Harry no podía apartar la mirada de aquellos ojos llenos de lágrimas. El niño era muy hermoso, pero eso no era extraño, puesto que sus dos padres habían sido apuestos en algún momento de su vida. Su aspecto recordaba vagamente a la imagen de Tom Riddle antes de que su sed de poder y sus malogradas resurrecciones deformaran su rostro. Bellatrix también había sido atractiva de alguna manera, aunque Harry no era capaz de verla así porque al recordarla solo podía pensar en los asesinatos de Sirius Black y de Fred Weasley. De ella, probablemente, había sacado su cabello rizado y castaño.
– ¿Qué esperas, Potter? Sácalo de ahí.
– Tranquilos. No va a ir a ningún lado. Está muy asustado – respondió Harry. Él mismo se sorprendió del tono suave y casi amable de su voz.
– Tenemos que llevarlo al Ministerio.
– Y lo haremos. No es como si pudiéramos dejarle aquí, de todas formas – replicó. Solo entonces tuvo claro lo que le transmitían aquellos ojos: vulnerabilidad. Apenas podía creerlo, pero sentía compasión hacia el mocoso. - ¿Cómo te llamas? – le preguntó.
El niño no le respondió, pero apretó los párpados, asustado. Al perder de vista aquellos dos faros intensos, Harry se sintió como si acabara de salir de un hechizo. ¿Acaso el niño le había hecho algo? ¿Una especie de Imperius que le había hipnotizado por unos instantes?
– No parece peligroso – comentó una mujer a sus espaldas.
– Puede ser una trampa – respondió alguien más.
Harry agarró al niño por el brazo y trató de sacarle del armario. Solo entonces el chico pareció reaccionar, e intentó soltarse con todas sus fuerzas, pataleando, gritando e incluso hundiendo sus dientes con fuerza en la palma de su mano. Sin dejarle escapar, Harry se apareció con él de vuelta al Ministerio.
- ¡No me muerdas! – le ordenó, agitando la mano que se había quedado con la marca de sus dientes.
Los demás aurores fueron apareciéndose a su alrededor, llevando consigo a los mortífagos que habían capturado. Varios de ellos hicieron un círculo alrededor de Harry y del niño, apuntando con sus varitas hacia el pequeño. Harry hizo lo mismo, pero una parte de él no podía evitar pensar que algo en aquella escena estaba mal. Diez magos adultos contra una criatura indefensa no parecía demasiado justo.
El primer ministro se abrió paso entre los aurores. El hombre lucía desconcertado. Realmente no había tenido mucho tiempo para pensar en qué harían con el niño una vez lo capturaran y, ahora que lo tenía delante, tenía que reconocer que era mucho más pequeño de lo que se había imaginado.
- No debemos subestimar la amenaza – dijo uno de los hombres más mayores.
- ¿Qué amenaza, Edmund? El mocoso no hace otra cosa que temblar y lloriquear.
- De momento. Dale un par de años y seguirá los pasos de su padre.
Harry no sabía en qué lado posicionarse. Le daba la impresión de que estaban culpando al niño de cosas que aún no había hecho, de la misma forma en la que sus tíos le habían culpado a él de niño; o su padre, James Potter, a un adolescente Snape. El problema era su mera existencia, pero nadie debía ser culpado por existir.
- ¿Cómo te llamas? - repitió, esperando tener más éxito aquella vez.
- Corvus – respondió el pequeño.
-¿Qué hacías en esa casa, Corvus?
- No lo sé. Me llevaron.
- ¿Quién te llevó?
- Los hombres con máscaras – dijo el niño.
Los mortífagos.
- ¿A qué estamos esperando? - inquirió el auror que respondía al nombre de Edmund. - Llamad a los dementores, acabemos con eso de una vez.
- El Ministerio está dejando de utilizar a los dementores – replicó el primer ministro. - Y no le van a dar el beso a un niño, ¿sabes el escándalo que sería si trasciende a los periódicos?
- Llevémoslo a Azkaban, entonces – sugirió Willoby y varios de los presentes manifestaron su acuerdo con murmullos más o menos audibles.
- Azkaban no es lugar para un niño – intervino Harry.
- ¿Y qué sugieres entonces, Potter?
Harry guardó silencio por unos segundos, mientras intentaba pensar a toda velocidad. Sus ojos volvieron a cruzarse con los del niño y un magnetismo inexplicable le forzó a sostener su mirada.
- No es culpable de los delitos de sus padres – declaró al final.
Se levantaron varias voces hablando a la vez. Harry intentó discernir lo que decían, pero sin dejar de observar al pequeño. Fue así como reparó en la mancha oscura de su rodilla. En seguida se dio cuenta de que era sangre.
- Está herido – anunció, interrumpiendo lo que sea que el primer ministro estuviera diciendo.
Dio un paso en dirección al niño y Corvus se encogió sobre sí mismo.
- No voy a hacerte daño – le dijo y supo que tenía que cumplir esa promesa. - ¿Quién cuida de ti?
- ¿Cuidar de mí? - preguntó el chico, confundido.
- ¿Los hombres que protegían la casa? ¿Los mortígafos? - insistió Harry.
Ante la mención de esa palabra, el niño llevó sus manos a la cabeza y escondió el rostro entre sus brazos, como si fuera un boxeador sin guantes defendiéndose de su contrincante. El gesto le hizo parecer muy vulnerable, casi como si un conejo pretendiera taparse con sus patitas de un zorro a punto de cazarle.
- Vendrán a por mí – susurró el niño, atemorizado.
- ¿Quién vendrá a por ti? ¿Los mortífagos? ¿Les tienes miedo?
- ¿Cómo va a tenerles miedo? ¡Ellos le sirven! - exclamó Edmund. - Aparta, Potter. Yo me encargaré de encerrarlo.
- Lo que hay que hacer es curarle y probablemente darle de comer. Después podremos ocuparnos de buscar respuestas – decidió Harry.
El primer ministro le contempló como si se hubiera vuelto loco, pero hubo un tiempo, cuando formaba parte de la Orden del Fénix, en el que juró dar su vida por proteger al joven que ahora estaba frente a él, dando la cara por el hijo de su peor enemigo. En recuerdo a ese juramento, se planteó lo que Harry proponía y se dio cuenta de que era no solo la vía más humanitaria, sino la única decente. Si empezaban a matar y a encerrar niños no se diferenciarían en nada de la lacra que llevó la guerra al mundo mágico.
- Dadle de comer – accedió. - Después decidiremos qué hacemos con él.

ESTÁS LEYENDO
Harry Potter y el hijo de Voldemort [FANFIC]
FanfikceHan pasado seis años desde que el Señor Oscuro fue derrotado. Los magos supervivientes a la batalla han rehecho su vida y son tiempos de paz. Pero Lord Voldemort dejó algo suyo en este mundo, algo aterrador para aquellos que aún le temen: un hijo. ...