Capítulo 10.

2 1 0
                                    

Después de haber comido, los chicos y yo nos fuimos a dormir en una tienda de acampar y Madison y su hermana fueron a otra.

Quede un poco extrañado, Madison casi no había comido, de seguro le dolía su estómago o quizás no tenía ganas de comer. Pensaba que era un simple dolor de estómago, pero mientras dormían los demás escuché a alguien vomitando nuevamente. Me levanté rápidamente para ver si era Madison y efectivamente era ella.
Salí lo más rápido que pude y llegué hasta donde ella se encontraba y le pregunté.
— ¿Te sientes bien? —.
Ella respondió.
— ¡Si!. Sólo que tengo náuseas pero tu tranquilo que ya se me pasará dentro de poco —.
Al decirme eso, me sentí un poco aliviado; pero por dentro no lo estaba, sentía que ella me estaba ocultando algo desde hace tiempo, pero sinceramnete no podía desconfiar de ella, si ella me decía que se encontraba bien, tenía que aceptarlo.

Pasaron los días, después de esa noche Madison me habia dicho que sus náuseas ya eran pocas. Cuando acampamos en la colina Madison había susurrando en mi oído.
— Si muero antes de ti, escoge una estrella y desde esa estrella te estaré viendo. Esa luz que ilumina desde lo más lejos de nuestro planeta es tan especial como nosotros dos —.
Un tanto incómodo ante esas palabras decididos escoger una estrella. La apunte y desde entonces esa estrella nos pertenece hasta nuestra muerte.

En fin al pasar los días, cada vez se aproximaba la gran fecha, la convivencia era esperada por todos. Los chicos esperaban está fecha con ansias. Los profesores nos contaron un poco sobre el lugar y sonaba bastante interesante y que sería un gran viaje y sin duda lo sería.

Al llegar dicho día; las emociones era a mil por hora, los autobuses ya se encontraban afuera de la secundaria, muchos se encontraban con sus bolsos, llenos de ropa extra, comida para el viaje y seguramente algunos llevaban el par de audífonos para escuchar música.
Mis amigos, Madison y yo habíamos llegado super temprano de la misma emoción. Inclusiva durante la noche anterior no pude dormir bien, lo más seguro era de la misma emoción.
La profesora de orientación ordenó que hiciéramos silencio para que ella pudiera tomar lista de todos los chicos que hiban para aquel lugar extravagante de que tanto nos hablaban los profesores. Mientras la profesora de orientación pasaba lista, los que ya habían sido llamados podían ir subiendo a uno de los 3 autobuses.

Nosotros ya habiamos subido, Sebastián y Diego se sentaron enfrente de Madison y yo.
Entonces Sebastián sacó su teléfono celular, activó la cámara y tomó varias fotos de nosotros.
Diego era un chico perfeccionista y si algo no le gustaba se tendría que volver hacer, y como una fotografía salió un poco borrosa, el se puso a renegar sobre lo mal que salió la foto.
Entonces nuevamente nos preparamos para la foto, al acabar de tomarnos la foto, el profesor de estudios sociales ordenó que todos se sentarán porque el autobús empezaría su recorrido a la finca en la que sería la convivencia.

Entonces nos sentamos y efectivamente arrancó el autobús y en un par de segundos nos empezamos a mover.
Pose mi mano sobre la mano de Madison, ella me agarró la mano; entonces ella volteó a ver hacía la ventana para disfrutar del viaje.
Al llegar a la finca, todos no paraban de gritar y claramente tienen razón, era gigantesca, cualquiera de podía perder en ese lugar. Al bajarnos de autobús, los profesores encargados, nos dieron un Tour alrededor de la finca.

Inclusive tenía un pequeño puente en el cual por debajo había un pequeño rico que atravesaba de oeste a este.
Todo era magnifico, entonces nos dejaron tomar un paseo y descubrir mas cosas de la finca. Entonces los chicos y yo fuimos a dar un paseo, Madison parecía estar asombrada con aquel lugar, no paraba de ver a todos lados.
Entonces tomé de su mano y dije.
— ¡Siguenos! —.
Madison con su sonrisa iluminadora aceptó a seguirnos.
Mientras caminábamos por un estrecho pasadizo donde gigantescos arbustos no dejaban ver al otro lado.
Todo era mágico, como sacado de un libro de hadas, quién no quisiera una finca como está. Con un enorme patio donde correr y jugar siempre que se esté aburrido.

Soñando bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora