Malvaviscos

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Joe siguió a Maddie, pues le preocupaba su estado y, al alcanzarla, la llevó a una carpa de enfermería cercana, pese a las negativas de ella. Quería quedarse para acompañarla, pero no podía, ya que tenía que volver a su sitio de campamento. Mientras iba de regreso, aprovechó para avisarle a Mia, la amiga de Mad que conocía él, quien le contó a su tía Isabella en donde estaba, antes de ir a verla a la enfermería.

—¿Ya puedo irme? —preguntó Mad con molestia.

—Sí —contestó el enfermero encargado—, no tienes lesiones ni algún síntoma de fatiga que causara que cayeras...

—Ya dije que me tropecé.

—Lo único que me preocupa ahora es que estás sin tus lentes.

—Sí, bueno... de todos modos igual veo. Mi miopía es leve.

—Además —interrumpió Mia—, yo la puedo ayudar si es que no ve muy bien.

—¡Pero si no es grave! Mi único problema ahora sería para leer.

—De todos modos, yo voy contigo.

Mia la tomó del brazo y la obligó a que regresaran caminando así. Una vez que llegaron, su tía Isabella le hizo ir con ella a un lugar apartado, con un ungüento en las manos. Cuando quedaron completamente solas, le pidió que cerrara los ojos y puso sobre sus párpados y en el contorno la pasta que llevaba, la cual hizo ella misma. Posteriormente, esperó un par de minutos y comenzó a limpiarle con un pañuelo desechable.

—Abre los ojos ahora.

Mad le obedeció, confundida por lo que estaba pasando, y dicho estado empeoró cuando se dio cuenta de que ya no veía borroso y que su vista era impecable.

—¿Qué hiciste? —le preguntó asombrada. Una cosa era preparar brebajes para calmar dolores y malestares y otra cosa muy distinta era hacer desaparecer su miopía.

—Algún día te lo explicaré. Por el momento, es nuestro secreto, ¿ok?

—Está bien... ¡pero me debes una gran explicación.

—Mad, no es el momento de hacer show. Además, ¿qué hacías en el campamento de otro club? Ya me contaron todo

—Eh...

—Mad, en los últimos meses has estado bastante mal. No debes andar sola, mucho menos sin avisar a dónde vas.

—¡Pero solo había ido a mi antiguo club!

—¡No importa, entiende que no estás bien! ¿Qué pasaría si vas caminando sola y te da un ataque de pánico? Porque claramente lo de anoche fue eso. Lo único que me interesa es tu bienestar y para ello no puedo dejar que estés sola. Por favor, no vuelvas a hacerlo.

Mad aceptó de mala gana la petición de su tía, aunque no estaba muy segura de cumplirla. Debía encontrar la forma de poder averiguar en qué andaba Joe, porque la duda la carcomía y no quería repetir su experiencia, y para esto su mejor opción era Spencer.

—Espera —dijo Spencer al escuchar su petición—, ¿acaso quieres que espíe a Joe?

—¿Qué? ¡No! Solo quiero saber en qué anda.

—¿Estás celosa y por eso me pides ayuda?

—¡No, Spens, no estoy celosa!

—Ajá sí. ¿Sabes? No recordaba que fueras así conmigo, veo que has cambiado bastante...

—Spencer, ya basta. No estoy celosa, es solo que quiero saber en qué anda, nada más.

—En nada. Tú tranquila, ¿ya? Mira que los celos son muy dañinos...

Lovesong (Mad #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora