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—¿En qué puedo ayudarte Fazbear?— Pregunto seco, el albino sólo levantó levemente la mirada de aquellas hojas con miles de letras.

—Golden me dijo que necesitaba una camisa de vestir negra, pero no tiene ninguna. Así que le pregunté a las trabajadoras y me dijeron que tú tienes millones de esas y que te pidiera una, por favor.

Y ahora si, como decían, Freddy estaba en la boca del lobo. Y no de cualquier lobo, muchos decían que los hombres de la familia Golden eran de lo peor, no por él hecho del dinero o de lo que podían hacerte, sino por sus encantos. 

—Ya veo, acompáñame a mi habitación.

Freddy estaba dudoso, con bastante desconfianza de aquel chico que se hacía llamar su cuñado. Pero lo hacía por Golden, su novio.

—Está bien.

El albino en sus adentros tenía una sonrisa ladina, con la perversión dominando, pero en su exterior seguía con aquel semblante inexpresivo que ponía nervioso a cualquiera (incluyendo al chico Fazbear); se levanto de su silla con dirección a donde se encontraba la puerta y su cuñado.

—Después de ti, Freddy.

【『Dear Freddy』】FredoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora