Capítulo 6

22 7 0
                                    

El circo, un lugar mágico, lleno de magia y de grandes momentos, un lugar...en el que puedes pasar un buen rato, con amigos o con la familia, siempre disponible para cualquier edad, con payasos en situaciones dichas de diversión y mucha gracia, y no olvidemos los trucos de magia, que nos hacen preguntar..."¿Cómo hizo tal cosa?...¿Habrá sido posible?", la majestuosa e increíble forma de impresionar, es simplemente maravillosa. Como bien se sabe, un circo viene y va, de aquí y allá, jamás está en un sólo lugar, sólo que...no en todos es la misma situación, como en el Dimond Circus, destacado por sus perfectos actos, dando siempre un espectáculo excepcional, siempre es bienvenido a cualquier parte, ya sean pequeños pueblos o grandes ciudades, este es acogido.
Con más de cincuenta años ofreciendo sus presentaciones, empezó a tornarse difícil estar en muchos lugares, eran bastante solicitados, fue entonces que el dueño optó por hacer tan sólo tres circos más, con el mismo nombre claro está, entonces uno de ellos fue puesto en las partes pueblerinas de Londres, el segundo se mandó a el sur de América, no se sabe con exactitud su ubicación, y el tercero está en Canadá, y...¿Dónde se encuentra el circo original se preguntarán?, al ser algo antiguo pero no olvidado amigo, se encuentra en las áreas rurales de Nashville, no muy alejado de la pequeña ciudad, a diferencia de los otros circos, este se mantenía siempre en este lugar, sólo se movían las personas y las cosas que te utilizarían para viajar y ofrecer a la gente lo que mejor saben hacer, aquí en este pequeño condado, las mañanas son hermosas, puedes admirar el amanecer, la hermosa melancolía al ver una puesta de sol, y el cielo ser iluminado por la luna y las estrellas mientras te recuestas en el césped durante la noche. Y entonces un día comenzaba nuevamente, eran las siete de la mañana, y los rayos de sol empezaban a entrar por la pequeña ventanilla del caravana, Amelia abría sus ojos de forma lenta, y volteó hacia varios rincones de la habitación, pensaba en lo que iba a hacer en el día, iría a la escuela, al llegar iría directo a su caravana a descansar, hacer sus tareas y tal vez ensayar con Peter, pero al recordar lo sucedido, cerró sus ojos pensando en que fue uno de los errores que quisiera borrar de por vida, se sentó en la misma cama y puso sus manos sobre su rostro, se tomó unos segundos y fue a ducharse, se puso algo simple y salió de su caravana apresurada para ir a clases, antes de salir de éste, Spencer la detuvo.

—¡Ami! —

—Spencer...hola—Respondió Amelia con una sonrisa.

—¿A dónde vas? —

—A la escuela como siempre...—Echó una risa.

—Oh, es que...quería que vieras mi acrobacia para saber cómo voy, pero no puedes—

—Oh Spence...salgo temprano hoy, te buscaré cuando llegue, ¿Está bien? —Puso su mano sobre el hombro de Spencer.

—Uh bien...te espero—

—Adiós—

Amelia siguió caminando hacia la salida del circo, que era donde se encontraban los animales, o como ella les llama, las mascotas de todos, pudo escuchar tararear a alguien no muy lejos, decidió ir a ver, y se sintió algo exaltada cuando vio que se trataba de Peter, estaba con su elefanta, dándole manzanas.

—Mi corazón, comes más manzanas que un caballo...—Rió y abrazó su trompa, a lo que ella respondió, y sujeto la pierna de Peter con la misma—Mi querida Paola, siempre estás conmigo cuando me siento abrumado o triste, no sé cómo puedo agradecerte...—

La elefanta alejó su larga trompa de él y señaló la bolsa de papel en dónde se encontraban las manzanas haciendo un estruendoso barrito.

—Bueno, supongo que sí hay una...—Tomó otra manzana y se la puso en frente para que la tomara—Toma linda—

Perjuicio [Popee The Performer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora