τέσσερα

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Hacía frío en la celda. Eran las 9 a.m. Y un Hades sombrío se acercó a los barrotes para llamarla con una voz bastante dominante.

-Perséfone. Necesito que entiendas que ella no era feliz con Orfeo.

-¿Tú qué sabes? No eres un dios que siente ¿o me equivoco?

Él frunció el ceño y apretó con fuerza los barrotes.

-Orfeo la engañaba con otras mujeres, la golpeaba incluso. Pero ella lo justificaba. Gracias a él, ella murió. No fue por una serpiente, fueron por golpes que él le propinó.

-Mientes para tu conveniencia.

-Puedes tratarme de frío, de indolente, de todo lo que se te ocurra. Pero de mentiroso... Jamás. A diferencia de tu "santo" padre yo si voy con la verdad.

Ella trató de acercarse a los barrotes, pero las cadenas la inmovilizaron. Hades le pidió a Tánatos que las acortara un poco más y que no le dejara comida. Así empezó ese año de tortura.

Mientras tanto en el Olimpo, Zeus disfrutaba estar en la cama con Hera, mintiendo sobre sus sentimientos. Cuando salió vio a su hermana, Démeter, quien lloraba hace días. La tierra se estaba secando.

-¿Qué es lo que sucede?

-Hermano mío, nuestra hija, Perséfone, lleva desaparecida meses. No hay rastro, ni siquiera las ninfas lograron cuidarlas y por ello las maldecí. ¡Debes de hacer algo! Siquiera averigua el nombre del maldito que secuestró a mi amada hija.

-Haré lo que esté en mis manos, querida. Por ahora trata de controlarte, estás afectando a los humanos.

-¡Poco me importan tus jodidos juguetes! Es mi hija la que está en riesgo.

Démeter se fue del Olimpo a su casa, hecha una furia. La tierra se secaba, nadie podía consolarla en ese punto. Incluso Zeus, tratando de seducirla, no pudo.

Perséfone pensaba en la celda lo imbécil que era por aceptar tantos regalos de Hades. Aquellos vestidos finos, piedras preciosas, comida abundante parecían nada con lo enrabiada que estaba. Algunas súcubos pasaban conversando con los incúbos en cuales humanis iban a poseer en la noche, Tánatos de vez en cuando iba a hablar con ella tratando de consolarla.

-No quiero justificar a Lord Hades. Él desde que llegó acá cambió a lo que era cuando peleó en la guerra. En parte creo que es culpa de Zeus.

-¿Por qué mi padre?

-Es algo que no puedo decirle por ahora, Lady Perséfone. Es algo que debería decirle Lord Hades.

Los días pasaban, ella no comía. De hecho ni sentía hambre. Su cuerpo no cambiaba, puesto que los dioses no sufrían tanto daño al no comer. Incluso podían pasar siglos sin hacerlo y no pasaría nada. Eran inmortales y poderosos.

Las ropas de Perséfone estaban dañadas y sucias. A ella le dolía más que Hades ni siquiera se dignara en visitarla. Era demasiado frío...

Sus labios carnosos estaban morados, su piel estaba sucia y su cabello opaco. Tenía unas inmensas ojeras debajo de sus esmeraldas. Oía como las gotas caían al suelo y los llantos de almas recién llegadas. Las luces sólo daban al final del recinto, ella a penas se podía ver. Cuando Tánatos la visitaba podía ver que tan sucia estaba.

-Lord Hades, ¿no piensa que está siendo demasiado duro con ella?

-No. De igual manera, es justo que pague por su desobediencia y además es mi venganza contra mi traidor hermano menor.

-Usted mi siquiera se ha dignado a verla un solo momento. Sé que ha estado ocupado con Ares y que también no ha usado su casco...

-Tánatos, iré pronto. Solo no te desesperes.

Al cabo de un mes aproximadamente, Hades bajó a verla. Encendió las luces para verla. Ella estaba apoyada en la esquina de su celda tratando de cubrirse. Cada vez la ropa parecía un paño sucio y ella no dormía, no bebía ni comía.

-Perséfone. -llamó el suavemente. -¿Deseas que te libere?

-No. -dijo pesadamente. No es que no extrañara la piel fría de Hades, cada lujo que le daba, Cerbero, la comida, el jardín, etc. Pero su orgullo era más grande del que pensaba. -Tienes que prometerme que devolverás el alma, yo sé que Orfeo puede cambiar.

Él le miró con algo de pena. Abrió la puerta y se acercó a su cuerpo para acariciar la mejilla de la chiquilla. Le negó con la cabeza y susurró con suavidad: "Los humanos no cambian ni siquiera con la muerte de alguien cercano". Luego abandonó el lugar oscureciéndolo.


El Rapto - Perséfone x HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora