Di un golpecito en la ventanilla del asiento de copiloto de Francis para llamar la atención de Winn.
-¿Qué hora es? - dije en voz baja ya que hasta los susurros tenían eco en el aparcamiento subterráneo. Había cámaras grabándome, pero nadie miraba las cintas a no ser que se denunciara algún robo.
Winn bajó del retrovisor y pulsó el botón para bajar la ventanilla.
-Las once y cuarto. ¿Crees que han cambiado la hora de la entrevista con Lord?
-No, pero si me hace llegar tarde me voy a cabrear.
Me tiré hacia abajo la falda. Para mi consuelo, el amigo de Winn había traído mis ropas y joyas ayer. Toda mi ropa estaba tendida o doblada en pilas en mi closet. Me sentía mucho mejor viéndola allí. El hombre lobo había hecho un buen trabajo.
Encontrar algo que ponerme que fuese conservador y provocativo había sido más difícil de lo que pensaba. Finalmente me decidí por una falda roja corta, medias lisas y una blusa blanca cuyos botones podían abrocharse o desabrocharse según el momento. Llevaba el pelo recogido en lo alto de la cabeza y unos elegantes zapatos de tacón rojo. Parecía una alegre colegiala. Francis me reconocería, pero de eso se trataba.
-¿Estoy bien? - le pregunté a Winn.
-Si, bien.
-Ni siquiera me has mirado - me quejé justo cuando el ascensor sonó -. Ese debe ser él -dije-, ¿tienes la poción?
-Solo tengo que quitar el tapón y le caerá toda encima.
Winn cerró la ventana y se escondió rápidamente. Había colocado un vial de poción de sueño entre el techo y el retrovisor. Francis sin embargo pensaría que es algo más siniestro. Era un incentivo para que aceptase dejarme ir en su lugar a la entrevista con Lord. Secuestrar a un hombre hecho y derecho, por muy nenaza que fuese, era complicado. No podía simplemente noquearlo y meterlo en el maletero. Y si lo dejaba inconsciente donde cualquiera pudiese encontrarlo, me pillarían.
Francis se había conseguido un cochazo: un descapotable rojo con asientos de cuero. Tenía climatizador y las ventanas podían oscurecerse; lo sabia porque las había probado. Tenía incluso un teléfono móvil integrado cuya batería estaba ahora en mi bolsa. La matrícula personalizada decía Redada. Y olía a nuevo. ¿Un soborno o un regalo para callarle la boca?, me preguntaba muerta de envidia.
Me agaché tras una columna esperando que fuese Francis. Lo último que deseaba era llegar tarde. Mi pulso volvió a adoptar un ritmo rápido y comencé a sonreír al recordar los pasos acelerados de Francis. Oí el ruido de sus llaves y luego un sorprendido ¡Eh! Cuando el coche no emitió el esperado pitido al desconectar la alarma. Esto iba a ser muy divertido.
Abrió la puerta del coche y salte de detrás de la columna. Simultáneamente Francis y yo entramos al vehículo por ambas puertas, cerrándolas a la vez.
-¿Pero que demonios pasa aquí? -exclamó Francis al descubrir que tenía compañía-. ¡Kara! Eres bruja muerta.
Quiso salir. Pero me abalance sobre él y le agarre por la muñeca, señalando hacia Winn. El pixie le dedicó una exagerada sonrisa. Sus alas eran un torbellino de excitación mientras le daba palmaditas al vial con la poción. Francis se quedó pálido.
-Te pillé -le susurré, soltándole la muñeca y bloqueando las puertas desde dentro-. Ahora te toca a ti.
-¿P-pero qué te crees que estás haciendo? -taratamudeó Francis, pálido bajo su desagradable barba.
-Estoy aceptando tu invitación a la entrevista con Lord. Acabas de presentarte voluntario para conducir. -le contesté con una sonrisa.
Se puso tenso y mostró su reticencia.
-Puedes irte al carajo -dijo con los ojos clavados en Winn y en la pocion-. Ni que ahora te dedicases a la magia negra y fueses capaz de hacer una poción letal. Voy a entregarte ahora mismo.
Winn hizo un ruidito de desacuerdo e inclino un poco el vial.
-¡Todavía no, Winn! -le grité, abalanzándome sobre el otro asiento. Casi echada sobre el regazo de Francis, pasé el brazo derecho sobre su delgado cuello, apretando contra el reposacabezas para dejarlo clavado en el asiento con una llave. Sus dedos se aferrarón a mi brazo, pero no podía hacer nada en el estrecho habitáculo. Su repentino sudor se mezclaba con el olor de su chaqueta de poliéster que rozaba con mi brazo y me resultaba aún más abominable que mi perfume.
-¡Idiota! -le susurré al oído, señalando a Winn con los ojos-. ¿Tienes idea de lo que tiene ahí, balanceándose sobre tu entrepierna? ¿Te arriesgarías a que fuese irreversible?
Con la cara roja negó con la cabeza y me acerque un poco más a pesar de clavarme la palanca de cambios en la cadera.
-No eres capaz de hacer una poción letal -dijo de nuevo pero con un tono más agudo de lo habitual.
-Venga, Kara -se quejó desde el retrovisor Winn-. Déjame que lo hechice. Yo te voy diciendo como se conduce un coche con marchas manuales.
Los dedos que me arañaban el brazo se crisparon. Yo apreté más, usando el dolor como estímulo para retenerlo con más fuerza.
-¡Bicho! -exclamó Francis-. No eres más que… -sus palabras se ahogaron en una tos cuando apreté el brazo.
-¿Bicho? -gritó Winn irritado-. Y lo dice tú, que apestas a sudor. Mis pedos huelen mejor que tú. ¿Te crees mejor que yo?¿Qué te crees, que cagas cucuruchos de helado?¿A mi me llamas bicho? Kara, déjamelo a mi.
-No -dije pacientemente, notando que mi desagrado por Francis crecía hasta la verdadera aversión-, estoy segura de que Francis y yo podemos llegar a un acuerdo. Lo único que quiero es que nos lleves hasta la casa de Maxwell a esa entrevista.. Francis no se meterá en líos. Él es la víctima, ¿no? -Sonreí forzadamente hacia Winn, preguntándome si podría evitar que hechizase a Francis después de los insultos-. Y no va a ser necesario que lo hechices, ¿me oyes, Winn? No se mata al burro después de que are el campo, puede que lo necesites para la próxima primavera. Me incliné hacia Francis y le susurré al oído.
-¿Verdad, cielo?
Él asintió cuanto le fue posible y lentamente lo solté. Tenía los ojos fijos en Winn.
-Si tocas a mi socio el vial acabará sobre ti. Si conduces demasiado rápido lo derramará encima de ti. Si llamas demasiado la atención…
-Te lo tiro encima -me interrumpió Winn, con tono jovial, para continuar con aire colérico-: Si me vuelves a cabrear, te dejo bien hechizado. -Soltó una carcajada maléfica-. ¿Lo pillas, Francine?
Francis bizqueó, recolocándose en su asiento y llevándose la mano al cuello de su camisa blanca antes de remangarse la chaqueta hasta los codos y poner las manos sobre el volante. Di gracias al cielo porque Francis había dejado la camisa hawaiana para la entrevista con Maxwell Lord.
Con el rostro tensó, metió la llave en el contacto y arrancó el coche. La música sonó fuerte y di un respingo. El modo huraño con el que Francis giro el volante y cambió de marcha dejaba en claro que se había rendido. Nos seguiría el juego hasta que encontrará la forma de librarse. No me importaba. Lo único que necesitaba era salir de la ciudad, una vez lo lográsemos, sería la hora de la siesta de Francis.
-No saldrás impune de esto -dijo como en el guión de una película mala. Mostró su pase de aparcamiento en la barrera automática y salió a la calle bajo la brillante luz de media mañana y el tráfico habitual de esa hora con la canción Boys of summer de Don Henley a todo volumen. Si no hubiese estado tan tensa quizá incluso lo habría disfrutado.
-¿No te podías echar más perfume de ese, Kara? -dijo Francis arrugado su delgada nariz-. ¿O te lo pones para ocultar el pestazo de tu bicho mascota?
-¡Hazlo callar o lo hago yo! -grito Winn.
Noté una tensión en los hombros. Esto era ridículo.
-Puedes echarle tus polvos pixie si quieres, Winn -le dije bajando la música-. Pero no derrames ni una gota de la poción.
Winn sonrió y voló por encima de Francis dejando caer sus polvos pixie. Francis no lo veía pero era perfectamente visible desde mi ángulo al reflejar el sol. En seguido empezó a picarle detrás de la oreja.
-¿Cuánto tarda? - le pregunté a Winn.
-Unos veinte minutos.
Winn tenía razón. Para cuando dejamos atrás la sombra de los edificios más altos, atravesamos los suburbios y nos adentramos en el campo, Francis empezó a atar cabos. No podía quedarse quieto. Sus comentarios se hicieron cada vez más desagradables y se rascaba con mayor intensidad, hasta que saque una cinta del bolso y amenacé con taparle la boca. Le habían salido verdugones rojos allí donde la ropa le rozaba la piel. Rezumaban un líquido transparente y tenía toda la pinta de haberse rozado con hiedra venenosa.
Cuando ya estábamos en medio del campo, se rascaba tanto que le costaba mantener el coche en la carretera. Lo había estado observando con atención y meter las marchas no parecía tan difícil.
-¡Tú, bicho! -gruñó Francis-. Me hiciste lo mismo el sábado, ¿verdad?
-¡Voy a hechizarlo! -dijo Winn con voz tan aguda que me hizo daño en los oídos.
Cansada de todo el jaleo, me volví hacia Francis.
-Está bien, cielo, para el coche.
Francis parpadeó atónito.
-¿Como?
Que idiota, pensé.
-¿Cuánto tiempo crees que voy a poder evitar que Winn te hechice si sigues insultándolo? Para. -Francis miró nervioso a la carretera y a mi. No habíamos visto ningún coche en los últimos ocho kilómetros-. He dicho que pares -le grité y se apartó hacia el polvoriento arcén despidiendo una lluvia de gravilla. Paré el motor y saqué las llaves del contacto. El coche se detuvo con un salto y me golpeé la cabeza con el espejo retrovisor.
-Fuera -dije desbloqueando las puertas.
-¿Qué, aquí? -Francis era un chico de ciudad. Seguramente pensó que le obligaría a volver andando. La idea era demasiado tentadora, pero no podía correr el riesgo de que lo recogiese alguien o que llegará hasta un teléfono. Se bajó del coche con inesperada rapidez. Entendí por qué cuando comenzó a rascarse.
Abrí el maletero y el delgado rostro de Francis se quedó pálido.
-Ni hablar -dijo levantando sus bracitos-. No me pienso meter ahí.
Me palpé el chichón a punto de salirme en la frente.
-Métete en el maletero o te demostraré cómo te transformó en un visón y me hago contigo unas orejeras. -Observé cómo se lo pensaba y se planteaba salir corriendo. Casi desee que lo hiciese. Me sentaría bien placarlo de nuevo, la última vez había sido hace dos días. Lo metería en el maletero de una forma u otra.
-Vamos, corre, vamos, atrévete, apestoso -dijo Winn volando en círculos sobre su cabeza con el vial de poción.
-Ya te gustaría a ti, bicho -dijo con un bufido y se encogió para encajar en el diminuto espacio. Ni siquiera opuso resistencia cuando le ate las manos con la cinta adhesiva. Ambos sabíamos que podría desatarse al cabo de un rato. Pero su mirada de superioridad flaqueó al ver que Winn se posaba en mí mano con el vial.
-Dijiste que no lo harías -tartamudeó-. Dijiste que eso me convertiría en visón.
-Mentí las dos veces.
Francis me echó una mirada asesina.
-No olvidaré esto nunca -dijo apretando la mandíbula y resultando aún más ridículo-. Iré a por ti personalmente.
-Espero que lo hagas. - Sonreí mientras le vertía el contenido del vial sobre la cabeza.- Buenas noches.
Abrió la boca para decir algo más, pero su expresión se relajó en cuanto el aromático líquido lo tocó. Observé fascinada cómo se dormía entre olor a laurel y lilas. Satisfecha, cerré el maletero y di el asunto por zanjado.
Me senté en el asiento del conductor y ajusté la distancia y los espejos a mi altura. Nunca había conducido un coche de cambio manual, pero si Francis podía hacerlo, me apostaba cualquier cosa a que yo también.
-Mete primera -me dijo Winn sentado en el espejo retrovisor e indicándome con la mano como hacerlo-. Luego acelera más de lo que crees que sería necesario mientras levantas el pie del embrague.
Con reservas moví la palanca hacia atrás y arranqué el coche.
-¿Y bien? -dijo Winn desde el espejo-. ¿A qué esperas?
Pise el acelerador y solté el embrague. El coche dio un salto hacia atrás golpeando un árbol. Asustada solté los pedales y el coche se caló. Miré con los ojos como platos a Winn, que se moría de risa.
-Has metido marcha atrás, bruja -dijo saliendo disparado por la ventana.
Por el retrovisor vi como volaba hacia la parte de atrás para evaluar los daños.
-¿Ha sido grave? -le pregunté cuando volvió.
-Está bien -dijo y me sentí aliviada-, en unos meses no se notará donde fue el golpe. Pero el coche está jodido. Le has roto una luz trasera.
-Oh -dije al darme cuenta de que antes hablaba del árbol y no del coche.
Temblaba por los nervios al meter primera tuve que comprobarlo dos veces antes de volver a arrancar el coche. Respiré hondo y salimos dando tumbos hacia la carretera.
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BRUJA BLANCA
FanfictionKara Danvers bruja blanca y cazarecompensas, trabaja en una organización llamada SI (seguridad inframundana) que las circunstancias la hacen que dejen dicha organización,y junto a su compañera de trabajo una vampiresa llamada Lena Luthor, abren su p...