STELLA: Una historia de lazos

Encuentro

Capítulo II

"Encuentro"

Jueves, 12 de febrero de 2060, 8:00pm.

     Llegue a la azotea por las escaleras, la vista de la ciudad que tenia atrapaba a cualquiera, Stella era hermosa, pacifica, cada luz era como ver una estrella. Esta ciudad era el sueño de Light Link, una ciudad capaz de reunir a gente de todo el mundo, siempre a la vanguardia tecnológica, lo consiguió. Hace años la gente creía que en nuestro tiempo habrían carros voladores, pantallas emergentes por todos lados y que todo seria color plateado, Light no pensaba así, el quería que su ciudad conservara esos aspectos antiguos, pero mejorados, nada exagerados.

     De Light Link nadie sabía nada, no había una foto de él en ninguna etapa de su vida, lo único que se sabía de él se encontró pocos meses después de su muerte, unos viejos planos de la torre Link con una carta que decía:

"Stella es la ciudad de las estrellas, y ahora me he convertido en una que brillará por su bien, cuiden de ella por favor, esta torre será el pilar que creará lazos dentro de ella."

     Sin duda lo fue, cuarenta años después Stella era la ciudad más visitada, y se mejoraba a cada día sin perder la esencia de cuando fue fundada, la torre Link se convirtió en la octava maravilla del mundo, sin duda, merecía serlo.

     Cada noche admirar esta ciudad era mi entretenimiento, siempre creí que estaba fuertemente vinculado a ella, ya no solo por el hecho de vivir aquí, sentía que mi conexión era más allá de eso, creo que esa era la misión de Light, que cada habitante se sintiera parte de ella, era de las pocas cosas que me generaban una sonrisa.

     Me senté en la cornisa como era habitual y solo una cosa retumbaba por mi mente "Tu tiempo es y no es perfecto frente a los demás" No tenia manera de saberlo, pero estaba seguro de que intentaba decirme algo, le di muchas vueltas durante horas, pero nunca di con alguna respuesta coherente, solo llegaba a la conclusión de que Verwing estaba loco y que sin duda solo quería confundirme.

     Me quede unas horas mirando en silencio cada luz y a cada persona que pasaba por la calle, sin darme cuenta, de repente había encontrado una respuesta para aquellas palabras, ordene mis ideas y pensé en voz alta:

-Cada persona transcurre a su ritmo, las acciones que hace, la manera en que ve el mundo, tal vez cuando se distraen un poco y vuelven a la realidad, su tiempo haya pasado muy rápido, cada vez que se quedaban en ella, pasaba lento, por eso es perfecto, porque no hay manera de medir la percepción del tiempo de cada uno y un día puede ser infinito así como una semana puede pasar como si nada.

     Esa respuesta me valió para sacarme ese pensamiento de la mente. Paso poco tiempo cuando escuche pasos con tacones cerca, nadie venia a esta azotea a parte de mí, me pareció extraño, así que me levante y gire curioso de lo que pudiera ser.

     Una mujer abrió la puerta, y se quedo mirándome fijamente. Traía un vestido negro con una bata blanca encima de él, unas gafas cuyo reflejo de la ciudad escondía sus ojos, y lo más notorio, su larga cabellera de un color rojo muy intenso.

-Estas aquí- Dijo con aquella sonrisa soberbia en ella al mismo tiempo que caminaba lentamente a mi lado.

-Esta ciudad es hermosa, casi parece que nada hubiera pasado nada en ella ¿cierto?- "¿Por qué me lo preguntaba?" "¿Me conocía?" No podía ser, a esa mujer no la había visto nunca; no tenia manera de responder y seguí en silencio –Aunque tú no puedes recordar nada de eso. Saco de un bolsillo de su bata una caja metálica. –Tu silencio es normal, que llegue una extraña a decirte estas cosas es bastante sospechoso. Señalo con ella a una estación de trenes. –Ve a la última estación, ahí te encontraras con los demás, podrás abrirla junto a ellos, yo en tu lugar iría, tal vez aprendas algo sobre ti...Zeit. Cuando gire a verla ya no estaba, en su lugar estaba la caja.