No podía parar de llorar en cuanto estuve fuera de la vista de mis padres y segura en mi cuarto de baño. En mi mente se reproducía una y otra vez la mirada herida de Ethan.
No lo soportaba.
Estuve a punto de desmayarme tres veces del dolor en mi pecho. Quedé a la deriva de la conciencia y la inconsciencia.
«He hecho lo correcto?»—le pregunté a la nada.
«Sí»—respondió una voz en mi mente.
Lentamente caía la noche y el baile se acercaba. No me había arreglado todavía. No tenía ganas de nada. Mi piel extrañaba sus caricias, mis labios extrañaban sus besos y mi corazón extrañaba todo de él.
Cuando me he convertido en esto? ¿en la Allison que llora por un chico? o incluso, en la Allison que, simplemente, llora.
Tenía que levantarme. Poner una falsa sonrisa en mi rostro y fingir que no había perdido al amor de mi vida. Me mordí el labio con fuerza pensando seriamente en no asistir. Pero Alex era demasiado observador, sabrá que algo sucedió. Y no tenía ganas de preocuparle ni explicarle nada.
Tenía que saber qué me esperaba esta parte de vida, tenía que saber la próxima parte de esta historia.
Y la próxima parte de esta historia es Alexander Abboud. Él definiría el resto de mi vida. Él será mi esposo y la vida de una mujer casada es dura, demasiado dura. Deposité todas mis confianzas en él. Espero desde el fondo de mi corazón que no me defraude. Dudo que mis padres me dejen divorciarme de Alex, nuestra relación tendría que funcionar... o eso esperaba.
Hasta ahora él se ha comportado como un perfecto caballero, como un hombre respetable y honorable, ganándose parte de mi cariño que a muy pocas personas ofrezco.
«Confío en ti, Alexander»
Con ese pensamiento en mente, me levanté con lentitud—aunque sin ganas—y me lavé la cara. Me maquillé, me arreglé y me vestí.
Intenté con todas mis fuerzas que no se me notara la tristeza que me cargaba.
Observé con fijeza el precioso vestido azul que Alex me había comprado. Este caía en vuelos hacia el suelo y rodeaba mi cuello con elegancia. Se ajustaba en los lugares ideales. Una corona de flores azules—falsas, por supuesto—me rodeaba la cabeza con delicadeza. En cuanto él vio esa corona, insistió en comprármela. Dijo que apenas la vio pensó en mi por la delicadeza y la belleza que contenía. El collar que me dio en el compromiso combinaba a la perfección. Y me negué completamente a quitarme la pulsera que el director—o Ethan—me había obsequiado.
A simple vista me veía hermosa y elegante. Las puntas de mi cabello caían en ondas que me hacía ver sencilla y eran lo más cercano a mi personalidad.
Bajé las escaleras con lentitud mirando fijamente cada paso que daba. Intentando pensar en todo menos en Ethan. Pero hubo algo que me estremeció. Una extraña fuerza pesaba sobre mi cuerpo.
En cuanto levanté la mirada, mis ojos se clavaron en los azúles ojos de Alexander. Me miraba con fijeza y con tanta intensidad que logró estremecerme. Estaba estático. Con lentitud, su lengua se asomó entre sus dientres. La mordió con delicadeza, completamente distraído.
Fue un gesto inconsiente, pero de alguna manera logró cautivarme. Todo de él era atractivo, no se lo podía negar. Pero tenía ese algo que te impedía quitar la mirada. Vestía de un elegante traje color negro mate que se ajustaba a la perfección a su cuerpo, con una camisa debajo del mismo azul de mi vestido. Su cabello estaba peinado hacia arriba y hacia un lado. Pasó sus dedos por las hebras de su cabello sin quitarme la mirada de encima. Sus ojos se deslizaron por todo mi cuerpo engulléndome con la mirada.
Mi pulso se aceleró.
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El Peligro de Amarnos
Novela JuvenilAllison Misri es una chica árabe, fuerte y segura. Su estricta religión la obliga a mantenerse alejada de cualquier hombre que no sea árabe. ¿Lo malo? Está profunda e irreversiblemente enamorada de Ethan Rizzo. Un loco italiano, atractivo, desafia...