8- Te quiero

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Septiembre 24, 1968.

Nikolás había dejado de asistir a las sesiones del comité, y había empezado a visitar a Joaquín, ahora el menor tenía a su mejor amigo y a Emilio en la misma habitación, y él solo quería tener a Emilio.

Nikolás se la pasaba todo el día pegado al radio, escuchando las noticias y secuestrando el teléfono para llamarle a los contactos que tenía para confirmar qué noticias eran verdaderas, qué noticias no, y cuales habían censurado. 

Emilio y Joaquín seguían haciendo lo que siempre hacían, Nikolás sospechaba levemente que algo pasaba entre esos dos, pero dejo de tomarle importancia porque si él luchaba por la libertad de él y de los estudiantes, quería que su mejor amigo también tuviese la libertad que él quisiera, aún si esa libertad consistía en estar con un chico de forma romántica.

Joaquín estaba sentado en el suelo de su habitación con un libro de historietas en las manos y con las piernas estiradas y Emilio estaba recostado en ellas jugando con un bolígrafo cuando Nikolás le subió el volumen al radio; el rector de la universidad acababa de presentar su renuncia. El ojiverde miró a los dos chicos, que le ponían atención a la radio,  el locutor estaba leyendo fragmentos de la carta de renuncia del rector, que contaba como los estudiantes eran personas sin autoridad moral que le atacaban, que eran personas corruptas y violentas que le señalaban como culpable del conflicto, y también contaba como los grupos gubernamentales habían sido agresivos y violentos. 

Emilio se había levantado y se había acercado más a Nikolás para escuchar mejor el aparato, Joaquín sintió el vacío en sus piernas y le miró; Emilio era una persona a la que en verdad admiraba; tenía unos fuertes ideales que no parecían moverse o cambiar y a pesar de que casi siempre estaba en casa de Joaquín, con él, siempre apoyaba la causa que les había unido, hablaba con sus compañeros y asistía sin Joaquín a varias juntas con ellos hasta que hacerlo se volvió peligroso y Joaquín le pidió que no asistiera más, y era alguien a quien había llegado realmente a querer, Joaquín no sabía como había pasado tan súbitamente, se había dado cuenta de lo que sentía por Emilio de la noche a la mañana, se había encontrado en necesidad de besarle por las noches, cuando el chico salía de su casa y él se acostaba a dormir, tenía ganas de que ya nunca se fuera, de que se quedara con él, y algunas noches lo hacía, dormían juntos en la pequeña cama de Joaquín, Emilio abrazándole por la cintura con el pecho pegado a su espalda, repartiéndole suaves besos en la nuca que le erizaban la piel, pero Joaquín quería que se quedara para siempre, que ya no se fuera. Sentía una urgencia en el pecho por Emilio, si no le veía se sentía distinto, triste, acongojado, siempre que le veía esos rizos despeinados y su sonrisa enorme su corazón se llenaba de felicidad. Y hubo un período de tiempo en el que quiso tratar de encontrarle lógica a lo que sentía, pero no la había; sólo se sentía así, con una necesidad enorme de que Emilio le abrazara y nunca le soltara. Quería caminar de su lado toda la vida.

El radio siguió hablando pero Joaquín siguió admirando la estructura de Emilio e ignorando a los locutores, que narraban la violencia que la renuncia del rector había ocasionado, miró los rizos de Emilio, que eran tercos como él y nunca se acomodaban para ningún lado, miró su mandíbula, a la que le encantaba darle besos, miró como la misma se tensaba, Emilio volteó a verle con semblante serio, entonces llevó la atención a la radio.

"...horas de la noche los estudiantes iniciaron una serie de actos violentos contra granaderos en las zonas de Santo Tomás, Tlatelolco y Zacatenco, en Santo Tomás, los estudiantes secuestraron varios autobuses y los incendiaron para evitar que el cuerpo de granaderos entrara a los planteles pero no pudieron evitar que los granaderos rodearan las instalaciones..." Joaquín reconoció la voz en la radio, era uno de los amigos de Nikolás, estaban escuchando una entre estación* a Joaquín le daba miedo escucharlas porque había rumores de que te podrían rastrear desde ahí y arrestarte. "...bombas molotov desde las casas, los granaderos trataron de esparcir a la multitud con gas lacrimogeno, pero lograron detener a aproximadamente trescientos compañeros, lamentablemente perdimos a varios de nuestros compañeros a manos de los granaderos armados..." Joaquín miró en silencio a su amigo Nikolás que tenía las manos en el rostro y negaba con la cabeza, le veía cansado, ya tenía dos días que llegaba con la misma ropa, Joaquín no quiso ni empezar a imaginar lo que sentía "... en Zacatenco la lucha de los compañeros duró desde la noche del día veinte hasta la mañana del día veintiuno, hubo varios incendios reportados y en la madrugada de hoy llegaron los militares en coches blindados, reportes cuentan más de mil soldados..." Joaquín se sorprendió, todo lo que estaba sucediendo era increíble, por un momento trato de pensar qué era lo que comenzó con todo este lío, trató de pensar en una razón por la cual el gobierno de su país permitía que las fuerzas castrenses mataran a los ciudadanos a sangre fría, por qué desplegaban militares en contra de estudiantes que estaban dispuestos a morir antes que dejar que sus escuelas fuesen invadidas. No encontró razones lógicas. "...otra vez el batallón Olimpia, compañeros, recordemos nuestras razones, recordemos el motivo de nuestra lucha, recordemos cuidarnos los unos a los otros, recordemos todo lo que nos han quitado y lo que nos quieren quitar, no seremos más borregos del sistema que nos oprime, nosotros somos los buenos y los buenos somos más..." Nikolás apagó el radio y se dirigió al teléfono y comenzó a girar el dial para poder llamar así a todos sus compañeros. 

Emilio se acercó a Joaquín y le pasó un brazo por los hombros, ninguno de los dos habló, Joaquín sabía lo que sentía Emilio en esos momentos; enojo, coraje, impotencia, tristeza.

La habitación de Joaquín se llenó de un aire de nostalgia y de incertidumbre, Emilio le acariciaba lentamente el cabello y él recostó su cabeza en el hombro del mayor, los dos miraban a su amigo ojiverde que escuchaba de la bocina atentamente y anotaba algo con rapidez en un cuaderno, dándoles la espalda.

Emilio soltó un suspiró que pareció dejar escapar una parte de su alma por su boca, Joaquín le miró.

"Te quiero mucho." le susurró.

El mayor le miró, regalándole el principio de una dulce sonrisa.

"Yo también te quiero mucho" le contestó, tomando su barbilla y depositando en sus labios un beso pequeño.

No eran tiempos de ocultar sus sentimientos, no era tiempo de negar algo de lo cual estaba seguro, no cuando todo lo demás allá afuera era incierto.






"Hoy he visto choques sangrientos; enfrentamientos desiguales: ambos (bandos) están armados... ¡Pero, qué diferencia de armas! Pistolas calibre 22 contra rifles M-1. ¡Bazucas contra bombas Molotov! De un lado están elementos capacitados para el uso de armas; son técnicos. En cambio, en el otro, apenas si saben usarlas..."

"La noche de Santo Tomás" de Justo Igor de León.


Entre estación: en los tiempos del movimiento estudiantil, los medios de izquierda apoyaban el movimiento, por lo que muchos grupos de lucha y comités de huelga tenían acceso a redes de transmisión radial para comunicar desde fragmentos de lecturas de izquierda, hasta lugares donde ciertos grupos iban a tener sus juntas. El gobierno había pedido ayuda a grupos espías y había creado los propios, para tratar de detener toda transmisión pero lograban poco pues cambiaban de estación diario.

En Constante Lucha (Emiliaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora