Prólogo

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La primera vez que fui al mundo de los mortales fue por un castigo de mí padre. Si, esa dimensión humana llamada: "Tierra". Desde que mis padres me enviaron a la Tierra no pude resistir a la tentación de cazar energía. Sí, energía humana.

A diferencia de los Ángeles que no necesitan ningún tipo de recurso para seguir vivos, nosotros sí. Debemos alimentarnos de la energía humana o con esa especie de comida a que ellos le llaman: Carne — que por cierto es demasiado asquerosa —.

Al igual que los Ángeles tenemos poderes, pero como era de esperarse los Ángeles y Demonios somos polos opuestos. Ellos tienen poderes de curación, nosotros poderes destructivos, y así sigue la lista.

Siempre veía desde el bosque como los Ángeles desterrados del cielo, por romper reglas o por acusaciones falsas. —Ja, los Angelitos nunca dicen mentiras— Después de todo la vida es disfrazada como algo hermoso. Al igual que en el infierno, algunos Demonios no somos malos como los mortales lo pintan.

Los Demonios somos demasiados cálidos a diferencia de los Ángeles que son demasiados fríos a la hora de amar. Después de todo esto, puedo decir que la única cosa en común que tenemos los Ángeles y Demonios, es una sola regla: Nunca te enamores de un mortal.

Y yo la rompí, ups.

         ¿Te unes a la aventura? :)

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