capítulo 10

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Al día siguiente no fui a la universidad. 

Me sentía mal, no solo física sino mentalmente. Cami fue consciente de que llegué tarde, así que no dijo nada. En la tarde, armándome de un valor que no sentía en absoluto fui a trabajar a la cafetería. 

-¿Qué haces aquí?- preguntó cuando me vio entrar. 

Me encogí de hombros- si me quedo en casa me sentiré peor. 

Atendí de buen agrado a las personas que llegaban; el hecho de que me sintiera como la mierda, no quería decir que debía cagarle el día a las demás personas. Puse la mejor música en mis audífonos y me encargué de mantener ocupada mi mente el resto de la tarde. 

Si no pensaba en lo ocurrido, no sentiría que moría cada vez que recordaba cuán estúpida fui al no prever lo que Vincent planeaba. 

Años absteniéndome de caer en ese mismo mundo. Mudarme con el firme objetivo de comenzar de cero, para que al final de todas formas me encontrara directamente en el centro de ese agujero. 

Di un pequeño salto cuando sentí que alguien tomaba mis manos entre las suyas, me relajé cuando noté que  se trataba de una señora de avanzada edad. 

-Discúlpeme ¿qué se le ofrecía?- ella sonrió y pidió su orden. 

-Sea lo que sea, tiene solución- canturreó cuando le llevé su pedido a la mesa. Sonreí con desgana y asentí. 

Había sido solo un pequeño gesto de amabilidad, pero se sentía bien. 

Al girar de vuelta a la barra, choqué con algo duro... ya se imaginarán con qué. 

-Si fuese un chico estudioso, diría que esto es un cliché, apuesto a que una descripción bastante acertada  de tu parte, sería algo así como- se aclaró la garganta- "estaba tan entretenida con una de mis clientas- afinó la voz generando ciertos desvarios en su tono femenino- que cuando me giré con delicadeza, haciendo que mi corto pero hermoso cabello ondeara en el aire, choqué de repente contra algo duro- idiota- pero no era algo, en realidad era... alguien- continuó haciendo pausas dramáticas- y ahí comienzas a describirme como alguien completamente sexy-recompuso su voz original. 

Su originalidad me sacó una sonrisa sincera, cosa que lo hizo sonreír también. 

-Primero; de delicada no tengo ni un pelo- su mirada se volvió traviesa- segundo, ni siquiera me peino, así que yo  no lo describiría de dicha manera y tercero; desafortunadamente hoy no estoy de ánimo ni siquiera para molestarme contigo. 

Palmeé su pecho con sutileza y pasé por su lado hacia mi puesto. 

Se imaginarán quién le atendió a él y a su grupo. 

Llegada la noche, Cami decidió que era una buena idea dejarme salir temprano. Cosa que no me agradó, pero que tampoco discutí. 

Decidí que quería caminar a casa, puse música en mis auriculares a todo volumen y me encaminé a paso lento. 

Tal vez por eso, un sonido demasiado agudo me hizo saltar del susto; me quité un auricular y dejé que mi mente reuniera unas cuantas palabrotas que pensaba usar nada más enfocara al tipo que manejaba el auto. 

Demasiado tarde reconocí que se trataba de un jeep, y cuando Fury abrió la puerta de copiloto, y palmeó el asiento a su lado para que subiera, preferí quedarme callada y seguir caminando en silencio. 

-Alice Maía Catillo ¿podrías por favor subir al auto? No voy a dejar de seguirte de lo contrario.

-Pies le haces un daño al medio ambiente, porque dos horas de camino a este paso, no solo gastan gasolina. 

-¿Es en serio?- su voz ronca me daba escalofrío, pero únicamente por el recuerdo de él abrazándome la noche anterior y susurrando palabras de consuelo. 

Le miré una vez más por varios segundos y volví a mirar al frente. 

Prácticamente  dejé salir el aire que no sabía que había estado reteniendo, cuando cerró la puerta y dio reversa. Volví a poner mis auriculares en su sitio y seguí caminando entre la tranquilidad de la noche. 

No pasó ni un minuto cuando noté que alguien se acomodaba a mi lado igualando mi paso. 

Al mirar de reojo le vi. Levaba una chaqueta de cuero y bajo esta, una sudadera gris. 

Le ignoré y seguí caminando, tal vez unos veinte minutos más tarde, me di cuenta de que no me molestaba su presencia. Él me miraba con el firme objetivo de llamar mi atención y cuando lo conseguía, solo me sostenía la mirada y sonreía. 

Decidí que no estaba lista para que supiera en dónde vivía y la verdad es que tampoco quería llegar pronto a casa. Eso solo significaría que mi mente y conciencia me mortificaran el resto de la noche. 

Así que me detuve y me desvié hacia un mirador que quedaba a solo media hora de la casa de Cami. 

No era un lugar muy visitado y sinceramente no le encontraba lógica, porque ofrecía una de las mejores vistas de la ciudad. 

Al llegar, noté que Fury no estaba por ningún lado; un tanto desilusionada me senté en una de las esquinas de la enorme y única banca que había en aquel lugar. 

El frío se hizo un poco más denso, pero no me molestaba en absoluto. Cerré los ojos y dejé que la música se instalara en mi cabeza. 

Algo rozó mi mejilla, así que abrí los ojos y pude observar a Fury frente a mi, sus dedos acariciaban con delicadeza mi mejilla. 

Aparté el rostro. Él, sin dejar de sonreír se sentó a una distancia prudente de mí; me corrí un poco más hacia la esquina. 

No tardó en ofrecerme un pocillo con algún líquido humeante. 

-¿Chocolate?- preguntó.

Simplemente lo tomé y el calor que se expandió por mis manos se sintió placentero. 

Ambos admiramos el panorama en silencio. 

-¿Qué escuchas?- preguntó de repente. Dudé, pero finalmente le ofrecía uno de mis auriculares. 

Era consciente de que tendría que acercarse, pero no es como si fuese a lastimarme. 

Fury enarcó una ceja, así que dejé caer el auricular a un lado y volví a desviar la mirada al frente. Finalmente se acercó chocando el lateral de su cuerpo contra el mío y acomodó el auricular en su oreja. 

-Metric- declaró con voz ronca cuando la canción terminó- clone- agregó. 

Sonreí sin apartar la mirada de las miles de luces que componían la ciudad y tras lo que me pareció muy poco tiempo, pero que en realidad fueron dos horas, decidí que era hora de volver a casa. 

Le dejé que me acompañara. 

-Te daría pase libre por la hora- murmuré rascando mi cabeza- pero no es mi casa- él negó divertido y se acercó un paso a mi. 

-Descansa- susurró en mi oído tras un movimiento demasiado rápido para ser descrito . Su mejilla tocó la mía e hizo un recorrido hasta la comisura de mis labios, pero en ningún momento hicieron contacto directo. 

Y como si nada hubiese ocurrido, volvió a su posición original mientras hacía un saludo militar muy pobre y se giró caminando a paso largo entre la oscuridad. 




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