Fue un día de invierno crudo que un chico, un Uchiha legítimo, apellido que significaba poder en aquél tiempo, encontró algo más que un par de troncos para leña que tanto necesitaba.
Encontró, sin saberlo, al amor de su vida.
Ella era irreal, todo ella gritaba que no era humana; su piel era de un rosado pálido, su pelo rubio parecía tan anormal a pesar de ser un color común de cabello, y por otra parte, estaban sus ojos, sus ojos eran de un color rosa fluorescente, electrizantes. Era claro que ella no era humana.
Por su lado, aquél muchacho despertó en aquella chica la curiosidad, después de todo ¿Cuántas veces veías a un chico con un tono de color diferente? Aquél chico era un misterio para ella. Su pelo era negro e iba en todas las direcciones posible por lo alborotado que estaba, sus ojos eran oscuros por la poca iluminación (pero después sabría que eran verdes oscuros), y su piel era blanca, pero algo bronceada por el sol. Aquello era algo nuevo para ella que no había visto más que chicos con el mismo aspecto que ella misma tenía, chicos de diversos tipos de colores.
Con el tiempo corriendo, ambos se dieron la oportunidad de saciar la curiosidad que sentían por el otro.
Él era tan animado, tan positivo y, a veces, tan rebosante de arrogancia.
Ella era tan serena, objetiva, seria y muy realista.
Ambos encontraron en el otro su otra mitad.
Con la aceptación, llegó la amistad, la cual creció para convertirse en amor, y éste sentimiento no llegó solo. La atracción y el deseo mutuo desembocaron en una fuerte explosión entre los dos. Sus cuerpos se unieron en un ritual íntimo, uniendo así también sus almas en el proceso.
Y de aquél encuentro crearon algo... a alguien.
Una noche de llovizna ruda fue la que la mujer dispuso para informarle a su pareja que dentro de seis meses aparecería un nuevo ser que lo acompañaría de ahí en adelante. Un hijo. Y con la ansiedad entre ellos, ella lo encaminó hasta un lugar del bosque, su hogar, donde aguardaba aquél ser especial.
Al llegar al refugio, el hombre admiró con sorpresa un enorme capullo que colgaba con simplicidad, igual que una mariposa, solo éste le ganaba en tamaño. La mujer le despejó de cualquier duda rápidamente, aquél capullo contenía al ser que sería su hijo.
Ella venía de una especie sobrenatural, asombrosa, con dones que les permitían hacer cosas imposibles para los humanos comunes. Sin embargo, por malas decisiones de su raza, ella era la única que quedaba por aquellos lados, sus padres habían muertos cuando ella nació, y gracias a sus dones pudo ser capaz de subsistir.
Ella también le reveló el último fatal detalle: el día del nacimiento de su hijo, ella se sometería a una prueba a su propia mortalidad; era común entre su especie, al nacer un embrión, que los procreadores se sometiesen a un dolor extenuante para medir su fuerza ante la posibilidad de poner a prueba su propia mortalidad. Sin embargo, y lo recalcó, ella no estaba segura de lo que pasaría esa vez, ya que no tenía registro alguno de algún caso similar al suyo, un hibrido.
Entre ansiedad, preocupación y alegría, los seis meses pasaron; el capullo empezó a abrirse un diez de febrero, y así, también empezaron los dolores para la mujer. El joven se vio librado de aquél peso, ya que después de todo, y para su propia mortificación, él era humano.
Con gritos y sollozos, aquella mujer dejó el mundo de los vivos para convertir su cuerpo en polvo. El dolor fue demasiado para ella, y más al soportar algo que comúnmente era dividido en dos. Desde el principio estuvo condenada.
El Uchiha cargó a su hijo recién nacido, y con el dolor en su corazón y alma, abandonó aquél refugio donde tenía la certeza de que su amada fue feliz en vida.
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Siluetas [ObiRin]
FanfictionHacía un tiempo atrás, él fue un niño más. Alguien lleno de sueños y esperanzas como cualquier infante solitario y maltratado. Ahora... Solamente es el monstruo vengador por delante de un joven roto. ~~~~~~~~~~~ Un fanfic de ObiRin. [EN PROCESO DE M...