Veinte.

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Sí, Min Yoongi había roto mi corazón en miles de pequeños pedacitos. Pero ahora comprendía que una relación no se tiene que forzar, y si él es feliz estando así, lo entendía.

Nayeon me dejó ser feliz a mi.

Yo lo dejaría ser feliz a él.

Al menos su sonrisa y su voz me hacía sentir feliz por las mañanas cuando nos veíamos, y en las tardes cuando me llevaba a casa. Él hace lo posible por no hablar sobre nosotros, y yo también. Su actitud ha cambiado conmigo, creo que seguro tiene una hembra que lo aprecia mucho.

Aunque a veces lo dudaba.

Ayer por la tarde mencionó que mis ojos se veían particularmente lindos, y que yo era tan adorable como una uva verde sin semillas.

¿Las uvas son adorables?

Hice que mi madre me comprara uvas de ese color y ahora estoy en mi habitación mirándolas fijamente para encontrar su punto débil. ¡Son tiernas! Hay unas más chiquitas que otras, y unas más aguaditas, otras más duras...

¡Lindas, Min Yoongi! ¡Son lindas! ¿Pero qué tenía yo en común con ellas?

Metí una a mi boca para probarla.

Demasiado dulce.

Antes de tragarla la escupí en el tazón blanco que mi madre había escogido para mi. Me sentí muy triste por haberla masticado, lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

—¡Perdóname, no debí comerte! ¿Te dolió?

icecream. / myg (fuzetea #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora