XV

100 14 1
                                    

Querida Anabella,

me he dado cuenta de que no tengo escapatoria alguna. Estoy prisionero, sin salida y sin sentimientos alguno hacia otra persona que no seas tú. Ya no salgo a ningún sitio, porque prefiero quedarme a escribir algo lindo para tu pequeño corazón de muñeca y porque sé que tocaras a mi puerta, preguntando por mí y por estas tristes cartas. Estoy enfadado conmigo mismo por no haber aprovechado nuestro tiempo y estoy enfadado con el mundo, por sus falsas palabras y falsas predicciones. No puedo hacer nada contra eso, aunque lo intentó. Lo único que me ayuda a escapar de mi cabeza es la música; nuestra música favorita. Pero cada vez que revisó mi teléfono para ver la hora de mi inmaculado insomnio, aparece una foto tuya de fondo; sonriendo y disfrutando. Entonces vuelvo a donde mismo. Al oscuro y profundo hoyo negro en el que estoy atrapado y comienzo a llorar, a llorar en mi almohada preguntándome por qué me enamoré de ti y porque el elegido fui yo.

—Un chico enamorado.

Querida AnabellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora