Agosto 28, 1968.
El reloj de Joaquín marcaba las tres y cuarto de la madrugada, Emilio estaba recostado en sus piernas, Elaine estaba a su lado con una lampara de bolsillo entre los labios escribiendo algo en su cuaderno. No eran los únicos que se habían quedado, habían chicos regados por toda la explanada del zócalo, unos durmiendo, otros jugando, otros simplemente platicando.
Joaquín pasaba sus manos por los rizos de Emilio, quien ya había cerrado los ojos, con la intención de dormir un rato. De pronto un sonido metálico y pesado se escuchó por una de las calles, Emilio se enderezó en su lugar y los tres chicos entrecerraron los ojos en la oscuridad para tratar de ver que se acercaba. Todos los chicos que se encontraban en la explanada empezaron a murmurar.
"Emilio, ¿que está pasando?" susurró Joaquín tomando inconscientemente la mano del mayor. Emilio negó.
"No sé pequeño..." los murmullos de los demás chicos se acumularon y se escucharon. "tanques..." susurró Emilio, descifrando las palabras que se murmuraban, levantándose en un movimiento rápido y levantando consigo a Joaquín y a Elaine. "ve a buscar a Niko y váyanse..." le dijo a la pelirroja, quien asintió y se fue corriendo con su mochila al hombro entre los chicos que miraban en dirección a un montón de luces en fila que se acercaban por la calle. Emilio tomó de la muñeca a Joaquín. "no nos quedaremos a ver, vámonos." Joaquín asintió y se dejó guiar por Emilio.
A sus espaldas se empezaron a escuchar gritos de lucha y de dolor, cruzaron la calle y escucharon sirenas y las luces rojas y blancas inundaron las calles anexas al zócalo. Joaquín y Emilio no dejaron de correr, se comenzaron a escuchar gritos de consigna "¡México, libertad!" Joaquín sintió sus ojos llenarse de lágrimas pero no paró de correr. Emilio volteó a su espalda y miró detrás de Joaquín, atrás de ellos venían más chicos corriendo, y detrás de los chicos venían granaderos armados. Joaquín escuchó a Emilio maldecir varias veces, el mayor apretó el agarre que tenía en su muñeca y giró en una esquina, corriendo más rápido, al fondo se comienzan a escuchar disparos, Joaquín tropezó y casi se cae al suelo, pero recuperó el equilibrio y Emilio volvió a girar en una esquina, perdiendo así a los que corrían detrás de ellos, no se detuvo, siguió corriendo hasta que llegaron a una zona completamente residencial. Emilio una vez le había contado que en esa clase de conflictos, las fuerzas legales no tenían permitido entrar en zonas residenciales.
Emilio soltó a Joaquín y éste se derrumbó en el suelo tratando de jalar aire para sus pulmones, jadeando. Emilio se acercó a él y se puso en cuclillas, tomándole de los hombros "¿Estás bien, pequeño?" Joaquín asintió, mirándole con los ojos llenos de lágrimas, Emilio le ayudó a levantarse y caminaron unos cuantos metros en silencio. Se detuvieron bajo unos árboles que les cubrían con oscuridad casi total. Emilio le habló en un susurro. "¿Seguro que estás bien?" Joaquín volvió a asentir derramando una lágrima. Le daba vergüenza llorar frente a Emilio, aún sabiendo que él no le iba a juzgar.
"Emilio, nos están matando..." susurró, Emilio sintió su pecho contraerse y le abrazó dejando un beso en su coronilla. "nos están matando a todos."
ESTÁS LEYENDO
En Constante Lucha (Emiliaco)
Fanfiction"¡VÁMONOS, JOAQUÍN! ¡VÁMONOS!" Joaquín escuchó los gritos de su amigo Nikolás y sintió sus manos jalarle por la playera, no se podía mover, no podía parase, no podía ver nada más que el liquido rojo que manchaba sus manos y que corría a raudales por...