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El sonido de las aves lo despertó. Levantó su cabeza y aunque tenía una parte de su desgreñada cabellera castaña sobre su rostro, parte de la luz del sol lo encandiló un poco. Gracias a que su cuerpo era muy delgado, se separó de la garra de su hermano con agilidad para no despertarlo. Estiró sus brazos hacia arriba y dio un enorme bostezo. Acomodó su cabello hacia atrás y se puso de pie, saliendo de la cueva por la que habían estado viviendo por un buen tiempo ya. La vista que tenía del mar era preciosa, un poco más incluso que las aguas que había en su nido.

Sintió algo gracioso en su estómago, algo diferente al hambre. Puso su mano sobre su panza y se adentró de nuevo a la cueva. La picó un poco y después rodó sus ojos, esperaba que no fuera de nuevo otra de esas raras enfermedades que le daban sólo a él. No le gustaba causarle molestias a su familia. Suficiente tenía con no poder hacer las mismas cosas que su padre o su hermano o en general todos los que estaban en su casa, ni algo tan simple como hacer fuego. Su papá siempre le dice que sus habilidades diferentes a las de ellos eran mejores, pero la verdad era que solamente lo hacían un inútil.

El Furia Nocturna roncó fuertemente y le provocó una leve risita. Sonrió con cierta ternura y acarició la cabeza del dragón. Chimuelo estaba cansado. Pasar todo el día buscando a su padre no era tarea fácil, al menos no cuando tenías que ser cuidadoso a cada pata que alzabas para no ser atrapado por los humanos. Se alejó de su hermano y se dejó caer de sentón del otro lado de la cueva, dándole la espalda a Chimuelo, y comenzó a excavar en la tierra.

Por cómo reaccionaron hace dos días los humanos debido a su interés por diferenciar los machos y las hembras, supuso que había hecho algo mal. Aún así, no era para que el que tenía cara de cerdo lo tomara bruscamente y lo quisiera lastimar. Así que no lamentaba nada en morderlo.

Cuando desenterró la bolsa que buscaba, la sacó y la miró fijamente. Tal vez, como modo de disculpa, debería regresar con los humanos y enseñarle su más grande tesoro.

"¿Y qué piensas hacer con eso?"

El chico se sobresaltó cuando oyó la voz grave de Chimuelo detrás de él.

"¡Chimuelo!" la cría miró la bolsa y después la puso detrás de su cuerpo "Despertaste"

Trató de recobrar su compostura de un modo incómodo y mal logrado. El Furia Nocturna entrecerró sus ojos y miró a su hermano.

"Sí... Supuse que ya era tiempo de despertar"

El chico desvió la mirada hacia arriba y luego de un lado para el otro. Chimuelo lo conocía perfectamente bien como para saber que le estaba ocultando algo.

"Has estado guardando secretos"

"¿L-lo he hecho?"

"¿Cuánto tiempo creíste que ibas a ocultarlo de mi?"

"No sé de que..."

"¡Cría!" el humano se encogió un poco al oír el tono molesto "Sabes bien que al final siempre me entero de lo que haces"

Chimuelo se acercó hasta su hermano, estando solamente a una mínima distancia

"Entonces... hablemos de esos humanos"

La cría tragó saliva fuertemente. Elevó su verde mirada para encontrar los ojos del dragón. Puedo ver que chimuelo lo miraba con desaprobación.

No hay necesidad de decir adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora