14

3.1K 351 23
                                    

Side Story I

Había una vez un Stormcutter cuyo nombre en algún futuro será Brincanubes.

Brincanubes vivía pacíficamente en el nido creado por el majestuoso Bewilderbeast, cada nido tiene su Reina pero él es el Rey de todos los dragones. Él era gentil, justo, compasivo y los cuidaba, creando con su aliento de hielo su nido, siendo un santuario para los dragones. Así que Brincanubes era feliz, tenía una familia, amigos y una hermosa pareja-de-vida. A él se le consideraba un dragón inteligente, habilidoso, astuto y fuerte. De hecho, él era respetado por todo el nido, siendo incluso un ejemplo a seguir para los más jóvenes dragones.

Pero detrás de todo eso, Brincanubes tenía una pequeña característica que a veces lo metía en serios problemas, además de que llegaba a ganarse miradas desaprobatorias de sus compañeros: él era demasiado curioso.

Brincanubes podría ser como los demás dragones, pero al mismo tiempo no era como los demás. Mientras sus compañeros creían en la ideología de atacar a matar a los humanos, Brincanubes prefería observarlos de lejos, analizando cada movimiento que hacían. Debía admitir que siempre se encontró fascinado por los humanos, sobre todo por lo que tenían que hacer con tal de sobrevivir: desde cómo creaban su propio fuego, cómo hacían sus refugios, cómo creaban con tela lo que cubría sus cuerpos e incluso cómo creaban cosas para cazar su comida. Los humanos eran inútiles ante la naturaleza pero aprovechaban todo lo que tenían para sobrevivir y era de admirarse su esfuerzo.

Y es precisamente esa curiosidad con la que conquistó a su pareja-de-vida. Ésta Stormcutter encontraba a Brincanubes divertido e interesante. Ella le decía que cuando él se mostraba curioso o interesado en algo, ladeaba la cabeza y hacía una mueca divertida.

Otra característica que hacía diferente a Brincanubes de los demás es que él no participaba en los ataques que sus compañeros realizaban a las aldeas humanas. Incluso su Alpha decía que no había necesidad de atacar a los humanos, pues había lo necesario para sobrevivir en su nido. Pero los dragones argumentaban que era algo divertido de hacer y aunque siempre lo invitaban, él nunca aceptaba en ir.

Sin embargo, Brincanubes como quiera salía de su nido, de hecho, él era el dragón que más salía. Hubo una vez que se encontraba explorando lugares donde había humanos, era una isla no muy lejos de donde vivía y ahí encontró a una pareja de humanos. Se escondió entre los frondosos árboles del lugar y por suerte nadie se percató de su presencia. En lo que los humanos adultos hacían sus deberes, hubo algo que llamó su atención.

Era una criatura pequeña, rosado y con unos amplios ojos llenos de inocencia.

"¿Una cría?" se preguntó.

Nunca había visto a una cría humana antes, no creía que fueran así de pequeños y que se miraran tan frágiles. Normalmente los humanos eran robustos (sobre todo los machos) e intimidantes. La cría se reía y hacía ruidos graciosos. Lo hipnotizó por completo, tanto que olvidó esconderse y se comenzó a acercar. Quería tocarlo. Incluso desde lejos, para él se le hizo la cosa más bonita que había visto.

Pero antes de que pudiera siquiera alzar su garra para tocarlo, hubo un grito. Brincanubes vio como el macho corría peligrosamente hacia él con un arma en sus manos y no le quedó de otra más que huir.

Cuando regresó a su nido, no tardó en contarle al amor-de-su-vida su nuevo descubrimiento.

"Sólo recuerda que ellos crecen para ser grandes asesinos" le dijo su pareja.

No hay necesidad de decir adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora