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La puerta de la residencia universitaria estaba cerrada a cal y canto cuando llegué, jadeando y cargada con las bolsas del supermercado. Resoplé. Llamar al timbre no era la solución, así que decidí dar un par de pasos atrás y dejar las bolsas en el suelo. Resignada, saqué mi teléfono móvil y abrí la agenda de contactos. Dudé un buen rato. No sabía a quién llamar y, por un momento, me sentí perdida. Seúl era un ciudad enorme, rebosante de gente, y yo no era más que una mota de polvo. Deslizando el índice por la pantalla de mi teléfono, vi el contacto de Hyuna. Inspiré con fuerza y miré hacia arriba, a la fachada del edificio. Pude ver que la mayoría de las habitaciones aún tenían la luz encendida, así que supuse que la mejor idea era llamar a mi compañera. Con la esperanza de que estuviera en la residencia, marqué su número.

No contestó. Volví a suspirar y me quedé junto a las bolsas, mirando fijamente los nombres de los contactos. Normalmente llamaría a mi madre. Ella era la que siempre estaba ahí si surgía algún problema pero, ¿qué iba a hacer si yo estaba a casi trecientos kilómetros de casa? Aunque llevaba años queriendo explotar la burbuja que me protegía desde que era niña, empezaba a arrepentirme. Intenté calmarme pensando que encontrar la puerta de la residencia cerrada no era un problema enorme y que aún era muy pronto para arrepentirse, pero no pude. Sentí que  el cielo oscuro se me caía encima y que la ansiedad se agolpaba en mi pecho. Siempre había tenido a alguien que encontrara soluciones para mis problemas y las llevara a cabo, pero ahora estaba sola, y en aquel momento no me sentía capaz de hacer las cosas por mí misma. ¿Era una situación absurda? Sí. ¿Era normal que me pusiera tan nerviosa con tal estupidez? Sí, teniendo en cuenta que nunca había estado viviendo por mi  cuenta. 

Tras la crisis inicial, que duró poco más de unos segundos, reaccioné y pude pensar con más claridad. Volví a llamar a Hyuna con la esperanza de que contestara. Saltó el contestador. No dejé un mensaje y pasé al plan B: mi hermano. No me hacía mucha gracia tener que volver a verle después de sus enigmáticas palabras, pero él era lo más cercano a mi madre. Al fin y al cabo, era parte de mi familia, me gustara o no, e iba a tener que verle en algún otro momento de mi vida. Intentando dudar lo menos posible para no arrepentirme, marqué su número.

Y tampoco contestó. 

Chasqueé la lengua y decidí acuclillarme en el suelo. Pasando de nuevo el índice por la pantalla, vi el contacto de Jimin. Fruncí los labios. De vuelta a la residencia, sopesé las palabras de mi hermano y también las de aquel chico de cabello azabache y me pregunté si ellos tenían algún motivo para mentir, pero, ¿y Jimin? Yo no era más que una desconocida cuando me recibió con los brazos abiertos; tampoco tendría por qué mentirme. No entendía cuál podía ser su objetivo, así que también le di el beneficio de la duda. Prefería comprobar por mí misma quién de los dos mentía -si mi hermano o Jimin-, pero aún así no marqué su número. 

Justo cuando estaba lamentándome y quejándome de lo estúpido que era no dar una llave o código a los estudiantes para entrar en la residencia tras el toque de queda, vi que alguien se acercaba a mí. La calle donde se encontraba la residencia era tranquila y con poco tráfico a pesar de ser ancha y fácilmente transitable, así que me sorprendió que alguien tuviera que pasear por allí.

Abrí los ojos al reconocer de Taehyung, que caminaba con aire despistado, mirando hacia al cielo. Para evitar que tropezara con las bolsas que llevaban mi suministro casi ilimitado de barritas energéticas, exclamé: —¡Cuidado! 

Él tropezó de todas formas. Miró hacia los lados, sorprendido, y al verme, hizo una exagerada reverencia. —¡Perdón! ¡No lo había visto! — se acercó rápidamente a mí, agachándose, puso sus manos en mis hombros y me miró con algo de preocupación. Arrugué la nariz. —¿Estás bien?

—Te has tropezado con las bolsas, no conmigo...

—Ya, — no dejaba de mirarme, así que agaché la cabeza. Me sentí abrumada, pero de una forma diferente a cómo me sentía cuando me miraba con indiferencia o frialdad. — pero quiero saber qué tal estás.

New Rules » Maknae line; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora