No sé cómo hacen algunas personas para meter toda una vida en un par de maletas porque fallé miserablemente en el intento.
Dejé mucho en esa ciudad.
Apenas di un paso fuera del aeropuerto la onda de calor me dio una fuerte cachetada, toda mi ropa era a base suéteres ¡genial! tendría que invertir en algo tan innecesario como lo es mi guardarropa.
─Mmmm ¿hueles eso? ─ dijo el entrenador moviendo sus hombros animosamente.
─Huele a pescadería─ dije con desagrado.
─tienes que conocer el mar─ dijo acercándose peligrosamente a mi espacio personal─ aquí dicen que aquel que lo vea quedara tan hechizado por su belleza que jamás se irá.
─no voy a hacer eso, dame solo una razón para irme y saldré corriendo de regreso a la ciudad─ lo miré de forma amenazadora, pero a él no le importó, rompió mi barrera y me abrazó.
─no importa cuánto lo odies, pero tú lo que necesitas es amor y para eso está tu entrenador favorito, el único que te aguanta ese carácter─ dijo inmovilizándome con sus brazos, le mordí la mano y se alejó riéndose.
Después de unos 15 minutos de camino en carro el paisaje comenzó a mostrar el mar, parecía otro mundo, de repente el carro se detuvo y tuvimos que bajarnos con todo nuestro equipaje.
─La casa donde se va a quedar todo el equipo es esa─ dijo el entrenador señalando una casa de dos plantas con acabados y decoración rústica─ yo me llevo todo mientras conoces tu nueva piscina natural.
¿Mi qué? comencé a mirar todo a mi alrededor y lo único que había eran kilómetros de agua salada, esto tenía que ser una broma, jamás había nadado en aguas abiertas. Caminé hasta la orilla del mar frustrada ante esa idea, me arrodillé en la orilla a ver el agua acercarse y alejarse de mí.
No entendía como y porque había llegado a este punto de mi vida, había perdido a mas de una persona en los últimos dos años, todo el que se acercaba a mi sufría o le sucedían cosas horribles sin explicación alguna, por eso decidí aislarme, dedicarme en cuerpo y alma a la única cosa que no dañaría a nadie, la natación.
Ahora, estaba fuera de esa burbuja que había creado en la ciudad y me encontraba en un lugar del que no sabía ni podía controlar nada para mantener a la sombra lejos.
No podía acercarme a nadie, la soledad era la única opción para estar bien y libre de culpas, me negaba a volver a sufrir.
Por eso...
0 Personas cercanas en mi vida era lo que me había dado el control en la ciudad y necesitaba tenerlo en este pueblo nuevo aunque mi vida fuera un asco...De repente alguien toca mi hombro y al mirar hacia arriba me consigo con un par de ojos verdes que me sacan de mis pensamientos, luego veo su hermosa sonrisa picara y por último veo un cuerpo perfectamente trabajado, podría tocarlos tan solo para ver su firmeza... ¡¡Ya va!! ¿Sofía que acabas de decir de 0 personas?
─chica el entrenador mandó a llamarte─ dijo con una sonrisa llena de diversión mientras extendía su mano hacia mi─ soy Sebástian por cierto ¿te ayudo a levantarte? ─ me preguntó al tocar mi mano y sin darme tiempo me impulsó a ponerme de pie.
─ahmmm...este...soy Sofía─ dije sin poder conectar mis ideas.
─un verdadero placer poder verte cara a cara al fin─ dijo con emoción, pero parecía como si hubiera más en esa frase - vamos que nos esperan─ me tomó de la mano como si le hubiese dado permiso y me hizo correr hasta la casa.
Al entrar quede totalmente paralizada, estaba rodeada, era la única mujer en esa casa y ninguno carecía de encanto.
Me tuve que decir, Sofía recuerda, 0 personas en tu vida para que no llores a nadie más, pero...
¿Cómo mantener la soledad y el control en esa casa?

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A Mar
Novela JuvenilSofía no necesita de nadie, solo tener el control, no requiere de amor. Su pasado es suficiente ¿que pasara cuando la sombras que tanto ha intentado ocultar vuelven a resurgir del fondo del océano y se mezclen con conflictos de cualquier adolescente...