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Jimin se encontraba esperando a que Jeongguk terminara de quitarse su uniforme de trabajo. Escuchó la puerta abrirse y lo vio. Aquel chico le dirigió una sonrisa al rubio y ambos salieron del local, dirigiéndose al paradero donde tomarían el transporte público hasta la casa del azabache. Jimin se quedaría un par de días ahí, mientras esperaba a que el antiguo dueño del departamento al cual se mudaría termine de desocupar todas sus pertenencias.

Jeongguk había aceptado sin problema alguno. Jimin era su mejor amigo y pasar un fin de semana con él sería divertido; podría distraerse.

Una vez llegaron a la casa del azabache, Jimin empezó a curiosear por todo el lugar. Era la primera vez que iba a aquel lugar. Era, en realidad, la primera vez que Jeongguk dejaba que alguien entrase a su pequeño departamento.

— ¿Tu cuarto es este? ¿Entrará el colchón inflable? —cuestionó el rubio, entrando sin invitación alguna a la habitación del azabache.

— Si movemos mi cama, sí —respondió desde la cocina.

Unos minutos después ambos movían aquel mueble para hacer espacio para el colchón que Jimin había traído para dormir. Aunque, en realidad, Jimin se dedicaba a ver todas las cosas del cuarto de su mejor amigo mientras dejaba que este hiciera todo el trabajo.

Algo en la mesita de noche del menor llamó la atención de Jimin. Era una pequeña cajita color azul oscuro, con un delicado lazo rojo. Se acercó a cogerla.

— ¿Alguien te lo regaló? ¿Por qué no lo abres?

Jeongguk dio un último empujón para pegar su cama a la pared y luego voltear a ver a Jimin.

Su ceño se frunció al ver el objeto que tenía en sus manos.

— No es nada —Trató de restarle importancia con su respuesta, mas el tono hostil en su voz solo hizo que Jimin sintiera más curiosidad.

— ¿No te importa?

— No...

— Bueno —Sonrió—. Entonces no importa que lo abra...

Jeongguk volteó, tratando de quitarle el objeto a Jimin precipitadamente. — ¡No!

El rubio evitó las manos de Jeongguk y escondió la cajita detrás suyo. Lo miró triunfante.

— Bueno, Gguk, ahora mismo vas a contarme qué es esto.



— ¡¿Tú terminaste con él?!

Jeongguk suspiró asintiendo, mirando la expresión marcada de sorpresa del contrario.

— Y por eso es que no... bueno, quizá debí dárselo antes... No sé, y ya no importa. No hay vuelta atrás.

Jimin lo miraba con incredulidad.

Aún recuerda aquel lunes, en el que Jeongguk no asistió al trabajo y Jimin lo llamó luego de su turno, preocupado. Jeongguk solo le dijo que estaba bien. Al día siguiente apareció, y él jamás lo había visto tan deprimido. Se notaba a kilómetros que no estaba bien; las ojeras e hinchazón en sus ojos lo delataban. Su actitud era peor a la que tenía hace semanas: apenas se movía y parecía tan frágil, que en cualquier momento rompería en llanto. Esto último pasó un par de veces y tuvo que encerrarse en el baño. Jimin intentaba trabajar y estar pendiente de su amigo al mismo tiempo. Al final de su turno intentó detenerlo, pero apenas pudo alcanzarlo ya que aquel azabache parecía querer irse lo más rápido de ahí. Jimin pudo retenerlo del brazo por unos segundos y le preguntó qué pasaba.

La única respuesta que obtuvo fue un "Taehyung y yo terminamos". No volvieron a hablar más del tema.

Los días siguientes el azabache no parecía mejorar. Jimin intentó ayudarlo: pasaba tiempo con él luego del trabajo, le decía que podían hablar, intentaba distraerlo, lo invitó varias veces a salir...

Pero Jeongguk lo único que quería era llegar a su habitación y llorar.

Incluso en la actualidad, a pesar de sonreír y estar relativamente bien, no había vuelto a ser el mismo.

Jimin lo notaba, sí. Y era triste. Se daba cuenta de las veces en las que el azabache se quedaba mirando algún punto y su expresión decaía. Pudo notar que su ánimo estaba levemente apagado. Soltaba suspiros que parecían salir de lo más fondo de su ser, como si su cuerpo estuviese expresando inconscientemente algo que no estaba bien en su corazón. Llegó a ver la pantalla de su celular algunas veces, encontrándose con los ojos del menor viendo de una manera especial la imagen de Taehyung, tan sonriente como siempre lo había descrito Jeongguk. Era triste, porque era como si él...

Como si Jeongguk siguiera atado al pasado, con la nostalgia impregnada en su mirada. Nostalgia de momentos que no volverán.

Y es que Jimin era quien estaba al lado del menor en sus momentos más felices. Aún podía recordar aquellas veces en las el contrario iba al trabajo con una sonrisa permanente y una actitud que irradiaba felicidad. En esas tardes, luego de su trabajo y de tantas sonrisas innecesarias del azabache a los clientes, no tardaba en contarle al rubio la maravillosa tarde que había pasado el día anterior al lado del jovencito de pelo rojo.

Y el día más memorable fue, sin duda, aquel fin de semana en el que Jeongguk lo llamó en la madrugada, dándole un susto de muerte cuando Jimin contestó y el otro gritó y colgó. ¡Había llamado a las dos de la madrugada solo para gritar al teléfono y colgar! Aún podía reír al recordar la hilarante escena. ¿El motivo? Luego le contó que había sido su aniversario de un año juntos, y que el antiguo pelirrojo se había teñido el cabello de azul. Tuvo que tragarse todo el relato detallado de Jeongguk, contándole sobre todo lo que hizo con su enamorado. La sonrisa del azabache no desapareció ni un segundo en todo el transcurso, y Jimin se empezaba a preguntar si acaso no le dolían las mejillas, y que quizá debía participar en algún concurso de belleza porque aquello de estar con una sonrisa en la cara por horas lo tenía regalado. Realmente Taehyung ponía a Jeongguk fuera de sus cabales.

Tanta euforia le había causado en aquellos días...

Lástima, pensó, que ya no había rastro de ella.

Por eso jamás imaginó que aquel azabache que alguna vez llegó a ser tan feliz al lado de Taehyung, era quien había decidido terminar lo que parecía una hermosa relación.

¿Qué había sucedido entre ellos? ¿Por qué todo se desmoronó de un momento a otro?

— Jeongguk, ¿por qué terminaste con Taehyung?

Él lo miró a los ojos. Suspiró.

Ya no había razón para seguir guardándolo.

— Primero inflemos ese colchón, porque es una larga historia y no creo que quieras escucharla de pie.

Mereces más. | kth & jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora