11. Mis nuevos amigos.

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-Bueno cuentanos tu historia, por que estabas aquí ayer, que paso con la policía.... -dijo Mon con una sonrisa en la cara.

Conforme les iba contando mi historia, su cara iba cambiando.

Había momentos que se reían otros que se ponían tensos y finalmente con una cara amarga me dijo la chica.

-A ese tal Julian lo conocemos... Era de nuestra pandilla pero nos traicionó y tuvimos que echarle.

-¿Se juntaba con vosotros? ¿Y que paso para que os pelearais? -pregunté intrigada.

-Tampoco hay mucho que contar lo único que pensábamos de distinta forma y el muy canalla se enfado tanto que nos delato a la policía -se oyo la voz de Mon como si fuera un susurro.

-¿A la policía? -no entendía nada, que problemas tenían con la policía ni como que vivían en aquel bar... Estaba echa un lío.

Mon me miro con cara triste y me dijo - Nosotros vivimos aquí pero a cambio de vivir aquí como no tenemos dinero vendemos droga y de vez en cuando robamos... El local es de un amigo nuestro que se dedica al mundo del contrabando, etc.

Este no es un bar normal aqui solo entran las personas de confianza, les damos lo que piden nos pagan, lo consumen aquí y cuando se les pasa el colocon se van. Una parte del dinero no la quedamos y la otra se la queda nuestro amigo. -concluyo con gesto amargo.

-Y eso fue lo que chivo Julian, ¿no? -La historia empezaba a cobrar sentido, ya entendía la disputa con Julian y porque ayer Mon salió corriendo cuando vio a la policía.

-Aja... Y la verdad no se porque estamos hablando contigo ni porque estas aquí pero ya que nos hemos confesado tantas cosas... Es hora de decirte nuestro verdaderos nombres. Encanta yo soy Lucia y el es Ramón.

-¿Por que os cambiais los nombres?

-Porque así tenemos un poco de privacidad en la calle y... Nose también es para que nuestro familiares y amigos no nos reconozcan por el nombre. -Respondió Mon.

-Habéis huido de vuestra casa ¿no?

-Si cada uno por distintas razones... Casualidades que tuviéramos amigos en común y acabáramos ayudandonos. - respondió la chica levantandose a echar a dos tipos que se estaban peleando.

-¿Tú no deberías estar en el instituto? A propósito ¿Cuatos años tienes?-pregunto Mon con toda la inocencia del mundo.

-Si...pero no tengo demasiadas ganas de ver a nadie... ¿Catorce y tu?

El chico se empezó a reír a carcajadas - Parecías mas grande, tengo diecisiete y Lucia tiene 16.

La chica apareció a toda prisa con la cara blanca.

- ¡Levantaos ya! -Sin darme cuenta habiamos acabado los tres solos en el local - Mon llevala  a la puerta trasera y que se vaya y llama a los demás que viene la policía de camino.

Rapidamente Mon me cogió de la mano y me llevó corriendo a una habitación en la que había una ventana a lo alto.

-Oye ¿Vivis con mas gente?

-Si pero ahora no es momento de ponernos ha hablar. Coge la escalera y salta por la ventana y vete corriendo a tu instituto o a donde te de la gana pero vete lejos de aquí.

-Pero, quiero volver ha hablar con vosotros, ¿Como os puedo encontrar?

-Ya te iremos a buscar al instituto pero porfavor sal corriendo no esperes ni un minuto mas. - dicho esto salió corriendo a otra habitación y me quede sola. Salte y corri como me dijo, a lo lejos se empezaron a oir las sirenas de policía cosa que me dió miedo y empezó a correr mas rápido.

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Llegué al instituto con la adrenalina por lo los cielos, esperé a que acabara la clase y entre a la siguiente.

Me había pasado toda la mañana en el garito, solo quedaba una clase para que se acabara la mañana aun así estaba emocionada por que me fuera a buscar Mon.

-¡Claudia! - oí un grito detrás de mi, me gire y ahí estaban mis supuestas amigas.

- ¿Donde estabas ha pasado algo?

-preguntó Cris con la cara roja.

- Os da igual lo que haya pasado además ya os  dije que me dejarais en paz, no quiero saber nada de vosotras. -les dije sin mirarles a la cara.

El timbre sonó y tuvimos que entrar a clase. No me pregunteis que clase era porque ni yo lo se solo estaba pendiente de la ventana, de ver a Mon.

Acabó la mañana y no había ni rastro de Mon. Pasaban los días y nadie iba a buscarme. Paso una semana y fue cuando tire la toalla y me di cuenta de que no había nadie en el mundo al que le importara.

Diario de una delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora