n u e v e

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Jimin se abrió paso entre los cientos de estudiantes que se estaban en la cafetería con un par de sonrisas amables y suaves ''lo siento''. Logró encontrar un par de sitios libres junto a la pared. Era hora punta, así que no tuvimos otra elección y nos sentamos.

Después del embarazoso encuentro con mi hermano, no sabía qué decir a Jimin. Quería explicaciones, pero no sabía cómo romper el hielo. Algo abrumada, me dediqué a enfriar la sopa y el arroz que había pedido. No me atreví a mirar a Jimin, pero él sí me observó a mí. Extendió ligeramente su mano hacia mi bandeja y dio un par de toques en ella para que yo levantara la cabeza. El ruido metálico de sus anillos golpeando la mesa fue lo que me hizo reaccionar. Cuando alcé la vista, me sonrió. 

—¿Ocurre algo?

Estuve a punto de negar enérgicamente con la cabeza y decirle que no, que todo iba bien, pero preferí preguntar. —¿De qué conoces a mi hermano? —murmuré.

Jimin soltó una de esas risillas amargas, puede que un poco irónicas, jugueteó con los anillos que llevaba en la mano izquierda y cogió aire. —Es una historia larga. —suspiró. — Nos conocimos en una cafetería. Él siempre estaba por ahí y un día decidí sentarme con él. Nos hicimos amigos, pero me di cuenta de que vemos la vida de forma diferente...

—¿Os peleasteis?

Se encogió de hombros. —Se puede decir que sí, supongo. Tu hermano... era muy fiestero, ¿sabes? Yo no soy ese tipo de persona. Prefiero quedarme en casa, leer... Ya sabes, — se rio con algo más de dulzura — lo típico de un ratón de biblioteca. 

Me hizo sonreír, pero rápidamente volví a agachar la cabeza. —¿Os peleasteis sólo por eso?

—Hay gente que se pelea por mucho menos, ¿no? — volvió a suspirar y continuó:— Íbamos juntos a una academia de baile. Hizo cosas bastantes feas a una chica y... bueno, no pude tolerarlo. Le dije que no debería haberlo hecho, pero él no le dio tanta importancia como yo y terminamos discutiendo. No sé por qué, pero yo terminé como el malo. Yo sólo quería proteger a esa chica.

Temerosa, le pregunté: —¿Qué... le hizo exactamente?

La expresión de Jimin cambió: se volvió más oscura, reflejando la pesadumbre que comenzó a sentir y que pronto me contagió. En seguida me arrepentí de haber dicho aquello.

—Se aprovechó de ella. — dijo Jimin, con un hilo de voz.

Su ambigüedad me hizo ponerme en lo peor. —¿En qué sentido...?

—En todos. La utilizó como a un juguete. Cuando se cansó de ella, decidió dejarla abandonada y no quiso saber nada más. Se desentendió y dejó el estudio de baile por las salas de fiestas. Era mi amiga, así que sólo pude defenderla, y cuando lo hice, él se cabreó. Me dijo que yo no era quién para juzgar lo que hacía con las personas. 

Siempre había pensado que Hoseok era un hermano ejemplar y, sobre todo, una buena persona. Cuando éramos pequeños no era capaz de ver documentales en la televisión sobre animales porque sufría al ver cómo un león cazaba una gacela... pero supuse que ya no quedaba nada del Jung Hoseok que yo conocía. ¿De verdad era esa clase de chico?

Dejé la cuchara de metal sobre la bandeja, inspiré con fuerza y dejé que el aire abandonara mis pulmones despacio. Vi cómo Jimin hacía un puchero. Le oí disculparse, como si él tuviera la culpa de lo que había hecho mi hermano. Agité la cabeza.

—Estoy bien, tranquilo. Supongo que Seúl cambia mucho a las personas.

—Él siempre será tu hermano, Hana, y tú le verás como le has visto durante años. Ya sabes lo que dicen, nunca hay que juzgar a un libro por la portada... pero nadie juzga de la misma forma.

New Rules » Maknae line; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora