Agosto 2, 1968.
Joaquín salía de la biblioteca universitaria cuando su amigo Nikolás lo interceptó, el chico le miró, su amigo ojiverde había quedado después del enfrentamiento con los granaderos con dos puntadas en la frente y un ojo morado, Elaine habia faltado a clases puesto que al intentar escapar de la mano de su novio se había caído y se lastimó una pierna.
"Joaco, vámonos, tenemos que ir al mitin." Joaquín frunció el ceño.
"¿Cual mitin? Nikolás yo ya no quiero ir a ningún mitin, ¡mira como saliste del pasado!" le dijo apuntándole el rostro. Su amigo bufó y lo tomó del hombro. Haciendo que caminara con él, aparentemente todos se habían empezado a tomar la libertad de jalarlo para todos lados.
"Ayer el rector hizo un mitin, por todo lo que pasó en el zócalo, Joaco..." Niko se detuvo, mirando a su amigo, quien le miraba confundido. "algo muy raro y malo está pasando..." se acercó un poco a su amigo y le tomó por los hombros. "los militares tiraron la puerta labrada de San Ildefonso, Joaquín..." Joaquín se le quedó viendo "de un bazucazo..." el menor se llevó las manos a la boca, sorprendido "ayer el rector nos guió a los colectivos en una marcha enorme, te llamé pero no contestaban en tu casa..." hizo énfasis "detuvieron a mucha gente antier, hay rumores de que se murieron varios el día de nuestro mitin..." Joaquín le miró serio, por un momento el rostro de Emilio le pasó por el pensamiento. "y hay gente que dice que también se van a meter los militares aquí." contó.
"Los militares no se pueden meter a ciudad universitaria..." dijo Joaquín, tratando de sacudirse el miedo que le llegó por la espalda baja hasta los hombros, donde las manos de Niko aún descansaban "no pueden ¿verdad?" Nikolás hizo un gesto con los hombros, no lo sabía.
Habían caminado poco, pues la biblioteca no se encontraba lejos de la explanada de rectoría, donde se iban a juntar los comités que querían hablar con el rector de la universidad, Joaquín se sentía cohibido entre la multitud de muchachos universitarios que le rodeaban, se apegó a Nikolás que se encontraba hablando con uno de los oradores que se pondría de acuerdo con los demás. Joaquín recorrió la multitud con ojos analíticos, tratando de encontrar algún otro compañero de clase pero no vio a nadie, hasta que sus ojos se encontraron con una mata de pelo rizado. Entrecerró los ojos para mirarle bien y su corazón dio un salto cuando se aseguró de quien era.
"Niko..." le llamó a su amigo, quien le contestó con un sonido en vez de una palabra. "ahí está Emilio, ahorita vengo." Nikolás se volteó a verlo, pero el chico ya se estaba dirigiendo a otro que no conocía. Ese debía ser Emilio, el ojiverde se encogió de hombros y continuó con lo suyo.
"Hola Joaco." le saludó Emilio cuando le vio llegar por su lado derecho, regalándole una sonrisa cálida.
"Hola Emilio, veo que tu golpe mejoró." le dijo, tratando de ocultar la alegría que le invadía al verlo y subiendo su mano a la parte lastimada del labio del rizado y acariciando suavemente con su pulgar. Emilio asintió, restándole de nuevo importancia al tacto del menor.
"Si, mi madre me ayudó con eso..." le contestó rodeando sus hombros con un brazo, acercándolo a él, Joaquín se dejó abrazar, unos cuantos chicos voltearon a verlos pero los ignoraron. "¿encontraste a tus amigos?" le preguntó Emilio. "ya sabes, después de todo lo que paso, ¿están bien?" Joaquín le regaló una gran sonrisa, el gesto de que se preocupara por el bien estar de sus amigos le daba una sensación de calidez en el pecho.
"Si, están un poco lastimados, pero bien..." Emilio asintió y volteó la mirada al frente, sin dejar de abrazar a Joaquín. "oye..." le llamó el menor, Emilio volteó a verlo, quedando muy cerca de su rostro. "¿estudias aquí?" le preguntó, el rizado soltó una risa suave.
"Si, estudio historia aquí."
"Hey, que bien, yo estudio letras, creo que llevamos materias similares." Emilio asintió, pero al querer decir algo la multitud comenzó a vitorear, el rector de la universidad había aceptado al mitin y se había subido a la tarima improvisada que pusieron los organizadores. Emilio notó como Joaquín se encogía al escuchar el ruido y ser movido por la gente.
Se acercó lentamente a su oído "¿te quieres ir?" le susurró, Joaquín volteó a verlo, sus rostros quedaron a centímetros, a ninguno de los dos les molestaba la cercanía, el rizado le regaló media sonrisa y Joaquín asintió.
-
Los chicos caminaban sin rumbo rozando sus manos, a Joaquín le gustaba la sensación del dorso de su mano rozando con el dorso de la mano de Emilio.
Debía confesar que jamás se había sentido de esa forma tan extraña, no sabía qué era, ni como describirlo, pero cada que veía a Emilio su pecho se encogía, sus manos comenzaban a temblar y su espalda emanaba un sudor frío que le generaba escalofríos. Pero por más malo que sonara, le gustaba sentirse así, le daba un cierto ápice de felicidad tener todo el estomago revuelto sólo con verle, y al mismo tiempo le resultaba extraño puesto que lo había visto solo una vez.
Emilio le hacía sentir feliz, y no sabía porqué, aunque tampoco es como si quisiera averiguarlo, sólo sabía que lo hacía, y no quería que dejara de hacerlo.
Llegaron a un parque vacío, se sentaron en una banca y comenzaron a platicar, la conversación entre ellos parecía fluir como el agua de una cascada, comenzaron a conocerse poco a poco y se quedaron ahí en la misma banca, entre risas y ligeros empujones hasta que el sol comenzó a esconderse para darle paso a la luna.
"¿Te acompaño a tu casa?" le dijo Emilio a Joaquín, cuando se dieron cuenta de que se estaba haciendo de noche, Joaquín asintió pero no se levantó de la banca.
"¿Porqué me quieres acompañar?" le preguntó, con inocencia, Joaquín estaba sintiendo dentro de sí cosas que nunca había sentido en los dieciocho años que llevaba vivo, y le daba mucha curiosidad como alguien de pronto sentía la necesidad o el gusto de asegurarse de que llegara bien a su casa.
"Por que no quiero que te pase nada malo." le contestó Emilio, sonriéndole. Joaquín le correspondió la sonrisa y siguiendo sus impulsos le abrazó.
Emilio se sorprendió un poco y, mirando para todos lados, asegurándose de que siguieran solos, le correspondió, envolviéndole y apretando su delgadez en sí mismo, acariciando el suave cabello del menor, respirando su fragancia. A Emilio le gustaba Joaquín, le gustaba muchísimo, y no sabía por qué si le había conocido hacía poco más de una semana y ese abrazo había sucedido la segunda vez que se veían.
Joaquín se separó un poco de los brazos de Emilio, y se quedaron viendo por un rato, el rizado le regaló una sonrisa y Joaquín se sonrrojó.
"Te voy a preguntar algo..." habló Emilio, ganándose toda la atención del menor "pero por favor no te vayas a sacar de onda..." Joaquín frunció el ceño pero asintió. "¿Te puedo dar un beso?"
Joaquín se inmutó, la pregunta de Emilio le había tomado por sorpresa y le había arrebatado el habla por completo. Se removió en el asiento sin saber qué pensar o cómo hacerlo, vio como Emilio cerraba los ojos y suspiraba pesado, empezando a alejarse de él.
"Si..." dijo en un suspiro. "si puedes." Joaquín jamás había sido besado, y no podía creer que su primer beso iba a ser con un hombre, nunca había pensado en la posibilidad de que tal vez nunca se acercó a las chicas por que simplemente no le gustaban. Le asustaba la idea de que le gustaran los hombres, pero le gustaba la idea de que Emilio fuese aquel por el que su corazón comenzaba a latir.
Emilio se acercó poco a poco y subió una de sus manos a la mejilla de Joaquín, quien por instinto cerró los ojos y se dejó llevar. Las manos de Joaquín se quedaron en su regazo mientras sentía la cercanía de Emilio en su rostro, el mayor dejó su otra mano sobre las de Joaquín, quien la apretó y de forma lenta Emilio depositó un suave roce en los labios de Joaquín, que estaban húmedos. El menor abrió un poco la boca y Emilio aprovechó para tomar sus labios y comenzar un beso real, Joaquín no podía descifrar lo que estaba sintiendo, ni física ni emocionalmente, pero Emilio lo estaba besando, y eso era todo lo que quería saber.
Se estaban besando.
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En Constante Lucha (Emiliaco)
Fanfiction"¡VÁMONOS, JOAQUÍN! ¡VÁMONOS!" Joaquín escuchó los gritos de su amigo Nikolás y sintió sus manos jalarle por la playera, no se podía mover, no podía parase, no podía ver nada más que el liquido rojo que manchaba sus manos y que corría a raudales por...