BRUJA BLANCA

CAPITULO II

Levante la vista buscándola. Desempeñaba su papel a la perfección con su ajustado uniforme negro y verde. Se hacia la competente moviéndose con soltura tras el mostrador.

-¿Estás seguro, Winn? –murmure intentando disimuladamente sacarme los pantalones de cuero de donde se me habían metido. – No puede ser ella.

-¡Vale! – Salto - ¿Y tu que sabes? Ignora al pixie. Yo podría estar en casa ahora viendo la tele, pero noo, estoy aquí pringado con la reina de la intuición femenina  que se cree que puede hacer mi trabajo mejor que yo. Tengo frio, hambre y tengo un ala doblada casi por la mitad. Si se me rompe esa vena principal tendré que hacer que crezca de nuevo ¿Tienes idea de cuánto tarda hacer eso de nuevo?

Eche un vistazo alrededor aliviada al comprobar que todos habían vuelto a lo suyo. Lena ya se había ido y probablemente se lo había perdido todo.

-Cállate winn – le dije entre dientes – Haz como si fueras un adorno.

Me acerque al camarero más mayor.  Me dedico una sonrisa con huecos en la dentadura. Me incline hacia él. Se le marcaron las arrugas de felicidad en la cara mientras me miraba a todas partes menos a los ojos.

Ponme algo – le pedí – Algo dulce, algo que me haga sentirme bien, algo rico y cremoso y que no me convenga nada.

Necesito ver tu identificación, jovencita – dijo con un fuerte acento irlandés – No pareces tener edad para sepárarte de la falda de tu mamá.

Su acento era falso, pero mi sonrisa por el cumplido no.

Claro, enseguida cariño. – Rebusque en mi bolso buscando mi licencia de conducir, siguiéndole el juego con el que ambos parecíamos divertirnos. -¡UY! – exclame entre risitas al tirar accidentalmente  la identificación tras el mostrador - ¡Que tonta!

Apoyándome en un taburete me incline encima del mostrador para echar un vistazo por detrás. Al poner el culo en alto no solo distraje a la clientela masculina, sino que logre una interesante perspectiva. Si, era degradante si lo pensaba bien, pero funcionaba. Me incorpore para ver la sonrisa de satisfacción del camarero, que pensaba que lo había hecho para verlo de arriba abajo, pero yo estaba más interesada en la mujer que como comprobé, estaba subida en una caja.

Tenía la altura adecuada, estaba en el lugar preciso y winn la había identificado. Parecia más joven de lo que yo esperaba, pero cuando ya se tiene ciento cincuenta años seguro has aprendido algunos trucos de belleza. Winn resoplo en mi oído como un mosquito engreído.

-¡Te lo dije!!!!

Volví a acomodarme en el taburete y el camarero me devolvió mi licencia junto con m i bebida y una cuchara: una isla de helado en un vaso con Baileys, mmmmm.

Guarde la licencia y le regale un guiño sexi. Eche un vistazo alrededor para asegurarme que nadie me observaba y volqué la copa. Una oleada de adrenalina me golpeo cuando la camarera intercepto mi mirada de disculpa con la suya condescendiente.  La sensación me resultaba más valiosa que el cheque que encontraba cada semana en mi escritorio, pero sabía que desaparecería tan rápido como había llegado. Estaban subestimando mi talento, ni siquiera necesitaría un hechizo para este caso.

Si esto era lo más que la SI pensaba asignarme, lo mejor era trabajar por cuenta propia. No había muchos que abandonaran la SI, pero conocía al menos un precedente, J'onn J'onzz era una leyenda viva antes de hacerse independiente, después echó a perder su vida por culpa de un mal hechizo. Según se decía la SI le puso precio a su cabeza por romper su contrato de treinta años. Los cazarrecompensas morían frecuentemente por culpa de presas más listas que ellos o con más suerte. Nadie dejaba la SI por que el sueldo era bueno y el horario flexible.