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Como había dicho, Hyunjin volvió varios minutos más tarde. Esta vez estaba solo por completo, cosa que Jeongin agradeció.

—Y bien, ¿qué haces aquí?

—Pasar el tiempo.

Hyunjin tomó asiento frente al pequeño y se cruzó de brazos.

—Hacía mucho que no nos veíamos.

Estuvo a punto de responderle que le veía todos los días, pero que entendía que pasara desapercibido para él. Sin embargo, se quedó callado y sonrió ligeramente. El mayor le devolvió la pequeña sonrisa con confusión y jugó con uno de los anillos que llevaba en el dedo.

—¿Cómo has estado?

—Bien.

—¿Los estudios?

—Bien.

—¿Y la... situación en casa? ¿Ha mejorado?

Jeongin cogió aire y lo expulsó lentamente por la nariz. Se encogió de hombros.

—Deja de estar tan distante. Puedes confiar en mí.

—No, no puedo —soltó entonces.

Y lo decía de verdad. No podía confiar en alguien que lo había apartado de su vida en un momento delicado, en un momento en el que necesitaba el apoyo de su mejor amigo.

—I.N, siento lo que pasó.

Jeongin no pudo creerse ni una sola de sus palabras. Incluso le enfadaron.

—¿Qué importancia tiene ya? Tú has seguido con tu vida, yo he seguido con la mía, ¿por qué te sientas ahora aquí y empiezas a preguntarme cómo estoy? No lo has hecho durante un año entero. Ya no necesito que te intereses por mí.

Lo había necesitado con toda su alma, pero él no había estado allí para ver eso. Lo había necesitado con toda su alma y sabía que una parte de él todavía lo hacía. Y se odiaba por ello.

—Te he echado de menos.

—No te creo.

¿Era posible echar de menos a alguien mientras lo ignorabas por completo? ¿Era posible reírse con sus amigos cada día mientras el otro pasaba el rato con sus pensamientos? ¿Acaso era posible no hablar a alguien pero, al mismo tiempo, morirse por hacerlo? Jeongin no lo tenía claro, porque hasta que se decidió a cambiar su rutina, había estado observando cómo Hyunjin se apoyaba en la pared del instituto y hablaba sin parar con Seungmin, Felix y Jisung. También había hecho otros amigos, chicos de algún curso superior que Jeongin nunca llegó a conocer.

—Oye, yo...

—En serio que no quiero que estés aquí. ¿Te puedes ir?

—Has cambiado —dijo Hyunjin con el ceño fruncido.

—Tú también.

—Solo he venido para saber qué tal estás.

Jeongin apartó la mirada y observó el suelo lleno de polvo.

—Estoy bien. Estoy mejor sin ti.

Era cierto. Volver a hablar con Hyunjin le había hecho sentir algo después de haber dejado de sentir durante tanto tiempo, pero sabía que eso le pasaría factura tarde o temprano. Si en algo se había hecho experto Jeongin era en alejarse de cualquier cosa capaz de dañarlo. Y Hyunjin era como una bomba. Podría explotarle en la cara en cualquier momento. Otra vez.

Cayó una vez. Sufrió durante meses, lloró y deseó que regresara a su lado, que le mandara algún mensaje. Nada de eso pasó, y Jeongin trató de seguir con todo como si nada hubiera sucedido, como si volviera a estar entero y no fuera un chico roto. No caería una segunda vez.

—No hacía falta que fueras tan brusco —dijo Hyunjin.

Esperó una respuesta que nunca llegó, por lo que se puso en pie y, sin volver a echarle una mirada a Jeongin, se marchó.

El pequeño cruzó los brazos sobre la mesa y apoyó la cabeza en ellos. Estaba tan dolido como si Hyunjin hubiera pasado meses con él y volviera a abandonarlo. Dejó que las lágrimas salieran y para cuando alzó la cabeza, la luz reflejada en un objeto de metal captó su atención. Lo cogió entre sus dedos y le dio varias vueltas, reconociendo ese anillo al instante. Durante unos segundos se dedicó a recordar cómo había llegado al mayor.

Pese a que no quería, sabía que había sido demasiado importante para su antiguo amigo como para no devolvérselo.

I Smile [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora