III

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Una tarde Max no regresó. Raven le abrazó fuertemente en un intento de consolarlo, porque Max le había prometido quedarse a su lado y ya habían pasado dos semanas desde que desapareció sin dejar rastros. 

Se sintió devastado "Lo siento Charles, sé que trabaste amistad con el hijo de la familia Eisenhardt, pero ellos eran muy cerrados y se fueron como llegaron, en completo silencio." Le dijo su padre una tarde, cuando un investigador privado, tras dos meses de investigación, le confirmo que a la familia Eisenhardt se la había tragado la tierra. 

Charles amaba a Max y no se lo dijo lo suficiente, no le había dado los abrazos necesarios, no estaba listo para dejarlo ir, pero ninguno de esos sentimientos evitó que una fría mañana las cosas empeoraran, su madre finalmente los había encontrado. 

Una sola vez en su vida vio una mueca tan triste en el rostro de su padre, Brian Xavier, el científico importante, el marido infeliz, el padre dedicado que hizo restaurar esa hacienda al otro lado del charco, tan lejos de Westchester como le fue posible, para darles libertad antes de que su madre, Sharon Xavier, lograra hacerse con ellos dispuesta a regresarles los pies a la tierra.

Con sus maletas en mano, y un tiquete de avión con rumbo a un prestigioso internado en Canterbury, miró una última vez el pilar donde Max había tallado sus iniciales una noche de otoño.

Charles nunca regresó a la hacienda, y mantuvo el recuerdo de aquel tiempo sellado en lo más profundo de su mente.

RecuerdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora