II

1.4K 139 7
                                    




— Oye, Jeon, te estoy diciendo que ya está listo el pedido—Jimin alzó la voz al ver que su amigo y compañero de trabajo no reaccionaba—. ¿Qué haces ahí parado?

El rubio vio cómo Jeongguk apenas asentía con la cabeza y se disponía a acercarse a la mesa donde una pareja de ancianos esperaba su comida. La expresión del azabache había decaído con el paso de los días y estaba notablemente más distraído, pensativo; como si se encerrara en su propio mundo cada que pasara cierto tiempo en el que no tuviera que ir a atender a los clientes o que Jimin le hablase.

El rubio volteó a ver a las personas que acababan de entrar, cogiendo unas cartas, dispuesto a acercarse dentro de unos segundos para dárselas. Pero el sonido de una pequeña exclamación, seguido de la voz de Jeongguk, hizo que no solo él sino varias personas voltearan a ver qué había pasado.

— ¡Disculpen! D-Déjenme traer papel. De verdad lo siento, perdón-

Jeongguk vio la mano de alguien más con papel, empezando a limpiar la mesa donde el agua, del vaso que el azabache accidentalmente botó, se había derramado.

Jimin volteó a ver a Jeongguk— Corre a traer un trapo para el agua.

Este le respondió con un asentimiento y una mirada avergonzada. Jimin suspiró mirando a su compañero y volteó, poniendo en su cara una tierna y apenada sonrisa.

— Disculpen a mi compañero. ¿Su ropa se mojó?

Se dirigió a la anciana, quien estaba más cerca al vaso y al charco de agua que se había formado en la mesa.

Jeongguk, por su lado, volvía con un trapo en las manos y una expresión mezclada de susto, vergüenza y arrepentimiento. Apresuró su andar, sin embargo no quería realmente acercarse. Se esperaba una reprimenda por parte de la pareja pero, aún sin aquello, se sentía realmente mal por haberse distraído tanto y haber causado aquel pequeño desastre, que en su cabeza parecía uno enorme.

Últimamente todo estaba lleno de desastres en su mente.

Llegó, Jimin cogió el trapo inmediatamente y se dispuso a secar la mesa. Jeongguk se forzó en mirar a los ojos a la pareja de ancianos.

— De verdad lo lamento mucho. N-No se preocupen por la cuenta, yo pagaré...

Intentó disimular la mueca que se formó en su rostro luego de decir aquello. En su mente, además de todos los problemas que se alojaban ahí, aumentó el del dinero. En cuestión de segundos ya estaba sacando cuentas y calculando si acaso tenía dinero suficiente para poder pagar todas las cuentas del diminuto apartamento que alquilaba. Pensó en sacar el dinero de los ahorros que tenía para el regalo de cumpleaños de Taehyung, pero por fin quería regalarle-

— No te preocupes, hijo —lo tranquilizó la señora con una sonrisa que enmarcaba sus arrugas de una manera que transmitía cierta ternura. El azabache iba a insistir, pero ella se adelantó—. ¡Si supieras las veces que a este se le han caído los vasos y platos...!

El aludido volteó a mirarla. —¡Cómo! ¡De nuevo traes ese tema!

La señora soltó una carcajada, para luego besar el dorso de la mano del hombre, la cual estaba entrelazada con la suya.

Jimin los miró con ternura, sus ojos volviéndose unas lindas líneas por la sonrisa que apareció inevitablemente al contemplar lo feliz que se veía aquella pareja de ancianos. Después de todo, no era tan común ver personas que durasen tanto y conserven tantas sonrisas entre ellos.

Jeongguk había insistido en pagar aunque sea una parte, aun si su billetera le gritase que no, pero la pareja se negó rotundamente. Para colmo, aumentando más el sentimiento de culpa del mesero, dejaron una generosa propina.

Pero el azabache, luego del accidente, se había quedado contemplando a aquella peculiar pareja, con ojos llenos de añoranza de algo que jamás pasó.

Ambos ancianos habían evocado recuerdos que solían ser tan, tan lindos para él. Cuando Taehyung y él solían construir futuros imaginarios y, en todos, al terminar siendo unos viejitos, hacían cosas distintas... quizá en alguno de ellos iban juntos al parque todos los días a alimentar palomas, o eran visitados los fines de semana por sus hijos y nietos, o burlaban a los dolores de la vejez y viajaban por el mundo, fotografíandolo, construyendo su propio libro de aventuras como cierta película de Disney que habían visto miles de veces juntos (quitando la casa flotante y manteniendo al perro, claro está).

Imaginaron miles de futuros distintos, pero había un solo detalle que era imprescindible en cada uno de ellos: su amor.

¿Por qué ya no podía imaginar ninguno de aquellos futuros? ¿A dónde se había ido la ilusión de hacerlos realidad?

— Muy bien, Jeongguk, se va a acabar la semana y sigues con la misma cara de deprimido con la que entraste... ¿Peleaste con Taehyung?

El contrario suspiró sin mirar a Jimin. ¡Ojalá fuese solo una pelea el problema!

— No. Él y yo estamos bien... se supone —susurró lo último, siendo imperceptible para Jimin.

— Ya veo. Entonces... ¿Por qué? ¿Es por...? —hizo una pausa al creer entender la situación—. Oh, ¿necesitas dinero? Puedo prest-

— No es eso, Jimin —lo interrumpió fastidiado. Sus facciones se endurecieron.

Lo más seguro, afirmó, es que Taehyung también pensara que siempre le falta dinero, y algún día se daría cuenta de que no le conviene estar a su lado porque quién querría realmente estar a su lado porque él no tiene nada para darle y Taehyung siempre le da todo y Taehyung merece más y Taehyung siempre gasta y él nunca lo invita a ningún lado y la ropa de Taehyung es cara y Taehyung tiene un auto y Taehyung quiere viajar y él apenas puede pagar su vivienda y Taehyung merece más y él ni siquiera está estudiando y él quién es al lado de Taehyung, Taehyung merece mucho mucho más y él no tiene dinero y Taehyung le da todo pero él qué le da a cambio y Taehyung necesita a alguien mejor y Taehyung merece más porque cómo podría cumplir todos sus sueños al lado de alguien como él y él no puede darle nada y él no debe estar con Taehyung y Taehyung no merece tan poco Taehyung no puede estar con alguien como él él será una carga para Taehyung él no merece a Taehyung Taehyung merece más Taehyung tú mereces más-

— ¡Jeongguk!

La voz de Jimin lo sacó de la tormenta.

Sintió una mano acariciar su espalda y un susurro indicarle que fuese al baño, que no se preocupe, que él iría en unos minutos.

Su cuerpo avanzó sin ser realmente consciente de lo que hacía o lo que le habían dicho. No fue hasta cerrar la puerta del baño y encontrarse con su reflejo en el espejo, que notó las abundantes lágrimas bañando sus mejillas.

Se miró a los ojos,

entendió que no podía más.

Mereces más. | kth & jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora