No hay necesidad de decir adiós

31

La flota de Berk iba en silencio total. La tensión entre todos era visiblemente notoria, ahora que se ponían a pensar mejor las cosas tal vez fue muy precipitado el haber zarpado sin ningún tipo de plan concreto a parte de tirar a matar. La niebla a la que se estaban adentrando era muy inquietante y de mal augurio. Varios vikingos incluso tragaron saliva del lo nerviosos que estaban.

Sorprendentemente, y aunque no lo aparentaba, Stoick se encontraba entre los vikingos nerviosos. Muy en su interior estaba pensando que era un completo idiota por haberse dejado llevar por las palabras de Spitelout y haber traído a su gente hacia el nido de los dragones. Que Brincanubes hubiera atacado la villa tampoco había sido de gran ayuda para razonar mejor las cosas.

Sin embargo, la otra parte de él le estaba diciendo que esto era lo mejor, ya que en realidad nada garantizaba que el descubrimiento de Valka sobre los dragones rendiría frutos y que podrían vivir en paz luego de tres siglos en guerra. Pues ¿qué pasaría si un día un dragón quema un hogar? ¿O tal vez el Gran Salón? ¿Qué pasaría si llegara a matar a alguien? Los dragones son animales, sus instintos predominan.

Stoick sintió una acidez recorrer su garganta.

―Noten sus posiciones―indicó a su tropa mientras miraba de reojo a Brincanubes―Al alcance de mi oído.

Stoick debía enfocarse en llegar a la isla de los dragones a salvo y luego matar a tantos como pudieran.

―Oye Stoick―Gobber se acercó al Jefe algo inquieto―Estaba escuchando a algunos hombres y, bueno, algunos se preguntan a qué nos enfrentamos. Yo no, por supuesto.

―¡Ja! ―se burló Alvin, quien estaba al otro lado de Stoick, interrumpiéndolo―Fuiste el primero en preguntarse eso, a nadie engañas.

Gobber lo fulminó con la mirada y Alvin se encogió de brazos.

―Sé que tienes un plan―continuó el herrero―Pero varios, yo no, se preguntan si quiera hay un plan. Y en todo caso...¿de qué trata?

―Yo te diré el plan―intervino Spitelout apartando a Alvin de un empujón, ganándose un bufido por parte de éste, y se puso entre los otros dos vikingos―Vamos a hallar el nido y destruirlo.

―Ah sí. Una buena invasión―dijo sarcásticamente Gobber mientras rodaba sus ojos―Un tradicional plan vikingo. Simple y efectivo.

Mientras Gobber continuaba hablando, Stoick volvió a ver a Brincanubes. El pobre dragón tenía su mirada hacia abajo y lucía bastante asustado. Entonces sus orejas comenzaron a vibrar, como si estuviera escuchando algo. Spitelout notó eso también y calló a Gobber.

Luego, Brincanubes comenzó a mover su cabeza de un lado hacia otro, como detectando el origen del sonido o lo que sea que estuviera haciendo. Spitelout caminó en el barco hasta dirigirse al timón.

―A un lado―le dijo al vikingo que estaba ahí con rudeza.

Cuando Spitelout movió de dirección el barco, Brincanubes alzó su cabeza inmediatamente. Stoick pudo apreciar cómo los ojos amarillos del dragón se tornaron algo felinos.

Odín. ¿En qué lío se habían metido?

―Si su plan es que la coman, Lady, Valka, optaría por el Gronckle―le dijo Fishlegs con un extraño tono serio―O tal vez el Furia Nocturna que está encerrado, su muerte sería más rápida y menos dolorosa.