10- Miércoles rojo.

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Octubre 2, 1968.

El teléfono sonó, Joaquín se removió en si mismo y se encontró atrapado entre los brazos de Emilio, soltó una sonrisa y recordó todo lo que hicieron la noche anterior. El teléfono siguió sonando otras dos veces antes de que tomara el valor de separarse de los brazos de Emilio y levantarse de la cama a contestar.

"¿Bueno?" contestó.

"Joaco, hoy hay manifestación..." soltó Nikolás del otro lado del teléfono, Joaquín soltó un bufido "antes de que digas nada..." interrumpió su amigo "es pacífica, el comité solo quiere leer discursos y protestar sin conflictos..." Joaquín cerró los ojos y apretó la bocina del teléfono con la mano. "te espero, a ti y a tu..." se interrumpió, Joaquín sintió un salto en el pecho "a ti y a Emilio, a las tres, en la Plaza de las Tres Culturas, por fa." y colgó sin dejar a Joaquín negarse o decirle que sí. 

Joaquín regresó a su habitación y miró a Emilio dormir tranquilo con la sábana de su cama cubriéndole las piernas hasta la cintura, su pecho desnudo se movía lentamente de arriba hacia abajo con su respiración.

"Deja de verme así..." le susurró Emilio, sacándole a Joaquín una risa sorprendida, aún con los ojos cerrados. "me vas a gastar." Joaquín rio con fuerza. Emilio abrió los ojos para verlo carcajearse, la risa del menor se le antojaba melodiosa.

"Llamó Niko..." dijo Joaquín una vez dejando de reír, sentándose en la orilla de la cama, Emilio se incorporó en la cama para verle mejor. "hoy a las tres, el comité quiere leer discursos." contó. Emilio asintió.

"Pues vamos, ¿no?" le dijo, regalándole una sonrisa mientras lo jalaba del brazo para que cayera encima de él, Joaquín le dio un beso pequeño en el pecho y asintió.

"Vamos."

-

La Plaza de las Tres Culturas se encontraba atestada de gente, para donde Joaquín dirigiera la mirada había personas, los edificios de viviendas que rodeaban la plaza alojaban más gente en los balcones y Joaquín se sintió engentado de inmediato.

Emilio lo llevaba de la mano hacia el frente de la multitud, quienes miraban un poco hacia arriba, viendo a uno de los edificios, los compañeros del comité donde estaba Nikolás se encontraban en uno de los balcones del edificio, desde donde se dirigían a la muchedumbre. Joaquín quiso que Nikolás volteara a verlo para saludarle pero el ojiverde no lo hizo, estaba concentrado en unas hojas de papel que tenía en la mano.

Joaquín se permitió inspeccionar lo que sus ojos le permitían ver del panorama; había muchísima gente, fuera de la plaza, en los alrededores, había militares, con sus armas en las manos, había unos niños corriendo cerca de donde él y Emilio se encontraban. Las palabras que los oradores enunciaban se veían de pronto silenciadas por el sonido de un helicóptero que sobrevolaba el área. Joaquín se empezó a sentir muy incomodo, y la sensación de agobio que había sentido la noche anterior había regresado, limitándole la respiración.

Emilio le miró y volteó hacía arriba igual que él, vieron otro helicóptero. 

"Emilio, ¿porque hay tantos militares?" le preguntó. Emilio se encogió de hombros y bajó la cabeza, Joaquín hizo lo mismo mirándole.

"Tal vez se aseguran de que ya no haya disturbios." le contestó, apretando más su mano, Joaquín se sintió intranquilo pero asintió. Se pegó un poco más al cuerpo del rizado, un chico les vio tomados de la mano e hizo gesto de asco, Joaquín trató de ignorarle y ponerle atención a los oradores.

Alguien pasó de su lado opuesto y le pegó en el hombro.

"Perdón" susurró el hombre, disminuyendo el paso.

En Constante Lucha (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora