CAPITULO V

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Los primeros rayos de sol se colaban por la ventana de la cocina. Seguía viva tenía todas las partes de mi cuerpo intactas.

Estaba sentada en la parte libre de la mesa de Lena, estudiando el libro más desgastado que había encontrado en el ático. Era una lectura bastante interesante y la oportunidad de probar un par de hechizos me llenaba de emoción. Ninguno tenía rastro de que fuera de magia negra, porque aborrecía la idea de hacerle daño a alguien con magia. Iba en contra de todo aquello en lo que creía.

Toda magia requería un precio con muertes de distintos grados. Yo era una bruja terrenal, mi fuente de poder provenía de la tierra a través de las plantas y era acelerada mediante el calor, la sabiduría y la sangre de bruja.

Un ruido llamo mi atención. Me quede paralizada al ver a Lena con una bata de seda negra apoyada en el marco de la puerta. Los recuerdos de la noche anterior volvieron a mi mente y se me hizo un nudo en el estómago.

- Buenos días – dije prudentemente –

- ¿Qué hora es? – pregunto Lena en un susurro.

La mire de reojo. Su liso pelo estaba revuelto reflejando las arrugas de la almohada. Llevaba en la mano un delgado libro forrado en piel. Y me preguntaba si había pasado la noche en vela igual que yo.

- Son casi las dos – dije con cautela, empujando con el pie la silla al otro lado de la mesa para que no tomara asiento junto a mí.

- He hecho galletas – dije –. He usado tus ingrediente, espero no te moleste.

- Ah – gruño arrastrando los pies. Se sirvió una taza de café y se sentó sobre la encimera para beberlo. Su deseo había desaparecido del cuello -. Ya estas vestida – musito sentándose en la silla que yo había retirado -. ¿Cuánto tiempo llevas despierta?

- Desde las doce – mentí, no había dormido en toda la noche -. Veo que ya has usado tu deseo ¿Qué has pedido?

- No es asunto tuyo – contesto con evidente tono de advertencia.

Exhale lentamente y mantuve la mirada baja. Casi me había largado anoche, pero la muerte segura que me esperaba fuera de la protección de Lena contrarresto la posible muerte a manos de Lena.

Quizá, solo quizá, en el fondo deseaba saber que se sentiría cuando sus dientes se hundiesen en mí.

- Tengo algo que me gustaría que leyeras – me dijo y levante la mirada cuando el fino libro que llevaba golpeo la mesa entre ambas.

- ¿Qué es? – pregunte sin tomarlo.

Lena bajo la vista y se humedeció los labios.

- Siento lo que paso anoche – dijo -. Probablemente no me creas, pero a mí también me asusto.

- No tanto como me asustaste tu a mí – trabajar con ella durante un año no me preparo para lo de anoche.

- Llevo sin ser vampiro practicante tres años – dijo en voz baja -. No estaba preparada... no me di cuenta... - levanto la vista con ojos suplicantes -. Tienes que creerme Kara. No quería que pasara, pero es que estabas enviando las señales equivocadas, y entonces te asustaste y te entro el pánico y luego todo se volvió peor.

- ¿Peor? – exclame, decidiendo que la rabia era mejor que el miedo -. ¡Si casi me desgarras la garganta!

- Ya lo sé – suplico -. Lo siento, pero no llegue a hacerlo.

BRUJA BLANCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora