Morir de hambre

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Cubrí mis orejas como si con eso pudiera acallar las voces que no paraban de gritar del otro lado de la puerta.

No iba a llorar. No iba a darles la satisfacción de verme llorar.

Esperé a que los golpes cesaran y me puse los audífonos a todo volumen. Odiaba la música fuerte, pero, quizás, las letras de dolor puedan ayudarme a distraerme.

"¡Entiende que te vas a morir de hambre!" insistían. "¡Escribir...! ¡Eso no te llevará a nada bueno! ¡Mientras vivas en esta casa harás lo que yo te diga!"

Abrí el documento y seguí escribiendo estos microrrelatos...

34 microrrelatos tristes para gente tristeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora