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Jeongin estaba de los nervios porque Hyunjin le había invitado a unirse a sus amigos y a él de nuevo. Hacía demasiado tiempo que no hablaba con ellos, quizá Seungmin ya no quería molestarlo más, quizá Felix ya había encontrado a otro con el que jugar a los videojuegos, quizá Jisung no quería seguir escuchando ASMR con él. La verdad es que Jeongin no había vuelto a hacer nada de eso desde que los perdió.

A la hora del descanso le dolía tanto el estómago que decidió que todavía no estaba capacitado para juntarse con ellos y que volvería al bajo. Con suerte, Hyunjin lo dejaría pasar.

No era solo el hecho de reecontrarse con sus antiguos amigos lo que lo tenía así, sino que, además, a algunos todavía no los conocía.

Conocer gente nueva no se le daba nada bien a Jeongin.

Sin embargo, cuando salió del aula vio a Hyunjin esperándolo frente a la puerta, apoyado en la pared y mirando hacia el pasillo. No había manera de marcharse sin ser visto, y tampoco es que fuera de los que huían.

—Hyung.

—¡Innie! —dijo con una sonrisa—. Vamos, ya han bajado todos.

Echaron a caminar, pero pronto el menor paró.

—No puedo hacerlo.

—¿Por qué?

—Harán preguntas. Querrán saber por qué dejaste de juntarte conmigo. Además, no sé si van a aceptarme otra vez.

—Pero ¿qué dices? —preguntó, tendiéndole la mano—. Están deseando verte. Seungmin no ha parado de hablar de ti desde que les he dicho que hoy vendrías con nosotros, quiere enseñarte un grupo de música del que se ha enamorado. Y, no te preocupes, les explicaremos todo lo que ha pasado, desde el principio. Nos escucharán, y si se molestan con alguien será conmigo. Dame la mano.

—Hay gente, hyung.

Hyunjin reparó en que todavía había algunos alumnos dispersos y suspiró.

—Ojalá las cosas fueran vistas de otra forma. —No bajó la mano, sino que se acercó a Jeongin y le rodeó los hombros—. Vamos.

Echaron a caminar hasta donde el grupo solía reunirse. Felix estaba hablando con un chico pelinegro de una estatura bastante menor que la del resto. Por su parte, Seungmin y Jisung charlaban mientras observaban a otro, que hablaba por teléfono.

—¿Preparado?

—No —respondió.

Hyunjin miró a Jeongin, pero antes de que pudiera decir nada, escucharon el grito de Seungmin.

—¡I.N!

Fue corriendo a su encuentro y se tiró sobre el pequeño, separándolo de Hyunjin y apretándolo con fuerza. Jeongin sonrió aliviado cuando el contrario se separó y le estiró de la oreja. Se echó hacia atrás, como solía hacer, y ambos rieron.

Jisung no tardó en acudir también y lo abrazó por la espalda.

—Has vuelto, has vuelto. Siempre supe que lo harías.

Seungmin se dedicó a darle golpes en el pecho mientras Jisung frotaba su mejilla contra su espalda con alegría. Jeongin no podía estar más feliz. Por su parte, Hyunjin los miraba con una sonrisa y esperó a que terminaran de saludarse para ir junto al resto.

Felix no tardó en reparar en su presencia una vez llegaron y se limitó a estrecharle la mano.

—¿Por qué nos dejaste? —dijo resentido.

Jeongin no sabía cuánto había extrañado el tono de voz del australiano hasta que lo volvió a escuchar.

—Yo... eh... No tuve otra opción —respondió.

No tenía ni idea de qué creían que había sucedido, pero no sabía cómo explicarlo.

—Ahora hablamos de ese tema —dijo Hyunjin, salvándolo de la pregunta que estaba a punto de formular Felix—. Primero debo presentaros. —Señaló a los otros dos chicos. El pelinegro se dedicó a observarlo con los ojos entrecerrados mientras que el que anteriormente había estado con el teléfono le dedicó una extraña sonrisa —. Estos son Changbin y Minho hyung, van a último curso. Bueno, Minho es un año mayor, pero ha repetido, así que...

—¿Era necesario explicarle eso? —respondió Minho, dándole un leve empujón.

Hyunjin rio y se encogió de hombros.

—No está de más.

Jeongin se sentó en las escaleras y observó cómo discutían y se insultaban con una sonrisa. Le gustaba ver la forma tan extraña en la que se relacionaban. Segundos después Seungmin se sentó a su lado y lo movió de un lado a otro.

—Jeonginnieeeeee.

—Quita, pesado —dijo.

—¿Pesado yo?

Seungmin empujó a Jeongin hasta que su espalda tocó el suelo y después aprovechó para subirse sobre él, colocando las manos a los lados de su cabeza y mirándolo muy serio. Jeongin le devolvió la mirada. Ambos habían sabido fingir enfado entre ellos desde siempre, pero pronto Seungmin apartó las manos del suelo y se dedicó a hacerle cosquillas al pequeño, que se retorció y suplicó que lo dejara.

—Minnie, ¿qué formas son esas de tratar a tus menores? —dijo Minho, empujando a Seungmin, que se cayó a su lado y se echó a reír como loco.

Jeongin aprovechó la oportunidad y le dio un manotazo en el estómago. Seungmin siguió riendo sin poder parar.

Cómo echaba de menos esos momentos y qué bien se sentía.

Se puso en pie y le dio las gracias a Minho, que le sonrió.

—Soy el más mayor aquí, así que si necesitas que te proteja de ese salvaje, solo dímelo.

Hyunjin llegó entonces y pidió que todos se sentaran.

—¿Esto significa que vamos a saber por qué nos dejó? —le preguntó Felix con seriedad.

Jeongin apoyó los brazos en sus rodillas, bajó la mirada y se observó las zapatillas.

—No lo hizo porque quisiera —respondió Hyunjin—. No la tomes con él, Lix. No le culpes de algo que no pudo controlar.

—¿Qué no pudo controlar?

Y entonces, con Jeongin siendo incapaz de mirar a los demás, Hyunjin les explicó toda la historia. Empezó con el rechazo de su familia, continuó con el suyo propio, y terminó hablándoles del primer encuentro, del anillo, y del abrazo que se dieron el día anterior tras haberle dicho lo que sentía por él y disculparse.

Todos se quedaron unos segundos en silencio. El pequeño no quiso abrir los ojos y levantar la cabeza, porque, tras un año, volvía a sentir la misma presión en el pecho y el mismo temblor.

Pero momentos después sintió que alguien se colocaba un escalón por encima de él y le rodeaba el cuerpo con los brazos. Abrió los ojos cuando su espalda se pegó al pecho de la otra persona.

—Jeonginnie —dijo Felix, apretando su mejilla contra la del menor—. Siento no haber estado ahí para ti. Ojalá también nos lo hubieras contado a nosotros.

Seungmin se acercó y se sentó en un escalón inferior, abrazándose a la rodilla de Jeongin, que llevó la mano a su cabello y sonrió. Jisung no tardó en unirse a ellos.

—Lo siento —le dijo.

—Está todo bien —respondió el menor.

Porque, aunque tarde, por fin se sintió aceptado.

I Smile [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora