Chiara
—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo, Han...? —Antes de que pronunciara mi apellido me abalancé sobre ella.
No quiero seguir escuchando su irritante voz. En estos momentos, me hacen querer despegar cada extremidad de su cuerpo e ir repartiendo esas partes de sus cuerpos por cada región del inframundo.
—Cállate —dije de mala manera—. ¡Cállate, de una buena vez! —grité mientras tomaba su melena rubia con fuerza, ella forzaba en zafarse de mi agarre de mala manera. Parecía un gusano moviéndose de esa manera. Sin previo aviso comencé a dar vueltas sobre mi propio eje, el cuerpo de Kalay se elevaba cada vez del suelo, las hebras doradas pálidas de su cabellera se estaban saliendo de su perfecta trenza de lado.
Tomé más impulso para tirarla lejos, al otro lado del campo. Su cuerpo chocó contra una de las paredes de esta misma.
Una vez que decidí mirar a mi alrededor, todas las miradas se encontraban sobre Kalay, sorprendidos. No podían creer que ella hubiera terminado así, por alguien como yo.
Volví a observar a Kalay, quien se encontraba moviendo sus labios, tal vez susurrando o formulando las palabras sin necesidad de usar sus cuerdas vocales. Intenté leer sus labios, aunque me era imposible por la distancia. Avancé unos metros y cuando pude leer sus labios desde una distancia razonable, pero fue inútil, se encontraba susurrando palabras sin sentido —de un idioma que desconocía, más bien—. Comprendí que estaba intentando conjurar un hechizo cuando lo lanzó hacia dirección mi dirección, pero ya era demasiado tarde para que yo lograra esquivarlo con éxito.
Primero sentí que el aire abandonaba mis pulmones, intenté no entrar en pánico, porqué si lo hacía, sabía que las cosas iban empeoraban para mí.
Kalay se levantó del suelo, elevaba poco a poco su brazo y a medida que lo hacía, mi cuerpo comenzaba a elevarse, abandonando el suelo. Movió su brazo a la derecha y mi cuerpo también se movió hacia esa dirección. Ella levantó un dedo, sólo un dedo y mi cuerpo comenzó a desplazarse de un lugar a otro, cada vez que ella me movía aunque sea un centímetro, dolía. Me obligué a cerrar los ojos y concentrarme en otra cosa que no fuera el dolor de mis extremidades.
Cuando los volví a abrir, me encontraba fuera del campo de batalla, mi cuerpo comenzaba a descender. Mi cuerpo chocó contra el suelo del bosque y lo último que puedo recordar es cómo perdía la conciencia mientras me desangraba, veía desde cada extremidad de mi cuerpo, mi sangre de color índigo abandonaba mi cuerpo.
🧝🏻♀️🧝🏻♀️🧝🏻♀️
No sé con exactitud si pasaron horas, días, hay una pequeña posibilidad de que hayan pasado semanas —creo que exageré demasiado con esta última opción—, realmente no lo sé. Lo único que sé que para cuando, desperté todo era caos absoluto, el caos se encontraba reinando en el inframundo en estos momentos. Desde lejos podía escuchar los gritos agonizantes por parte de los demonios, explosiones.
¿Qué estaba ocurriendo?
—¡Chiara, responde, Chiara! —Los gritos de mi madre se escuchaban cada vez más cerca. En su voz podía notar lo preocupada que se encontraba.
—¡Mamá, aquí estoy! —Grité con las pocas fuerzas que tenía para que pudiera escucharme. Ella tardó un poco en encontrarme, pero cuando nuestras miradas se cruzaron se acercó al instante, algo apurada.
Se encontraba despeinada, algunas de sus hebras pelirrojas se encontraban sucias por el estiércol al igual su vestido verde oscuro que estaba manchado en los bordes por el mismo y roto en algunas partes que revelan demasiado su piel. Tenía algunas cortaduras en sus tobillos y muñecas.
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Deadly
FantasyChiara Hansen, siempre tuvo miedo de no descubrir su verdadera identidad. Siempre lo tuvo pero, nadie notaba aquel miedo que cada vez la hacía insegura de sí misma. Siempre entrenaba para descubrir sus poderes, siempre entrenaba para ser la mejor...