CAPITULO VII

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La atractiva mujer que se sentaba frente a mí en el autobús se levantó para bajarse. Se detuvo de pie, demasiado cerca de mí, lo que me hizo sentirme incómoda y levanté la vista del libro de Lena.

- Tabla 6.1 –dijo cuándo nuestras miradas se cruzaron-. Tiene todo lo que necesitas saber. -Cerró los ojos y se estremeció de puro placer.

Avergonzada, pase las hojas hasta el final.

- ¡Carajo! –musité. Era una tabla de accesorios y sus sugerencias de uso.

Me puse roja. No soy ninguna mojigata, pero algunas cosas... ¡y con un vampiro! Quizá con un brujo, si estaba bueno. Sin lo de la sangre... quizá.

Di un respingo cuando la mujer se inclinó en el pasillo. Se acercó demasiado y dejo caer una tarjeta de visita negra en mi libro abierto.

- Por si necesitas a alguien más –susurró, sonriendo con una familiaridad que no comprendía-. Los principiantes brillan como estrellas, y sacan lo mejor de ellos. No me importa ser segundo plato tras tu primera noche. Y además podría ayudarte... con lo de después. A veces se olvidan.

Boquiabierta no pude decir nada mientras se incorporaba y se alejaba por el pasillo para luego bajar las escaleras.

Winn revoloteó cerca de mí y cerré el libro de golpe.

- Kara –dijo al aterrizar en mi pendiente-, ¿qué lees? Llevas todo el camino con la nariz pegada a ese libro.

- Nada –dije notando como me martilleaba el pulso-. Esa mujer era humana, ¿verdad?

- ¿La que estaba hablando contigo? Si. Por el olor diría que es el lacayo de un vampiro, ¿Por qué?

- No, por nada –dije guardando el libro en el fondo de mi bolso. No volvería a leerlo en público. Afortunadamente mi parada era la próxima. Ignorando el interminable interrogatorio de Winn, entre en la zona de restaurantes del centro comercial.

Invoque mi disfraz de anciana en los servicios con la esperanza de despistar a cualquiera que me hubiese reconocido. Aun así considere prudente mezclarme con el gentío antes de dirigirme a la SI, matar un poco el tiempo mientras reunía el valor suficiente, comprar una gorra para reemplazar la de Lena que había perdido por la mañana y comprar jabón para borrar cualquier rastro de olor que quedase de ella en mí.

Pasé por delante de una tienda de amuletos sin titubeos habituales. Ahora podía hacerme el que quisiera. Si alguien me estaba buscando mirarían allí, pero nadie se esperaría encontrarme comprando un par de botas, pensé deteniéndome delante de un escaparate. Las cortinas de cuero y la tenue luz revelaban mejor que el nombre de la tienda que allí se vendían artículos para vampiros.

¿Qué demonios', pensé, vivo con una vampiresa. La vendedora no puede ser peor que Lena. Soy lo suficientemente lista, para comprar algo y no dejar una sola gota de sangre ahí dentro. Así que ignorando las quejas de Winn, entré. Mi mente paso de los recuerdos de la tabla de la página 6.1 al atractivo dependiente que había hecho un gesto a su compañero para que se fuese tras mirarme con sus gafas de montura de madera. Leí su nombre en la chapa que colgaba de su chaqueta "Valentine", y devoraba su atención en lo que me ayudaba a conseguir un buen par de botas, recorriendo mis medias de seda y acariciando mis pies con sus fuertes y fríos dedos. Winn me esperó afuera en una maceta, hosco y de mal genio.

Madre mía, ¡que guapo era Valentine! Seguro que era un requisito para ser vampiro, como ir de negro y saber coquetear sin saltar mis alarmas de proximidad. Mirar no hace daño, ¿no? Podía mirar sin apuntarme al club, ¿no?

BRUJA BLANCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora