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Hoseok llegó más tarde para ayudarme, aunque no hizo mucho: sólo reírse y recordarme lo torpe que era. Durante mis dieciocho años escasos me había caído de todos los sitios -menos de un precipicio-. También había roto muchísimas cosas, desde una taza de cerámica que mis bisabuelos trajeron de Inglaterra hasta una lavadora. No sabía si era por simple coincidencia, por mala suerte o si sólo era una torpe de -poco- cuidado.

Aquella vez subía las escaleras con más tiento, agarrándome al pasamanos con mi mano libre. En la otra, tenía unos cuantos papeles que la señora de recepción me había entregado. No eran más que horarios, normas de evacuación y algunos puntos de interés para los estudiantes de Yonsei. Hoseok, a mis espaldas, arrastraba sin mucho esfuerzo mi enorme maleta. En cuanto llegamos al último escalón, mi hermano dejo de reírse y resopló inclinando ligeramente la cabeza. Al parecer, subir mi maleta le había costado más de lo que pensaba.

Caminé por delante de él, decidida a encontrar la habitación 109 entre varias puertas del mismo color, aquel verde pistacho que más tarde terminaría detestando. El pasillo era blanco y amplio. Me recordaba a los pasillos de los centros médicos, tan claros y con un suave olor a desinfectante, quizá a lejía. El silencio que reinaba en aquel pasillo me heló la sangre. Mi imagen de residencia universitaria al más puro estilo fraternidad estadounidense con chicas sociables con las que ir a fiestas se desmoronó cual castillo de arena al llegar la marea alta. Pensé que todo el mundo aquí sería simpático, que habría ruido... No me parecía tranquilizador que todo estuviera así, como si estuviera desierto. Sólo esperaba que la gente no fuera tan cerrada como en Gwanju. Como decía mi hermano, ''la esperanza es lo último que se pierde.''

Por fin, después de recorrer más de medio pasillo, encontramos la habitación 109. Estaba casi al final, cerca de una enorme ventana por la que entraba una luz cálida y por la que se podía ver la esquina de una de las calles del campus. 

Hoseok nunca fue muy paciente, así que abrió la puerta de mi habitación mucho antes que yo, y lo hizo con tanta fuerza que terminó golpeándose con la pared. Ahogó un grito, pero casi a continuación arrastró mis cosas hacia dentro, sin preocuparse mucho de romper algo. 

La habitación era bastante estrecha, pero las paredes también blancas y los muebles de madera clara hacían que tuviéramos la sensación de que entre cama y cama había más de dos metros cuando había sólo uno. Sólo había una ventana, lo suficientemente grande para que entrara una buena cantidad de luz natural. Observé con tiento la habitación: al igual que los pasillos, parecía desierta. Sin embargo, vi unas pequeñas cajas de cartón al fondo, cerca de uno de los escritorios. No le di mucha importancia, así que fui a echar un vistazo al baño, otra de mis grandes preocupaciones. ¿Y si era viejo? ¿Y si se rompía la cisterna? ¿Y si no iba el agua caliente de la ducha? Mi habitación contaba con un baño a compartir, como el resto de las habitaciones dobles. Gracias a quien fuera, la residencia no tenía unos únicos baños para todo el mundo. Eso me aliviaba un poco. A primera vista, lo único que me llamó la atención del baño -también blanco-  fue un neceser rojo colocado a conciencia sobre el lavabo. 

— Creo que ya tienes compañero de cuarto. — oí decir a mi hermano desde la habitación justo cuando yo me acercaba para fisgar el neceser. Sabía que eso estaba mal, ¿pero qué más daba? Al fin y al cabo no iba a robar. 

— ¿¡Crees que es un chico!? — exclamé con el neceser en las manos. Era simple, sin estampado, y por alguna razón me hizo pensar que era de alguien del sexo opuesto. 

— Bueno, pues... 

La pausa dramática de Hobi me obligó a dejar el neceser en su sitio y a salir del baño, expectante a la par que horrorizada. ¿Y si de verdad era un tío? ¿Y si era de esos que acosaban a las chicas? ¿Y si roncaba? Bueno, no necesariamente tenía que ser un chico para hacerlo... ¡Pero si de verdad iba a tener que aguantar a un compañero durante todo un curso iba a volverme loca! En realidad no tenía ningún problema con los hombres, pero mis amigas, que ya habían tenido alguna experiencia con chicos, no dejaban de pintarme el asunto demasiado oscuro. Que si son unos tontos, que si son desordenados, que sin son unos sucios, que si juegan con tus sentimientos...

New Rules » Maknae line; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora