres tomarte una foto con migo? —.
Entregandole mi teléfono celular, acepté a que nos tomaramos una foto, yo no era un chico que se la pasaba posteando en sus redes sociales fotos de si mismo, más bien publicaba fotos de paisajes tomados por mi teléfono celular. Rápidamente noté que ingresó a contactos y apuntó su teléfono celular. Entonces ella dijo.
— Aquí está mi número de teléfono para cuando quieras hablarme —.
Guardando su número le di su respuesta.
— ¡Claro! —.
Madison dijo.
— Muy bien, creo que es hora de volver —.
Entonces nuevamente me tomó de la mano, pero está vez no corriamos ya que corría el peligro de caer y lastimarnos. Ya al haber bajado la pequeña colina, empezamos a correr nuevamente para llegar a mi casa.

Después de haber corrido como 2 minutos de la colina hasta mi casa, nos despedimos, Madison parecía dirigirse hacía su casa. Mientras yo pensaba como entraría a la casa sin que mi madre se diera cuenta.
Por varios minutos lo pense, y recordé que mi madre solía dejar la puerta trasera sin llave por si sucedía alguna emergencia. Entonces di la vuelta entera al rededor de la casa, llegando a la puerta de atrás, vi que la luz de la cocina estaba encendida. Verificando que la puerta no tuviera llave, intente abrirla y efectivamente estaba sin llave. Abriendo la puerta lentamente y sin hacer ruido entre a la casa.

Con la misma precaución al haber entrado a la casa cerré la puerta con extremo cuidado.
Recordándole aquellas películas cuando el detective debía entrar en sigilo a la casa. Primero pasando la cocina, luego la sala de estar, hasta por fin llegar a mi habitación, abrí la puerta suavemente pero aún así mi madre se dio cuenta.
Al entrar a mi habitación vi que ella estaba dentro, y para entonces me empezó a bombardear de preguntas, pero con seguridad respondí, además no habíamos hecho nada pero aún asi mi madre me dijo.
— Hijo ten cuidado con esa muchachita, uno nunca sabe lo que quieren ellas, además estas no son horas para salir de la casa—.
Entonces mi madre salió de mi habitación y yo entre para poder dormir las pocas horas que me quedaban para descansar porque entraba temprano a la secundaria.
Me acosté en mi cama, y de seguro del cansancio cerré mis ojos y desperté a la mañana del día siguiente.

Como era de costumbre, después de que sonaba el despertador del teléfono celular, me hiba a duchar. Continuó a eso desayunaba y me preparaba para ir a la secundaria. Había descansado un poco durante la noche pero no impedía de mí día.
Llendo de camino a la secundaria me alcanzó uno de los chicos que me habían hablado el día anterior. Sebastián parecía muy motivado llendo dd caminó a la secundaria, para entonces el me pregunta.
— ¡Oye, no te ves muy animado por comensar este día, vamos cambia esa cara! —.
Entonces yo le respondí.
— Es que la noche anterior no dormí muy bien, pero estaré bien —.
Entonces Sebastián al escuchar que me encontraba bien, mostró su gran sonrisa.
Mientras caminabamos, nos topamos en otro calle a Diego, el otro chico simpático de mi clase. Nosotros parecíamos el autobús, pasando casa por casa recogiendo a cada estudiante, pero no era así, solamente recogimos a nuestros amigos.
Perseguimos caminando y por ultimo se nos apareció Madison, con una sonrisa dibujada en su rostro. Parecía más alegré, quién sabrá lo que le sucedió para que esté tan alegre.
Entonces Diego pregunta.
— ¿Que te ha pasado, para que estés llena de alegría? —.
Madison respondió.
— No me ha pasado nada chicos, solamente hay que disfrutar de la vida hasta el último momento —.
Sus palabras me recordaron al día anterior, básicamente había dicho casi que lo mismo.
Madison se acercó hacía mí y dijo.
— ¡Esperó que te halla gustado mucho el lugar! —.
Yo le respondí.
— ¡Claro, me encantó! —.
Nada podía ser mejor, ya había logrado hacer amigos, mi corazón decía que durarán para toda la vida, pero ya saben lo que dicen.
"No existen los buenos y malos amigos; talvez nos topamos gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos solos. Talvez valga la pena sentir miedo junto a ellos, talvez valga la pena morir por ellos, si así debe ser, entonces no hay buenos ni malos amigos, sólo personas con las que uno quiere y necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón.

Soñando bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora