El Rayo y La Tormenta

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Justin POV

"¡SANTIAGO! ¿VEN LO QUE CAUSA LA PELEA?" gritó Zoe. "¡SE DISTRAJERON CON UNA IDIOTEZ Y AHORA ÉL NO ESTÁ!"

Zoe recorría en círculos el pequeño espacio del bote. Se la veía furiosa, pero triste a la vez.
"Lo lamento Zoe. Yo... no quería causar esta pelea..." dije.
"¡¿POR QUÉ NO TE CALLAS?!"
"No me callo porque en verdad lo lamento. Si no quieres escucharme, no lo hagas. Haz lo que quieras."
"¿CON ESO CREES QUE SOLUCIONAS ALGO? ¡HA DESAPARECIDO PEDAZO DE IDIOTA!"
"Zoe, cálmate..." Alice posó sus manos sobre los hombros de ella. "Lo encontraremos."
Zoe se separó rápidamente de Alice.
"¿Para ti es fácil decirlo, no? ¿Hablar sin saber siempre es fácil? ¡¿O NO ES ASÍ?!" gritó.
"No..." replicó Alice, seriamente. "No sabes lo que dices..."
"¡CÁLLENSE TODOS! ¡ME HARTÉ!" Zoe estaba a punto de llorar.
Se levantó, tiró su mochila y se acercó al borde del estrecho bote, con los ojos cubiertos de lágrimas.
"¡¿Qué estás haciendo?!" le gritó Jade a Zoe.
"Salvar a alguien." contestó ella.
Y sin más, se tiró a la oscuridad del océano pacífico.
"¡¡ZOE!!" mi grito se fue apagando poco a poco...
"Es hija de Poseidón... ¿de qué se preocupan?" pregunto tranquilamente Helena.
Nadie le hizo caso. Todos miraban fijamente el agua, con la esperanza de que volviera a la superficie de nuevo. Alguna señal... algo.
"Sólo queda hacer algo." agregó Lucía con voz ronca. "Iré a buscar a Zoe y Santiago..."
"¡¿Estás loca tú también?!" gritó Jake.
"Puede ser..." respondió ella sonriendo y sin más, también se lanzó al agua.
Luego de un incómodo silencio de unos minutos, Jake preguntó:
"¿Desde cuándo le importa tanto Santiago a Zoe? Creí que se odiaban..."
"Buena pregunta..." dije suspirando.
"¡Chicos! Miren esto."
Alice se acercó a la mochila que Zoe había lanzado. De ella sacó una pequeña libreta abierta.
"Espero que todo salga bien..." leyó. "¡Ay no, es su diario!" exclamó. "No podemos leerlo..."
"¡Sigue leyendo...! Mira lo que dice allí arriba." interrumpió Jake.
Aún no muy convencidos, miramos la parte superior de la hoja amarillenta de la libreta.

Σαντιάγο

"Es el nombre de Santiago... en letras griegas." dije.
Todos intercambiaron miradas.
"Pues..." Helena se encogió de hombros. "Leamos... ¿qué más da?"
"¡No, Helena!" grité, pero ya era tarde. Helena le había quitado de las manos el diario a Alice.
Nos acercamos a ella y leímos todos.

2 de Octubre:
Querido diario: Hoy he conocido en el campamento a un chico. No es un chico como cualquiera. Espero que algún día, no sea tan bobo para descifrar mis sentimientos hacia él.

 
~

7 de Octubre:
Querido diario: Él vendrá con nosotros en la misión. No puedo creer que lo tenga tan cerca. Tal vez esta sea la oportunidad. No tengo que fallar.
¿Ya dije que sus ojos son hermosos? ¡Porque lo son!


"¡Por los dioses!" exclamó Jade y lanzó el diario al otro extremo del bote. "¡Nadie diga nada de esto!"
Por la mirada de todos, pareciera que estaban igual de conmocionados que yo.

Este día iba a ser demasiado largo...

Zoe POV

"¡Zoe!"
Lucía se acercaba nadando velozmente hasta donde yo estaba.
"¡Zoe!" prosiguió ella. "¿Me dices a qué se debió todo eso? ¡¿Por qué saltaste?!
"¿Acaso a alguien le importa?" pregunté seriamente.
Seguí nadando. Lucía me agarró el brazo.
"A mí si me importa."
Suspiré.
"Me gusta Santiago. Me gusta desde el primer día que lo vi en el campamento. Me daba vergüenza confesarlo. Tenía la esperanza de que él me dijera que yo le gustaba. Pero... es algo imposible eso. No se lo dije a nadie porque seguro intentarían que le confesara todo. Y me sentiría ridícula si eso llegara a pasar. No quería arriesgarme. Y ahora me siento una estúpida porque tal vez él ahora esté muerto, y ese secreto quedaría como un nudo en mi garganta por siempre. Hasta sacrificaría mi vida para que él pudiera salvarse. Y antes de que te quejes... Sí. me sacrificaría por alguien que tal vez no sienta nada por mí." miré la oscuridad que tenía bajo mis pies. "Antes de tirarme pensé que... que si me sacrificaba, salvaría una vida que quizás sea la mayor ayuda que podrían tener. Santiago sería de mejor ayuda que yo..." hice una pausa. "Lucía. ¿Tú crees que yo le importo a él? ¿Crees que le importo a alguien de ustedes?"
"Zoe. Escúchame." Lucía me agarró de los hombros. "Eres la persona más valiente y  más fuerte que he conocido. Lo supe desde que te vi por primera vez. Lo supe cuando tú me contaste todos los problemas que tenías con tu familia. Y lo sé perfectamente ahora. Ahora que acabas de decir todo esto. De confesar tu amor. De decir todos los pensamientos que te torturaban la mente. Y respecto a tu pregunta... Le importas a todos. Le importas a cada uno de tus amigos. No tienes el porqué para pensar lo contrario. Estamos aquí para ayudarnos entre todos. ¿Y por qué nos ayudamos? No sólo porque es nuestro deber. Porque nos importamos, nos queremos, y disfrutamos esto entre todos nosotros. No tienes por qué pensar nada de lo que piensas ahora mismo. Y si no le importas a él, si no le gustas... no sabe de la grandiosa, hermosa e inteligente chica que se pierde. Tirarte del bote y estar dispuesta a salvar a alguien que tú amas, es lo más valiente que he visto, Zoe."
Sonreí y la abracé fuertemente. Contenía las lágrimas. Lágrimas de tristeza y emoción a la vez.
"¿Alguien te ha dicho que eres asombrosa, Lucía?"
"No soy asombrosa. Me gusta ayudar a la gente que quiero.  En este caso, a mi hermana."
"¿Te parece bien si seguimos?" le pregunté aún sonriendo.
Lucía asintió.

Cada metro que recorríamos nadando parecía infinito. El agua se volvía más oscura a medida que descendíamos. Tratábamos de hallar algún rastro. Alguna pista. Algo... Todo era tranquilo hasta que...
"¿Qué asco, qué es esto?" preguntó Lucía.
Chocamos con algo. Una piel viscosa, de un color entre el verde oscuro y el marrón de alzaba ante nosotras. Unas cabezas se veían en la superficie del océano.
"¡Ay no, dioses!" grité.
"¿Qué? ¡¿Qué pasa?! ¿QUÉ ES ESA COSA?" gritó Lucía.
Me quedé paralizada del miedo.
"La... La Hidra de... La Hidra de Lerna."
"¿Qué?" preguntó ella.
"Una hidra acuática que venció Hércules. Pero no tiene sentido... Tal como dice su nombre, la hidra tendría que estar en el lago de Lerna en el golfo de la Argólida. En Grecia... ¡No aquí! ¡¡Algo malo está pasando!!
"¡Cómo sea! ¡Hay que salir de aquí!"
"Pero no podemos..." repliqué.
"¡Zoe...!" una voz distante pronunció mi nombre. Sonaba como...
"¡SANTIAGO!" grité. "¡HAY QUE RESCATARLO!"
"Zoe... si intentamos salvarlo, la hidra nos verá...." dijo Lucía.
"¡YA ES TARDE PARA DECIR ESO!"
Nadé velozmente hacia el lugar en donde Santiago había gritado.
"¡ZOE!" gritó Lucía.
Una de las patas, llena de garras por supuesto, de la hidra apareció a unos centímetros de mí. Aquella criatura ya me había visto...
"¡CUIDADO CON EL ALIENTO! ¡ES VENENOSO!" le grité a Lucía.
Saqué mi espada, aunque sabía que no serviría de nada.
Lucía miraba fijamente a la superficie.
"¡VE A RESCATAR A SANTIAGO! ¡YO LLEVARÉ A ESTE MONSTRUO A LA SUPERFICIE! ¡SE ME OCURRIRÁ ALGO!"
"¡Estás loca!" grité.
Ella sonrió.
"Tan loca como puedas imaginar."
Y sin más subió a la superficie. Estaba arriesgando su vida por mí... No podía fallar. No podía.
Arriba, en el cielo, el aire se teñía de un color verdoso, el veneno del aliento de la hidra. Tenía que confiar en Lucía. Tenía que confiar en que mis amigos estuvieran bien en ese pequeño bote. Todo saldría bien...

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